Otro que se merece un párrafo es el presidente del fútbol chileno. Pasan los días y Pablo Milad brilla por su silencio. Él es el máximo líder del fútbol chileno y, tras la bochornosa jornada del Estadio Nacional, era el primero que debía dar la cara, pero sigue ausente.
En la vida cuesta mucho hacer una pérdida. Desde un ser querido a un trabajo, una relación o simplemente algo material.
Y en nuestro fútbol llegó el momento de hacer la pérdida. La derrota ante Bolivia, histórica –sin menospreciar al conjunto albiverde– nos hizo tocar fondo. Chile jamás había caído de local ante los bolivianos jugando clasificatorias. Es más, Bolivia después de 31 años, vuelve a sumar tres puntos jugando de visita. Un papelón.
¿Lo más grave? Primero, el técnico ve un partido que no fue. Decir que Chile mereció ganar está lejos de la realidad del encuentro. Chile generó casi nulas chances de gol. El equipo se vio sin ideas, chispa y claridad. Bolivia aprovechó dos errores graves de coordinación y supo concretar.
La mayoría de los jugadores tuvieron una jornada para el olvido. Incluso, algunos que son fijos para Gareca debieron ser sustituidos antes de terminar el primer tiempo. El equipo viene en caída libre en cada partido.
Lo de Brereton fue realmente un bochorno. Si bien el futbolista se vio ansioso y con algunos yerros al momento de controlar el balón, Gareca lo sustituyó antes de terminar el primer tiempo, no siendo el responsable del mal momento de la Roja. Literalmente lo mató. Si Gareca no lo tiene en sus planes o no le gusta la forma de juego del delantero nacido en Inglaterra –tiene todo el derecho de nominar y colocar a quien estime conveniente–, no era la forma de cargarse al jugador.
Otro que se merece un párrafo es el presidente del fútbol chileno. Pasan los días y Pablo Milad brilla por su silencio. Él es el máximo líder del fútbol chileno y tras la bochornosa jornada del Estadio Nacional era el primero que debía dar la cara, pero sigue ausente. La mesa directiva sigue dando muestras de inoperancia y lo poco y nada que les importa todo esto.
Entonces, ¿no será mejor hacer la pérdida, sincerar que no estamos para clasificar al Mundial con más cupos de la historia y que el nivel que mostramos no da para competir?
Mejor tocar fondo y tratar de comenzar todo desde cero, apostar definitivamente a jugadores jóvenes y que están pidiendo una oportunidad, dar las gracias a los últimos jugadores de la generación dorada y salir a respirar.
Hagamos la pérdida, porque esto no tiene vuelta.