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Niños sordos abusados: lo que no se cuenta, ¿no existe? Opinión

Niños sordos abusados: lo que no se cuenta, ¿no existe?

Marcelo Salamanca
Por : Marcelo Salamanca Psicólogo clínico
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Hace no más de dos semanas la Corporación por los derechos sexuales y reproductivos (Miles) daba a conocer escalofriantes cifras: entre los años 2012 y 2016 fueron 12.267 los niños, niñas y adolescentes que sufrieron de violación y abusos sexuales, dato obtenido por ellos mismos a través de la Ley de Transparencia. Por supuesto, ¿cuántos de ellos son sordos? Se desconoce.


Motivado por todo el revuelo causado ante la reciente visita del papa a Chile y su cuestionable postura frente a los abusos sexuales cometidos por miembros de su iglesia en contra de niños, niñas y jóvenes me he vuelto a plantear lo extraño que resulta el que respecto a los cientos de casos de los cuales se tiene conciencia sucedieron no haya mención alguna a aquellos en los que la victima haya sido un niño o niña sorda o en situación de discapacidad.

En más de 15 años trabajando como psicólogo clínico con personas sordas, han sido muchos (ciertamente más de los que quisiera) los y las pacientes que me han relatado haber sufrido algún tipo de abuso físico, psicológico y/o sexual a lo largo de sus vidas.

Durante el año 2017, invitado por una agrupación de sordos capitalina a exponer sobre el tema, me comunique con profesionales de la Fiscalía Nacional, dependiente del Ministerio Publico, para averiguar antecedentes sobre casos de abuso sexual en que las victimas fueran personas sordas.

Para mi sorpresa, lamentablemente sus sistemas computacionales «no registran información sistematizada a nivel nacional respecto a usuarios con discapacidad auditiva u otra clase de discapacidad», es más; el Sistema Informático Nacional (SAF) de la USexVif, Unidad especializada en delitos sexuales y violencia intrafamiliar, tampoco registra datos respecto a la situación de discapacidad que podrían o no tener las victimas de alguno de estos tipos de delitos.

Sin embargo, mediante mi solicitud, la División de Atención a Víctimas, dependiente también de la Fiscalía Nacional, recaba la información desde las Unidades Regionales de Atención a las Víctimas y Testigos (URAVIT,  señalando que entre los años 2015 y 2017 han brindado atención a 25 víctimas con discapacidad auditiva, 24 mujeres y 1 varón, de las cuales solo una de ellas era menor de edad.

Sin embargo, la División de Atención a Víctimas y Testigos, recaba mediante mi

Lo anterior resulta a lo menos extraño para quienes trabajamos vinculados con personas sordas, y con Personas en Situación de Discapacidad (PeSD) en general, puesto que sabemos que estos colectivos se encuentran mucho más vulnerables frente a este tipo de abusos, no sólo por su situación de discapacidad sino que además por la situación de pobreza en la que muchas veces viven inmersos y por la situación de subordinación que los paradigmas tradicionales y modelos médicos que existen respecto a cualquier tipo de discapacidad han impuesto sobre ellos.

Por otra parte, sabemos que las cifras que en general se manejan corresponden entre un 10% o 20% de los delitos sexuales efectivamente cometidos y que son denunciados. El resto, es decir lo que no se sabe a ciencia cierta, constituye la tan perturbadora «cifra negra».

Hace no más de dos semanas la Corporación por los derechos sexuales y reproductivos (Miles) daba a conocer escalofriantes cifras: entre los años 2012 y 2016 fueron 12.267 los niños, niñas y adolescentes que sufrieron de violación y abusos sexuales, dato obtenido por ellos mismos a través de la Ley de Transparencia. Por supuesto, ¿cuántos de ellos son sordos? se desconoce.

