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Cónclave: la falta de liderazgo de la Presidenta

Rafael Urriola U.
Por : Rafael Urriola U. Director Área Social Chile 21
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Así empezó la Presidenta Bachelet su intervención: “Hemos convocado a este encuentro de trabajo –o cónclave como le dice la prensa– para fijar nuestra Hoja de Ruta como Gobierno de la Nueva Mayoría, y dialogar en torno a las tareas que nos van a permitir dar un nuevo impulso a nuestra acción por Chile”.

Después de intentar identificar épicamente a quienes estaban en el cónclave, lo cual deja de ser emocionante a la luz de los acontecimientos y dudas que caben sobre los líderes allí presentes, la Presidenta dijo: “Hoy, como efecto de nuestros propios avances, la sociedad chilena ha cambiado, exige más y puede más”.

“Hay que recordar –dijo la Presidenta– que aprobamos la Ley de Inclusión en Educación y la Reforma Tributaria; terminamos con el Sistema Electoral Binominal y aprobamos la reforma constitucional que permite el voto de los chilenos en el extranjero; cambiamos el panorama energético del país; aprobamos el Acuerdo de Unión Civil, y estamos impulsando una agenda histórica de transparencia y contra la corrupción en los negocios y en la política”.

[cita] Al igual que en  situaciones anteriores todos salieron apoyando a la Presidenta, pero cada uno cuando debe explicarlo, más bien se apoya a sí mismo. Esto es una manifestación clara de la falta de liderazgo político de la Mandataria y de que quedó huérfana de equipo. Ya no se puede esperar conducir un país como Chile solo con golpes de timón o imágenes napoleónicas, y esto deben pensarlo varios presidentes, tanto recientes como futuros. [/cita]

Este párrafo es de máxima importancia porque, justamente, todo lo que la Presidenta llama logros es entendido, por una importante proporción de quienes votaron por ella, como un “saltito” lleno de transacciones y contradicciones y en que, ni siquiera, se sabe de su continuidad –como en la Reforma Tributaria– o de si se aplicará oportunamente como en el voto de los chilenos en el exterior; ni, menos, en qué consistirá la agenda contra la corrupción. Un dirigente gremial opinó: “No se sale de las frases sin contenidos… ya nadie le cree”. Ciertamente, en las circunstancias actuales es necesario por sobre todo lograr credibilidad en lo que se ofrece o promete y, para eso, lo primero, es que se sea claro, conciso, creíble, acotado y, por sobre todo, que ojalá no tenga necesidad de “letra chica”.

La Presidenta señaló: “… en la Nueva Mayoría. Unos quisieran ir más rápido y otros quisieran ir más lento”. Este es un error fundamental, porque el problema es que unos quisieran ir para un lado y, otros, para el lado contrario. Por ejemplo, en la reforma tributaria hay quienes quieren mantener los privilegios de las grandes empresas evitando que se elimine o reduzca el FUT. Los otros quieren eliminar el FUT. Este no es un problema de gradualidad hacia una misma dirección sino que unos quieren ir hacia una dirección y los otros a la opuesta. ¡No es problema de velocidad, Presidenta, sino de dirección!

“Nuestro objetivo político –indica el discurso– es garantizar que los cambios que comprometimos ante la ciudadanía tengan una base sólida para perdurar”. Es decir, lo que se comprometió  puede ya no estar vigente si no hay bases para que perduren o se sostengan. Cualquiera entiende que esto significa que todo está “por verse”.

Al expresar las posibilidades en la educación la Presidenta manifestó: “Como segundo adelanto, en 2017 se sumarán a la gratuidad todas las instituciones que cumplan con los criterios que se definan en el nuevo marco regulatorio de la Educación Superior y se avanzará más allá del 50% más vulnerable”. Como ya se ha destacado, ni los criterios, ni las instituciones, ni la vulnerabilidad están claramente especificados. El Mineduc está plagado de preguntas que aún no tienen respuesta.

Como sea, el discurso de la Presidenta dejó mucho que desear para quienes esperaban salir con claridad en el futuro de la coalición. En los analistas –por ejemplo, en el grupo de análisis de coyuntura de Chile 21– primó ampliamente la idea de que la Presidenta no podía cambiar la percepción de su Gobierno porque se enfrenta a “dos almas” en su interna (la de la Nueva Mayoría) que le hacen imposible tomar una decisión sin arriesgar la escisión del lado opuesto.

Al igual que en situaciones anteriores todos salieron apoyando a la Presidenta, pero cada uno cuando debe explicarlo, más bien se apoya a sí mismo. Esto es una manifestación clara de la falta de liderazgo político de la Mandataria y de que quedó huérfana de equipo. Ya no se puede esperar conducir un país como Chile solo con golpes de timón o imágenes napoleónicas, y esto deben pensarlo varios presidentes, tanto recientes como futuros.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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