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Un adiós a los discos, en vivo

Leonardo Cifuentes
Por : Leonardo Cifuentes Profesional de las Artes. Multidisciplinario por naturaleza. Músico de profesión, con estudios en Antropología y experiencia en medios de comunicación como editor, redactor y CM.
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Hoy, mi hermana me contó que Green Day, en medio de su concierto en Serbia el día 27 de mayo, tocaron el álbum Dookie completo: Uno de los discos emblemáticos del pop-rock de la época. Mi primera reacción definitivamente no fue sorprenderme. La idea de hacer giras rememorando discos enteros del pasado la vienen haciendo hace tiempo. De hecho, por lo menos desde finales del 2000 y comienzos del 2010, momento en el que se cumplían 20 y/o más años desde 1990. Y no es casualidad.

Lo que sí me impresionó fue saber más tarde que Green Day era primera vez que hacía algo así, y sin previo aviso. Simplemente, durante uno de sus recitales, sin promociones nostálgicas ni nada parecido, decidieron hacerlo. Otra sorpresa de esta banda que ha sabido posicionarse como una de esas agrupaciones que seguiremos viendo por mucho tiempo más; algo escaso en la historia del rock estadounidense, con abundantes bandas de corta carrera, pero sí muy al estilo británico, con la mentalidad de querer mejorar como lema.

En Chile, durante la década del 90 se siguió la pauta de la industria musical mundial, con espacios a artistas criollos en sellos discográficos multinacionales. Cada álbum se trataba de una inversión fuerte, pues de los discos exitosos se desplegaba toda una construcción en torno a los singles (muchas veces numerosos), los video clips, y la promoción de la placa. De hecho, era un método de funcionamiento estándar utilizado desde la llegada del video-clip a comienzos del 80.

Lo mismo sucedía a nivel internacional; los artistas extranjeros batallaban prácticamente de igual a igual en una parrilla programática que giraba en torno a estos sellos. Todo para conseguir la venta del disco en la disquería, y con ello, discos de oro y platino.

Sin embargo, a la industria le tocó vivir un recambio tecnológico, con grandes consecuencias. La instalación del formato digital y la apertura ofrecida por internet causaron la más que conocida «crisis discográfica» que vimos, y seguimos viendo.

La idea de presentar en vivo discos completos solo reafirma que la crisis discográfica llegó más profundo de lo que esperábamos. El propio concepto de «disco» ha ido desapareciendo, para dar paso a la mentalidad de lo inmediato, de lo virtual, de lo corto: singles, megaproducciones audiovisuales (videos), y artistas que -amparados por los grandes sellos- intentan mantener la antigua usanza de los 90’s, a un costo altísimo para el desarrollo cultural regional, a través de una monopolización por parte de los sellos y medios de comunicación masivos.

El mercado de la venta de discos disminuyó dramáticamente, lo que se tradujo en una política hermética de producción de artistas: fin a la inversión de artistas regionales, y bombardeo en medios de artistas «carta segura», de habla inglesa exportables a todo el mundo.

Hoy por hoy, un disco entero en vivo no solo despierta la nostalgia y la emoción de los fans de antaño que consumían y adoraban el «disco», sino que viene siendo el último aliento de la idea del «disco». Y es que ahora, la conmemoración de los 20 (o más) años de algún álbum, o la derecha tendencia de artistas vigentes y no vigentes de recurrir a esta estrategia para avivar y/o mantener sus carreras termina con los 90’s y sus resabios.

El último suspiro de un «disco» moribundo y empolvado en las góndolas de disquerías y los muebles de nuestros equipos láser desgastados.

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