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Porción marina de parques y reservas nacionales de la Patagonia es reconocida en mapas oficiales Opinión

Porción marina de parques y reservas nacionales de la Patagonia es reconocida en mapas oficiales

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Aldo Farías Herrera y Annelore Hoffens Wenze
Por : Aldo Farías Herrera y Annelore Hoffens Wenze Aldo Farías Herrera, coordinador de Conservación, Programa Austral Patagonia UACh Annelore Hoffens Wenzel, coordinadora de Comunicaciones, Programa Austral Patagonia UACh
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Celebramos este hito y reafirmamos nuestro compromiso de seguir aportando –desde la investigación aplicada– a la conservación efectiva del patrimonio natural y cultural que reviste la Patagonia chilena.


Hay hitos que ocurren silenciosos, modestos, pero no por ello son menos relevantes; todo lo contrario. A fines de febrero, el Ministerio de Bienes Nacionales actualizó la información sobre áreas protegidas en su plataforma de Infraestructura de Datos Geoespaciales del Ministerio de Bienes Nacionales (IDE MBN), incorporando algo que –a ojos de muchos– podría pasar inadvertido, pero que representa un gran avance hacia la protección marina: por primera vez se reconoce cartográficamente que siete áreas protegidas de la Patagonia incluyen una importante porción marina dentro de sus límites. 

Si bien son áreas cuyos decretos de creación ya indicaban que sus perímetros abarcan una porción marina costera, lo cierto es que eso no se había traducido a la cartografía oficial de Chile, es decir, los mapas que manejan el Ministerio de Bienes Nacionales, el Ministerio del Medio Ambiente o la Subsecretaría de Pesca, entre otros, no daban cuenta de que estos parques y reservas nacionales eran mucho más que tierra. 

Hablamos de las reservas nacionales Kawésqar, Las Guaitecas y Katalalixar, y de los parques nacionales Bernardo O’Higgins, Alberto de Agostini, Laguna San Rafael e Isla Magdalena, cuyas porciones marinas suman más de 6.3 millones de hectáreas de ecosistemas costero-marinos que, estando legalmente bajo protección del Estado, en la práctica estaban excluidas de los esfuerzos y presupuestos de gestión y protección costero-marinos. En cambio, estaban expuestas a los impactos de actividades incompatibles con la conservación de la biodiversidad, siendo la más evidente la acuicultura industrial y sus 411 concesiones dentro de las áreas protegidas del Estado.

La omisión de los límites marinos de parques y reservas nacionales además ha tenido su correlato en catastros internacionales de áreas protegidas, como Protected Planet. Así, las cifras de cobertura marina expuestas por Chile en estas plataformas han estado subvaloradas, por un lado, y no han representado correctamente a todas las ecorregiones de la Patagonia que están bajo protección, por otro.

Hace unos 7 años un grupo de destacados científicos nacionales, coordinados por el Programa Austral Patagonia de la Universidad Austral de Chile y el Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), comenzamos a evidenciar la existencia de la porción marina en esas siete áreas protegidas, y a destacar la oportunidad que representa su gestión efectiva junto a otras figuras de conservación marina costera existentes –como los parques marinos–, para generar un sistema integrado de protección que beneficie a la biodiversidad ya la sociedad.

El levantamiento de información dio origen a la publicación de un capítulo especial sobre el tema dentro del libro Conservación en la Patagonia Chilena, editado por el Premio Nacional de Ciencias, Prof. Juan Carlos Castilla, entre otros científicos renombrados. Asimismo, de este trabajo científico surgieron documentos técnicos, informes y archivos con cartografía actualizada, que fueron presentados y puestos a disposición de diversas entidades del Estado, desde el Ministerio de Bienes Nacionales hasta el Comité Nacional de Áreas Protegidas del Estado (CNAP). 

Poco a poco comenzaba a entenderse la importancia de regularizar los límites marinos de estas áreas protegidas, sin embargo, seguían invisibles en el mapa, hasta ahora. Es ahora cuando, sin revuelo alguno, los siete parques y reservas nacionales de la Patagonia comienzan a lucir su porción y límites marinos en los mapas oficiales del Estado, por primera vez desde su creación. 

Son pequeños, pero grandes pasos para seguir avanzando hacia la gestión de áreas marinas protegidas; hacia la conservación de sus ecosistemas y biodiversidad, y hacia el bienestar de las comunidades que dependen de ellas. Celebramos este hito y reafirmamos nuestro compromiso de seguir aportando –desde la investigación aplicada– a la conservación efectiva del patrimonio natural y cultural que reviste la Patagonia chilena.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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