Esta división en la DC entre los “autocomplacientes” y los “autoflagelantes” persiste hasta ahora en diversas formas.
La Democracia Cristiana chilena fue el principal partido del país durante muchos años, al menos un cuarto de siglo, si no se incluyen los años de la dictadura. Posteriormente ha tenido una sostenida declinación, desde diversos puntos de vista. Una manera de medir este retroceso es examinar el número de diputados oficiales elegidos en el tiempo.
Esta pérdida de poderío y de su votación ha sido por diversos motivos, como suele ocurrir en la historia política, lo que se intentará examinar en estas líneas.
En su época de mayor éxito se distinguieron figuras destacadas en el país, incluso Presidentes de la República como Eduardo Frei Montalva, su hijo y Patricio Aylwin, a quienes se sumaron Radomiro Tomic, Gabriel Valdés, Bernardo Leighton y otros, en una época de grandes líderes políticos, como Salvador Allende, Jorge Alessandri, Carlos Ibáñez, Sergio Onofre Jarpa y Raúl Ampuero.
A pesar de su importancia en el restablecimiento de la democracia, los anteriores no tuvieron sucesores con iguales liderazgos. Este es un fenómeno que no solo ocurrió en Chile; paulatinamente perdieron su importancia en Latinoamérica Perón, Fidel Castro y el Che Guevara y, en otras latitudes, figuras como Stalin, Churchill, Mao Zedong y Mahatma Gandhi.
En el caso de la Democracia Cristiana, el reemplazo de las grandes figuras no ocurrió por diversos motivos: no las hubo o no las dejaron surgir. Las antiguas mantuvieron su predominio o el auxilio de la dictadura, a pesar de sus profundas discrepancias.
En la última fase del Gobierno de Frei Montalva empiezan a aparecer discrepancias internas entre los militantes, que dieron origen a las primeras divisiones partidarias, como fue la formación del MAPU, que apoyó al Gobierno de Allende y, posteriormente, la Izquierda Cristiana, con una orientación similar.
El liderazgo de los partidos de izquierda lo asumieron con decisión segmentos jóvenes: Rodrigo Ambrosio, Óscar Guillermo Garretón, Jacques Chonchol y José Miguel Insulza, entre ellos.
Esta división en la DC entre los “autocomplacientes” y los “autoflagelantes” persiste hasta ahora en diversas formas.
En la Democracia Cristina otro factor importante desde su fundación fue la Iglesia católica. En su inicio se formó la Falange Nacional, que comenzó siendo parte del Partido Conservador, el cual se dividió dando origen al Conservador Socialcristiano. La DC en su origen se creó como una unión entre la Falange Nacional y el Conservador Social Cristiano.
De allí nace su cercanía con la Iglesia católica, en que históricamente han participado segmentos tradicionales de derecha con otros más progresistas, como era el cardenal Silva Henríquez. La distancia-cercanía DC-derecha conservadora se ha mantenido hasta ahora y se expresa en diversos ámbitos, como las universidades cristianas, los colegios, el apoyo social y libros y revistas.
Estas diferencias llevaron a que la Democracia Cristiana adoptara como orientación central el “Humanisto Integral”, doctrina basada en el pensamiento y los escritos de Jacques Maritain, Emmanuel Mounier y san Alberto Hurtado, entre sus principales ideólogos. A ello se agregaban el principio de subsidiaridad, la participación del Estado como agente distributivo y el fomento a la creación de empresas de trabajadores. Por otra parte, la cercanía con los países desarrollados ha sido una ligazón de muchos años, especialmente con Alemania.
Progresivamente, las diferencias con la Iglesia católica se fueron agudizando, en especial cuando de desarrollan las doctrinas de curas obreros, abiertamente de izquierda.
El alejamiento se profundiza cuando la Iglesia empieza a cambiar desde su orientación “tercerista” hacia el propósito de “cristianizar el capitalismo”, como señalan algunos pontífices.
En la actualidad las divisiones de la DC han dado origen a varios movimientos políticos, como el partido oficial, Amarillos y Demócratas. Sin embargo, tal como lo señaló la alcaldesa Carolina Leitao, “el principal problema de la DC hoy es de relación humana, de trato y convivencia, aunque creen en el humanismo cristiano y el comunicarismo”.
El retraso de los democratacristianos para enfrentar y orientar, que atraviesa por una crítica situación, está no solo en aspectos comunicacionales, sino en la carencia doctrinal y su incapacidad para buscar soluciones a los problemas que generan la insatisfacción social, como son el estancamiento económico, la violencia ciudadana, el narcotráfico, la inmigración descontrolada y la carencia de solución a las carencias, como son la educación, salud, vivienda, ocupación laboral y medio ambiente.