Las marchas estudiantiles no hicieron más que ampliar el problema al insistir en universidad para todos y más encima gratis, cosa esta última muy distinta a lo que sí se debiera garantizar, que es el ingreso de todo joven talentoso y que, si así lo desea, pueda ingresar a dichas instituciones, pese a no contar con los recursos propios para hacerlo.
La calidad de los oficios salvo excepciones, está bastante cuestionada en nuestro país. Para mayor abundamiento de esta situación, son trabajos no muy bien mirados, lo que implica –gústenos o no– que no son demandados como alternativas de estudio y, por lo mismo, son escasas las instituciones que los imparten. Lo anterior se acrecienta debido a los altos costos que implica tener, por ejemplo, talleres mecánicos u otros similares y que son requeridos para la formación de estos oficios, muy distinto a lo que ocurre con la gran oferta de carreras universitarias. Así se conforma, junto con los bajos ingresos que perciben dichos prestadores de oficios, un círculo vicioso que perpetúa la situación.
La universidad se plantea hoy como la alternativa única, las que con gran imaginación, han comenzado a ofrecer carreras de la más diversa índole, abusando de las ingenierías y de nombre rimbombantes.
Las marchas estudiantiles no hicieron más que ampliar el problema al insistir en universidad para todos y más encima gratis, cosa esta última muy distinta a lo que sí se debiera garantizar, que es el ingreso de todo joven talentoso y que, si así lo desea, pueda ingresar a dichas instituciones, pese a no contar con los recursos propios para hacerlo. El resultado de universidad para todos es que muchos de los que ingresan a ellas no tienen ni los talentos ni las habilidades para mantenerse o para sacar las carreras en los tiempos adecuados, siendo un costo para sus familias, para el Estado y/o para sus futuros ingresos.
Es lamentable que nunca en las marchas se vio quien reclamara por mejores oficios o por nuevos centros para su estudio, lo que determina claramente quiénes eran los que marchaban, su visión estrecha y sus prejuicios.
Cambiar esta situación, que es posible, podría tener un alto impacto económico en el país, por cuanto incidiría en una serie de factores que van desde los plazos menores de estudio y, por ende, plazos también menores para generar ingresos, pasando por el desarrollo de distintos mercados asociados a los oficios, que incluye no solo los propios de cada uno de ellos, tales como máquinas, herramientas e insumos, sino que, además, los que requiere el prestador, toda vez que se considera a éste como una empresa de una persona. Así la demanda por cuentas bancarias, planes telefónicos, capacitaciones, certificaciones y todo lo que respecta a seguridad social del trabajador, debiera tener una mayor demanda.
Otro tanto está en la calidad de los servicios, en la productividad de los prestadores, lo que se espera se traduzca en una mayor satisfacción del cliente y en la mejora sustancial de los ingresos de los prestadores más destacados y de aquellos que, no siéndolo, tengan el interés y la visión por mejorar.
Por último y lo más importante, es la posibilidad de dar un abanico amplio de alternativas de estudio y que no se restrinjan a la universidad, que definitivamente, a diferencia de las consignas, no es para todos.
