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Un país cuya ciudadanía se aleja de la polarización y exige entendimiento Opinión

Un país cuya ciudadanía se aleja de la polarización y exige entendimiento

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Camilo Herrera
Por : Camilo Herrera Director Ejecutivo 3xi
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Es hora de liberar a la ciudadanía del juego de la polarización y devolverle la confianza en que sus instituciones pueden resolver sus problemas. Así podremos avanzar juntos hacia el país que anhelamos.


Estimado lector: ¿ha llegado a sentirse parte de una ciudadanía presa de una élite política distraída y cortoplacista, que no sabe canalizar las demandas ni los avances que exigen las personas?

Mientras la gente busca acuerdos y soluciones concretas a problemas como seguridad, educación, salud y pensiones, la dinámica de la política parece priorizar la confrontación y la fragmentación por sobre el bienestar colectivo. Esta desconexión no solo agota, sino que pone en peligro la confianza en nuestras instituciones y en la democracia misma.

Los últimos resultados electorales nos muestran a una ciudadanía que, con su voto, se aleja del clima de polarización y quiere dejar atrás las trincheras para avanzar con diálogo y colaboración.

El Segundo Estudio de Polarizaciones, realizado por la Corporación 3xi y Criteria, revela ese mismo camino: la ciudadanía está practicando y demandando entendimiento. Tanto en las izquierdas como en las derechas se observa mayor flexibilidad en sus clásicas posturas identitarias y una disposición creciente al diálogo.

Este avance, que debería ser motivo de inspiración, corre el riesgo de diluirse rápidamente, ya que las reglas de nuestro sistema político tienen amplios incentivos para que sus actores busquen la atomización. La confianza, base de cualquier democracia saludable, no se construye con discursos vacíos ni promesas incumplidas. Se edifica paso a paso, cumpliendo compromisos y honrando la palabra empeñada.

Existe una amplia conciencia de que, con los actuales niveles de fragmentación, no hay gobernanza posible. Aunque todos los sectores parecen comprender la urgencia de un cambio, los ciudadanos aún no observamos señales claras de que estemos caminando en esa dirección.

Corresponde a la clase política, entonces, estar a la altura de esta madurez social. Ahora que las elecciones han terminado y antes de que se desplieguen las próximas, parece haberse abierto una ventana de confianza. Este tipo de momentos son propicios para que nuestros líderes aprovechen la oportunidad de construir consensos con generosidad, liderazgo y altura de miras.

Chile merece una clase política que respete a su ciudadanía, que sea capaz de transformar los desafíos en oportunidades y que entienda que el diálogo no es una debilidad, sino una herramienta esencial para construir el futuro. Un acuerdo para la reforma del sistema político no solo es una demostración de que el entendimiento y el progreso son posibles, sino un paso habilitante para abordar los urgentes desafíos de nuestra sociedad.

Es hora de liberar a la ciudadanía del juego de la polarización y devolverle la confianza en que sus instituciones pueden resolver sus problemas. Así podremos avanzar juntos hacia el país que anhelamos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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