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A. Repetto: “El reajuste a 200 mil pesos no es especialmente generoso considerando la situación económica actual”. Economista de la UAI por debate del salario mínimo

A. Repetto: “El reajuste a 200 mil pesos no es especialmente generoso considerando la situación económica actual”.

La profesional que lideró una contundente propuesta de reforma al Código Laboral a mediados de 2011, que apuntaba a impulsar un cambio integral al sistema y que fue presentada a diversos actores, entre los que se contaron parlamentarios, sindicatos, y el gobierno. La propia ministra del Trabajo, Evelyn Matthei, dio señales positivas al respecto, pero a casi dos años, la iniciativa duerme en algún escritorio y está lejos de llegar a ser discutida en el Congreso.


En junio de 2011 la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), liderado por la economista Andrea Repetto, entregó una contundente propuesta de reforma al Código Laboral que apuntaba a hacer un cambio integral al sistema y terminar con un mercado del trabajo caracterizado por una alta rotación laboral, bajos salarios, poca negociación colectiva, escaza sindicalización y baja productividad.

Hoy, luego de casi dos años, la iniciativa desarrollada por Ricardo Solari, ex ministro del trabajo, Marcelo Albornoz, ex director del Trabajo y Francisco del Río, asesor legislativo en áreas laborales, y que inicialmente también contaba con el apoyo del ex ministro de Defensa y actual candidato presidencial, Andrés Allamand, duerme en algún escritorio esperando ser discutido algún día en el Congreso.

Ello, a pesar de que fue ampliamente difundida entre parlamentarios, sindicalistas, gremios empresariales y el propio gobierno. Y de que al momento de ser presentada, Repetto auguraba que sería aprobada la idea de legislar. Pero nada pasó, y, tal como explica la economista, “la tarea quedará para la próxima administración”.

Según detalla la profesora titular del Centro de Políticas Laborales de la UAI, la iniciativa estaba marcada por dos características esenciales: integralidad, ya que “los temas laborales suelen discutirse de manera aislada y parcial, lo que naturalmente dificulta conseguir acuerdos. Cuando la propuesta toma aspectos variados y abarca temas de interés  amplio, tiene más probabilidades de generar acuerdos en la medida en que otorga espacio para que cada parte pueda ceder al algún área a cambio de obtener algo que desea”. La segunda característica “se refiere a su balance en el sentido en que ofrece una base amplia de temas y mecanismos de negociación, respondiendo tanto a las necesidades de los trabajadores de mejores condiciones laborales como de los empleadores de mayor productividad.”

[cita]Cuando se dice que Chile está ad portas del desarrollo porque alcanzará el ingreso per cápita de los países desarrollados, se olvida recordar que ese ingreso per cápita lo alcanzan unos pocos, porque nuestra distribución del ingreso es brutalmente desigual. Por ejemplo, en Portugal, uno de los países con los que las autoridades suelen compararnos en términos de PIB per cápita, la distribución del ingreso es tal que, al menos, la mitad de las personas cuentan con ingresos iguales al per cápita o más. En Chile sólo los deciles más ricos alcanzan el per cápita.[/cita]

-Tras hacer pública la propuesta ¿qué acogida tuvo?

-En general el trabajo tuvo una buena acogida en el sentido de tratarse de un trabajo que por primera vez ofrece una mirada global al Código y que constituye una base sobre la cual avanzar la discusión. Evidentemente, cada subpropuesta por sí sola puede generar acuerdo o desacuerdo, pero la mirada global es lo que entrega atractivo y potencial de generar avances reales en los temas laborales. El trabajo fue presentado a parlamentarios, sindicalistas, gremios empresariales, centros de estudios y círculos académicos. También fue entregado al gobierno, siempre con buena acogida.

-También conversaste con la ministra del Trabajo, Evelyn Matthei al respecto, ¿en qué se tradujo eso?

-Desde que asumió, la visión de la ministra ha sido la de no llevar al Congreso proyectos que no tengan acuerdos previos. Pero los acuerdos no se generan por sí solos, se requiere de liderazgo político. Y es el gobierno el que debe asumir ese liderazgo si de veras cree que este es un tema crucial para el país. También me parece una pena no haber aprovechado la coyuntura de alto crecimiento económico y de empleo para llevar adelante esta discusión. Siempre es más difícil acordar cambios de esta naturaleza cuando hay crisis. En fin, este gobierno ya perdió la oportunidad. La tarea quedará para la próxima administración. La discusión laboral debiera ser parte esencial del debate electoral este año, y espero que el próximo gobierno se aboque a conseguir los acuerdos necesarios para lograr avances reales.

-Tú señalabas en una entrevista a este medio en 2011 que sin una reforma laboral seguiríamos siendo «un país a mitad de camino» ¿ha habido algún cambio de esta escenario?

