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En la mesa no se habla de política, ni de fútbol ni de religión

¿Qué se habla entonces en la mesa?, se habla de lo que transmite la TV, cuando se habla algo. Así incluso el fútbol pasa a formar parte de las conversaciones familiares, un elemento de la triple identidad prohibido hace un tiempo pasa a ser fundamental en la mesa, pues nos interesa saber cómo nos miran desde afuera al exportar nuestros talentos futbolísticos. Pareciera que la dueña de casa sabe más del gol de Alexis Sánchez que el estudiante que llega de la escuela a comer. Qué bueno sería hablar de política, futbol y religión en la mesa.  


La política sigue siendo un tema tabú, un sinónimo de conflicto, un elemento de una triple identidad que la sociedad ha calificado de intocable en el ambiente familiar: política, religión y fútbol, a estas alturas no sé si la política se ha rebajado a la importancia del fútbol o el fútbol ha adquirido relevancia política, de igual forma creo que ambas son correctas. No pretendo referirme a la religión, pues esta nunca ha ocultado su fanatismo.

Luego de los escandalosos episodios de desprestigio político de los últimos tiempos, la prensa no ha dudado en enfatizar la decadencia de este sector. Entonces ahora la política se presenta como un tema tabú, sinónimo de conflicto y sinónimo de corrupción.

Consecuencia inmediata de esta clasificación colectiva es la preocupante participación ciudadana en decisiones políticas, desde el más básico deber civil de sufragio a la participación en instancias concretas de militancia.

[cita] ¿Qué se habla entonces en la mesa?, se habla de lo que transmite la TV, cuando se habla algo. Así incluso el fútbol pasa a formar parte de las conversaciones familiares, un elemento de la triple identidad prohibido hace un tiempo pasa a ser fundamental en la mesa, pues nos interesa saber cómo nos miran desde afuera al exportar nuestros talentos futbolísticos. Pareciera que la dueña de casa sabe más del gol de Alexis Sánchez que el estudiante que llega de la escuela a comer. Qué bueno sería hablar de política, futbol y religión en la mesa.[/cita]

Este panorama me remonta al origen del Movimiento Gremialista de la Universidad Católica y a la consolidación del MIR en la Universidad de Concepción. Ambos movimientos nacidos de partidos poco representativos para la juventud de la época. Claro está que el alineamiento político no es una prioridad de la ciudadanía hoy en día, incluso dentro de las universidades la adherencia a los partidos ha perdido fuerza, siendo sustituida por la creación de los llamados “Colectivos universitarios”.

Este sentimiento de nula representatividad se acentúa con la inamovilidad de los personajes políticos, los candidatos a la presidencia del PS durante las elecciones pasadas son una clara muestra de la nula renovación de sus representantes, cuestión caricaturizada a la perfección en un periódico nacional, haciéndose una analogía con el descubrimiento del “Dinosaurio Chileno”.

¿Qué se puede hacer entonces?: todo.

La formación de un ciudadano no comienza al cumplimiento de su mayoría de edad, la conciencia ciudadana se adquiere desde la familia a la escuela.

Sin embargo, nos topamos con un problema histórico importante, el legado militar que durante el shock de la dictadura inculcó a las familias de clase media no discutir de política en la mesa. Esta idea también se instauró en la clase obrera y campesina, cuya prioridad sería la producción, acabando por completo con la tradición sindicalista de estos sectores sociales.

Por otro lado, el término de la Educación Cívica más contemporáneamente en las escuelas terminó por extirparle a la sociedad esa necesidad de participación política tan añorada de épocas pasadas.

De esta forma, ya no se puede hablar de política ni en la mesa ni en el colegio, se le ha negado a la ciudadanía toda incursión por este ámbito, pero a la vez se le critica por no participar.

¿Qué se habla entonces en la mesa?, se habla de lo que transmite la TV, cuando se habla algo. Así incluso el fútbol pasa a formar parte de las conversaciones familiares, un elemento de la triple identidad prohibido hace un tiempo pasa a ser fundamental en la mesa, pues nos interesa saber cómo nos miran desde afuera al exportar nuestros talentos futbolísticos. Pareciera que la dueña de casa sabe más del gol de Alexis Sánchez que el estudiante que llega de la escuela a comer. Qué bueno sería hablar de política, futbol y religión en la mesa.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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