¿Se coló o no se coló la Universidad Autónoma?
Revisando el sitio web de esta polémica universidad, puede verse que a) está acreditada por 4 años, y b) tiene requisitos de admisión tales como puntaje mínimo definido carrera por carrera, y/o criterios de ranking de notas, lo cual es muy adecuado.
Sus puntajes PSU mínimos de corte están en su web, y son harto menores que los de la Universidad de Chile o la PUC, pero eso es propio de la mayoría de las Universidades, incluso del CRUCH. Así fue como se masificó la educación superior en Chile, triplicando la matrícula en quince años, con alumnos de menor nivel académico.
También aparece claro que en la Universidad Autónoma han contratado una cantidad importante de académicos con doctorado en el último par de años.
Por ende, da la impresión de que, si la información del sitio web es correcta, la Universidad Autónoma no se coló a la gratuidad, con las reglas actuales de la glosa presupuestal del 2016, y muy posiblemente del 2017.
Otra cosa muy diferente es que es vox populi que en los años previos a la revolución estudiantil del 2011, sus controladores lucraron, admitieron masivamente alumnos, expandieron sus sedes, y a la vez dejaron a la propia Universidad con un patrimonio considerable, lo que les ha permitido sanear la calidad de la misma. Muy posiblemente, este lucro previo no va a ser penalizado (al igual que en el caso de la USS, la UAB, Las Américas y tantas otras de las 12 investigadas hoy), porque la ley de su momento no tipificó el lucro como delito.
Como dijo un comentarista en las redes sociales: «Lo comido y lo lucrado no me lo quita nadie».
Pero esas universidades continuarán impertérritas en lo institucional, y posiblemente no tendrán en su Directorio empresas controladoras con fines de lucro. Ya no las necesitan. Son o serán corporaciones sin fines de lucro, con directores como personas naturales.
En suma, guste o no guste, el «modelo» totalmente desregulado por décadas permitió a varias Universidades privadas masivas acumular una cantidad de plata sideral, y hoy día pueden transitar a ser Universidades verdaderamente sin fines de lucro, con infraestructuras majestuosas, y que podrán contratar y/o levantarse con buenos sueldos a muchos académicos de las mejores Universidades de Chile o del extranjero. Ha ocurrido y seguirá ocurriendo.
Mientras tanto, las Universidades estatales fueron completamente estranguladas burocráticamente, siendo obligadas hasta hoy a funcionar como si fueran ministerios, cosa inédita en el mundo, y francamente estúpida. Esa es la explicación central de por qué las estatales no pudieron aumentar su participación relativa en la matrícula universitaria, sino más bien, disminuirla, al 14% del total en la actualidad.
[cita tipo=»destaque»]En suma, guste o no guste, el «modelo» totalmente desregulado por décadas permitió a varias Universidades privadas masivas acumular una cantidad de plata sideral, y hoy día pueden transitar a ser Universidades verdaderamente sin fines de lucro, con infraestructuras majestuosas, y que podrán contratar y/o levantarse con buenos sueldos a muchos académicos de las mejores Universidades de Chile o del extranjero. Ha ocurrido y seguirá ocurriendo.[/cita]
Así por ejemplo, la suma de la matrícula de la Universidad Andrés Bello y Las Américas (ambas de Laureate) superan a la suma de la Universidad de Chile y la USACH. ¿Cómo se va a abordar todo esto en la Ley de Educación Superior, en la dura discusión que se avecina en el Congreso? No sabemos.
Pero lo que es perfectamente claro es que, si quedan algunas Universidades privadas con muchos recursos económicos, saneadas académicamente, habiendo transitado de facto a ser sin fines de lucro, y no adscritas a la gratuidad, por no gustarles las restricciones de la nueva Ley, éstas pasarán a ser el equivalente de los colegios particulares pagados, ofreciendo los mejores sueldos académicos de ese mercado laboral gracias a su gran escala, y la segregación social del sistema de educación superior se profundizará aún más.
Tendremos así las Universidades para «los hijos de papi» y las Universidades de clase media alta, media media y media baja. Y las estatales, funcionando como ministerios, seguirán penando aunque se les dé un poco más de gasolina. Esto ya es así, pero se agravará. Menudo dilema, que en el fondo muestra lo difícil que es transitar del caos mercantilizado a un orden necesario. Por eso mismo es que hay que hacerlo gradualmente y con mucho cuidado.
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