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La centroderecha chilena en la encrucijada con la Estrategia Nacional del Litio Opinión

La centroderecha chilena en la encrucijada con la Estrategia Nacional del Litio

Fabián Bustamante Olguín
Por : Fabián Bustamante Olguín Doctor en Sociología, académico Departamento de Teología Universidad Católica del Norte, Coquimbo.
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La seguridad es ciertamente importante, máxime en estos días, pero es ahora donde la centroderecha se encuentra en una encrucijada crucial en la historia de la democracia: ¿cómo canalizar políticamente este pathos conservador producto de la crisis de seguridad en un proyecto político integral y fructífero para el país? Para ello, podría abrir temas contingentes claves, como la posibilidad de una AFP estatal o el apoyo a la Estrategia Nacional del Litio.


La centroderecha chilena está en un momento en que debe reflexionar profundamente sobre sus postulados, conceptos y estrategias para enfrentar el Gobierno de Gabriel Boric. En este contexto, la centroderecha se encuentra en una “camisa de fuerza”, sin resolver, demasiado preocupada por cuestiones económicas. No es baladí, porque carece de relato con mayores dimensiones (ecológicas, sociales, culturales), que muestren la complejidad cognitiva que algunos autores de derecha han señalado (Hugo Herrera o Daniel Mansuy). De hecho, la falta de narrativa proviene de una obsesión implacable con la dimensión económica, sin cuestionar los fundamentos epistemológicos. Pero la economía es solo una dimensión de la vida social.

La pregunta es: ¿qué acontece con las dimensiones restantes? La centroderecha chilena tiene una oportunidad histórica de buscar y reexaminar sus diversas tradiciones de pensamiento y tradiciones ideológicas (en los términos de la socióloga Stèphanie Alenda) para obtener ideas y discursos que permitan desarrollar estrategias y un nuevo repertorio para el Chile del siglo XXI. Si esto no se hace, la centroderecha se quedará no solo sin una respuesta política en los debates políticos, sino también sin un proyecto político creíble para Chile en el presente y futuro. La noción de proyecto se entiende como un ideal diferencial en el tiempo con potencial de materialización institucional.

La seguridad es ciertamente importante, máxime en estos días, pero es ahora donde la centroderecha se encuentra en una encrucijada crucial en la historia de la democracia: ¿cómo canalizar políticamente este pathos conservador producto de la crisis de seguridad en un proyecto político integral y fructífero para el país? Para ello, podría abrir temas contingentes claves, como la posibilidad de una AFP estatal o el apoyo a la Estrategia Nacional del Litio.

El antiestatismo de la centroderecha puede reevaluarse y pensar en el bien del país. Además, la derecha chilena no siempre ha sido antiestatista. En la literatura especializada se encuentran tradiciones ideológicas en las derechas que sí han apoyado el rol del Estado en la economía. En el debate de hoy, el desarrollo económico (no crecimiento económico) no puede ser ignorado si la centroderecha quiere construir un país reconocido internacionalmente. Chile no puede destacarse exportando materias primas y servicios. El esfuerzo político de la centroderecha –y de todas las coaliciones políticas– es crear valor agregado para el país, especialmente convencerse de que el desarrollo económico es posible, al menos para transformarse en un país semiperiférico, en los términos de Immanuel Wallerstein.

En última instancia, la reestructuración del proyecto de la centroderecha tendrá un impacto positivo en el mantenimiento de un sistema democrático basado en la discusión política. Y, por supuesto, para evitar que la actual se agrave. La centroderecha chilena en su configuración ideológica siempre presentó particularidades respecto de las derechas latinoamericanas. La encrucijada es precisamente eso: una oportunidad de transformarse en centroderecha con integridad amplia, temática y discursiva.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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