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Pedagogías en la Universidad de Chile: memoria y proyección

Iván Páez
Por : Iván Páez Director ejecutivo del Programa de Educación Continua para el Magisterio (PEC) de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile.
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Fue precisamente el MINEDUC, que con la colaboración de instituciones de educación superior, implementó el Programa de Perfeccionamiento Fundamental e inició el apoyo a los Programas de Postítulos de Mención para Profesores de Segundo Ciclo de Educación Básica, ambos hitos fundamentales para el inicio de una nueva etapa en la relación del Estado con las universidades, en el ámbito del perfeccionamiento del magisterio.


Semanas atrás, el Senado de la Universidad de Chile procedió a la aprobación de las carreras de Pedagogía en Educación Parvularia y Pedagogía en Educación Básica, último requisito institucional para que formalmente la Universidad de Chile volviera a disponer de la formación pedagógica en todos sus niveles: Parvularia, Básica, Media; Postgrado y Desarrollo Profesional Continuo.

Ese hito carece de sentido si no se atienden sus antecedentes y proyecciones, toda vez que la creación de una carrera universitaria depende de un alto grado de desarrollo disciplinario, y de su capacidad de atender a los desafíos y necesidades de la sociedad, es decir, que disponga de relevancia social.

Esto, sumado a la singularidad de los procesos de acreditación y validación académica, genera la producción de carreras profesionales o programas académicos en las universidades chilenas.

Pero en este caso, no sólo hay que atender esos factores, ya importantes por sí solos. Lo que está significando el retorno de toda la formación pedagógica a la Universidad de Chile es la consistencia, coherencia, valentía y trabajo de una comunidad que nunca abandonó sus responsabilidades universitarias con el país en general y con el magisterio en particular.

[cita]Fue precisamente el Mineduc el que, con la colaboración de instituciones de educación superior, implementó el Programa de Perfeccionamiento Fundamental e inició el apoyo a los Programas de Postítulos de Mención para Profesores de Segundo Ciclo de Educación Básica, ambos hitos fundamentales para el inicio de una nueva etapa en la relación del Estado con las universidades, en el ámbito del perfeccionamiento del magisterio.[/cita]

Intencionalidad que viene a evidenciar el compromiso universitario en relación con la educación chilena y sus procesos formativos, en consideración a las necesidades de niños y jóvenes que requieren acceder a una educación que los prepare como ciudadanas y ciudadanos reflexivos, juiciosos y críticos, con competencias que les permitan convivir y desarrollarse en una sociedad compleja, dinámica y diversa.

Después de la razzia que significó separar las carreras de Pedagogía de la Universidad de Chile (1981), un importante sector de académicos, estudiantes, profesionales e intelectuales de la época, continuaron abordando labores académicas, culturales, sociales, y la defensa de la educación pública.

Destaca en ello el trabajo incesante y valiente de la FECH, que nunca dejó de demandar la vuelta del “Peda” a la Universidad de Chile, y también cabe el rol y aporte significativo de docentes como Myriam Zemelman, Julia Romeo, Mónica Llaña, Loreto Nervi, Lucía Invernizzi, Manuel Silva, María Isabel Flisfisch, Luis Vaisman, Irene Truffello o Sergio Nilo, solo por recordar a algunos, quienes sostuvieron y/o proyectaron las labores académicas en el campo de la educación y que permitieron con su labor que este momento histórico en la vida de la Universidad, sea posible.

Además, remarcar el trabajo institucional, tenaz y lúcido de la Facultad de Filosofía y Humanidades, que ni en los peores momentos de persecución arbitraria en dictadura dejó de laborar en torno a los procesos formativos y las disciplinas humanistas que los sustentan, siendo aquello clave a la hora de pensar nuevos enfoques para la formación pedagógica, y que se concretó hace 20 años atrás cuando se creaba el Programa de Investigación en Estudios Pedagógicos (1994), el actual DEP.

La creatividad, excelencia y pertinencia de esa formación postlicenciatura ha sido pionera en Chile, permitiendo una mejorada formación pedagógica con una sólida formación disciplinaria de base.

También la visión universitaria para crear el Programa de Educación Continua para el Magisterio, el PEC –que ya cumple 15 años de existencia– da cuenta de un trabajo universitario comprometido con la educación pública del país y con las necesidades de formación profesional permanente de nuestra sociedad actual.

Fue precisamente el Mineduc el que, con la colaboración de instituciones de educación superior, implementó el Programa de Perfeccionamiento Fundamental e inició el apoyo a los Programas de Postítulos de Mención para Profesores de Segundo Ciclo de Educación Básica, ambos hitos fundamentales para el inicio de una nueva etapa en la relación del Estado con las universidades, en el ámbito del perfeccionamiento del magisterio.

El desafío actual, es abordar una actualizada relación con el mismo, que ayude a resignificar el desarrollo profesional y, por ende, repensar las metodologías para implementar una nueva política de perfeccionamiento profesional, revalidando y resignificando la profesión docente.

Por cierto, los nuevos retos no son menores. La Facultad de Filosofía y Humanidades, la de Ciencias y Ciencias Sociales, todas a cargo de la formación pedagógica, más el trabajo colaborativo de las otras unidades del Campus Juan Gómez Millas, como Bachillerato, Artes y el ICEI, y una diversidad de investigadores de la Universidad de Chile, pueden fortalecer mancomunadamente un proyecto educativo transformador al servicio del país.

Por lo mismo, no queda más que felicitar y celebrar que la Universidad de Chile recupere la formación pedagógica en todos sus niveles. Después de 125 años, cuando se creó el Instituto Pedagógico, vuelve a cimentarse en la Casa de Bello un proyecto con alcance nacional.

Por todo lo anterior, cabe un especial reconocimiento a la capacidad académica y organizacional de la Facultad de Filosofía y Humanidades, pionera en formación de profesores, a las Facultades de Ciencias y Ciencias Sociales, también herederas del Instituto Pedagógico, y a las autoridades centrales de la Universidad de Chile, por el compromiso permanente con la educación pública.

Y un saludo muy especial a quienes tienen la responsabilidad inmediata de proyectar este esfuerzo universitario. Al Departamento de Educación de FACSO, al Departamento de Estudios Pedagógicos (DEP), de la Facultad de Filosofía y Humanidades, a la Facultad de Ciencias; y por cierto al Programa de Educación Continua para el Magisterio PEC, que al alero de la misma Facultad de Filosofía y Humanidades, cumple 15 años al servicio del desarrollo profesional de los profesores y las profesoras del país.

Finalmente, destacar que esas responsabilidades se enmarcan actualmente en importantes debates y decisiones públicas. Hoy el país aborda la elaboración e implementación de una Reforma Educativa que considera la revisión, ajuste y cambios a los actuales ejes estructurales de la educación chilena.

Por lo mismo, es una muy buena oportunidad para que la Universidad de Chile incida en ese debate y sus proyecciones y, por sobre todo, que releve su contribución a la tarea de recuperar nuestra educación pública.

De esa manera también se rescatará el patrimonio que significa la obra y pensamiento de Valentín Letelier, gran artífice de la creación del Instituto Pedagógico, hace 125 años y que hoy nuevamente recobra presencia, apelando a redoblar el compromiso de académicos, estudiantes, colaboradores y profesionales que han dedicado sus labores y acciones en pos de mejorar la educación y ayudar a la construcción de una sociedad más inclusiva, democrática y justa.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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