-Las cifras promedio siempre esconden variación. Cuando se dice que Chile está ad portas del desarrollo porque alcanzará el ingreso per cápita de los países desarrollados, se olvida recordar que ese ingreso per cápita lo alcanzan unos pocos, porque nuestra distribución del ingreso es brutalmente desigual. Por ejemplo, en Portugal, uno de los países con los que las autoridades suelen compararnos en términos de PIB per cápita, la distribución del ingreso es tal que, al menos, la mitad de las personas cuentan con ingresos iguales al per cápita o más. En Chile sólo los deciles más ricos alcanzan el per cápita. Para ilustrar esta brecha, en una columna que publiqué en un medio hace un par de años, mostré que si al 2018 alcanzamos el PIB per cápita de país desarrollado, pero nuestra distribución del ingreso permanece intacta, el 20 % más pobre vivirá como se vive hoy en promedio en el Congo, mientras que el 20 % más rico vivirá como se vive hoy en Luxemburgo. Para modificar esta situación se requiere reformas profundas en muchas áreas. Una de ellas es la laboral. Es en el mercado laboral donde se juega una buena parte de la distribución del ingreso, de la incidencia de la pobreza, y del bienestar de las familias en términos más generales. No podemos aspirar a ser un país desarrollado con tantas familias viviendo rezagos de oportunidades tan enormes. Las modificaciones al código laboral son un elemento esencial en corregir aquello.

-A un paso de lograr el “pleno empleo”, con una tasa de desocupación de 6 %, y a punto de superar la barrera de Producto Interno Bruto (PIB) per cápita de 20 mil dólares, el escenario económico y laboral en Chile parece pasar por un excelente momento. ¿Estas cifras reflejan la realidad o, como señalabas, esconden una enorme desigualdad?

-No pueden ser interpretadas sin tomar en cuenta una serie de aclaraciones, como que “el concepto de pleno empleo es un término que utilizan los macroeconomistas para indicar un nivel tal en que existen riesgos de que la inflación se acelere. Ello no significa que todas las personas en edad y capacidad de trabajar tengan un empleo. De hecho, los grandes rezagos en participación laboral femenina y de jóvenes en Chile contradicen lo que más popularmente se entiende como “pleno empleo”. Respecto de la cifras mismas, nuevamente hay que ser cuidadosos con evaluar sólo el promedio. No hay duda alguna de que la economía como un todo está pasando por un buen momento. Que los salarios y empleo crezcan es una buena noticia. Pero no hay que olvidar que la situación de las familias es heterogénea y que en nuestro país conviven diferencias sustanciales. Por ejemplo, un empleo al salario mínimo, luego de descontar las imposiciones previsionales, apenas mantiene a una familia de dos a niveles bien cercanos a la línea de pobreza. Una economía sana genera más oportunidades, pero es en parte trabajo de la regulación el que estas alcancen a todos.

-La propuesta que lideraste apunta a la necesidad de modificar sustancialmente el modelo ideado por José Piñera e impuesto durante la dictadura militar, cuestionando de pasada ese discurso que pone a Chile como un país modelo en el área económica. No ha habido señales de que se avance en esto…

-El legado laboral ha tenido como base la idea de que el mercado laboral es como cualquier otro, en el que se transan horas de servicios a precios que reflejan la productividad de los trabajadores y una idea de cuánto es su “costo de oportunidad”. Yo creo que la realidad está muy lejos de eso. Es un mercado laboral segregado, en que las oportunidades no están repartidas de acuerdo al mérito o al esfuerzo, en que las relaciones son muchas veces asimétricas, en las que se confunde negociación y diálogo con confrontación y conflicto.  La regulación debe hacerse cargo de la realidad laboral, y no de un ideario particular.

Pensiones y Bono marzo

Las cifras que se han sincerado en estos meses sobre las bajísimas pensiones que recibirá gran parte de los trabajadores y que les entregarán las AFP ¿son una señal que va en la dirección de la necesidad de cambios?

-Todo ello lo sabemos desde hace algún tiempo, y de hecho fue la mayor motivación del trabajo de la reforma del 2008. El sistema está pensado para un mercado laboral en el que los trabajadores tienen continuamente acceso a empleos formales dependientes. Pero ese no es el caso de buena parte de los trabajadores en Chile. La rotación es tan alta, que casi la mitad de los trabajadores bajo contratos indefinidos no alcanza a cumplir un año en su empleo. En esas condiciones, es difícil esperar acumular fondos suficientes para una pensión digna. Asimismo, previo a la reforma del 2008, prácticamente no había ningún elemento de solidaridad en el sistema. Ahora, gracias al pilar solidario, ya no se le pide a los trabajadores que se las arreglen como puedan en lo previsional, pues el Estado ofrece un sistema de seguros real, reincorporando elementos de seguridad que se perdieron con la reforma de los 80.

-¿Cómo evalúas medidas como el bono marzo y el anuncio del aumento del sueldo mínimo en 200 mil pesos?

Ya se ha dicho suficiente sobre la oportunidad de este bono. Sólo quisiera agregar que esta política contradice el discurso que ha tenido esta administración desde la campaña, ese de que esta debe ser una sociedad de deberes, en las que las familias deben recibir ayuda desde el Estado solo si cumplen con ciertas condiciones y demuestran esfuerzo. Esta visión simplemente no calza con la entrega de bonos.

Respecto del salario mínimo, el reajuste a 200 mil pesos no es un reajuste especialmente generoso, en particular considerando la situación económica actual. Apenas alcanza un 3.6 %. Ahora bien, el Presidente en su discurso dijo que “al menos alcanzaría los 200 mil pesos”. Habrá que ver cuánto más que 200 mil propone en el proyecto de ley. En cualquier caso, no me extrañaría que en la discusión parlamentaria, se le exigiera un compromiso al gobierno de subirlo ahora a 200 mil y luego en julio volver a reajustarlo.

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