En otras latitudes, donde el tema si ha preocupado a sus autoridades y ha movilizado a la Sociedad Civil, especialmente a las Comunidades Sordas, se señala por ejemplo que los niños sordos tienen 5 veces más probabilidades de ser abusados ​​sexualmente que los niños oyentes, esto según un estudio realizado en el Reino Unido, y 3 veces más probabilidades en comparación a la población oyente según otro estudio realizado en los E.E. U.U.

En esta misma línea, el Servicio de Defensa de Mujeres Sordas Abusadas, ADWAS por sus siglas en inglés, señala que 1 de cada 3 mujeres sordas son víctimas de agresión sexual; que el 50% de los niños sordos son abusados ​​sexualmente y que este número se incrementa entre el 55% y el 91% en niñas sordas.

El Instituto Técnico de Rochester en Nueva York, RIT por sus siglas en inglés, publicó una investigación en la cual se señala que la incidencia de maltrato, incluida la negligencia y el abuso físico y sexual, es más de un 25% mayor entre los niños sordos o con algún tipo de pérdida auditiva si se le compara con sus pares oyentes.

Lo anterior, si le parece una exageración, se respalda en lo que la prensa internacional nos ha relatado: Los más de 200 abusos y violaciones cometidas por el Padre Murphy entre 1950 y 1974 en la St. John’s School for the Deaf, en Wisconsin, y que fueron registrados en el magistral documental «Mea Maxima Culpa: Silence in the House of God» (Silencio en la Casa de Dios) del año 2012.

O las violaciones cometidas por miembros de la iglesia en el Istituto Antonio Próvolo Per Minori Sordomuti y el Istituto per Sordomute «Fortunata Gresner», ambos en Verona, Italia, donde más de 67 adultos sordos han relatado los vejámenes a los que fueron sometidos por, al menos, diez sacerdotes durante su estancia en dichos centros, siendo menores de edad entre los años 1960 y 1980.

O los más de 60 casos que hasta ahora se han conocido de Personas Sordas que durante su infancia y adolescencia fueron abusados física y sexualmente, y violados por sacerdotes, monjas, otros miembros de la iglesia, laicos, oyentes y sordos, durante su paso por el Instituto Antonio Próvolo para niños sordos e hipoacúsicos de Mendoza.

Y si le sorprende el alcance de nombre entre ambas instituciones no vaya a creer que es una mera coincidencia pues existe una conexión entre las sedes italiana y argentina: los curas descubiertos o denunciados en Italia fueron enviados a Argentina como una forma de protección, tal como sucedió con el sacerdote Nicola Corradi, principal acusado de los casos ocurridos en la vecina Mendoza, quien fue reubicado en dicha ciudad el año 2009 pese a que ya había sido acusado de cometer abusos entre los años 1955 y 1984 en el Instituto Próvolo de Verona.

Ahora, pese a la distancia, tanto espacial como temporal, que pareciera existir entre estos hechos, hay un denominador común: la creencia del abusador de que su víctima, dada su «incapacidad de poder comunicarse», jamás denunciará o bien, en el caso de que lo haga, nadie le entenderá. Una creencia errada per se pero que lamentablemente encuentra asidero en el hecho de que efectivamente cuando la víctima sorda se atreve a denunciar no son muchos los interlocutores que conozcan la Lengua de Señas y que por tanto puedan entenderle.

A la luz de lo descrito, resulta impensable aceptar que en Chile son solo 25 las víctimas sordas que han sufrido algún tipo de abuso de un adulto, sordo u oyente, en los dos últimos años. Y aunque en nuestro país no existan más antecedentes respecto a crímenes sexuales cometidos en contra de Personas Sordas, no me cabe la menor duda que son cientos las víctimas que a lo largo del país lo han sufrido en «verdadero silencio». Sin duda, deben ser más los casos que han sucedido, suceden y, ciertamente sucederán. Y aun cuando ya sabemos del dicho «lo que no se cuenta, no existe», esto sí existe!

Existe dentro y fuera de las familias con miembros sordos, dentro y fuera de la iglesia, de los establecimientos educacionales y, lo que es más triste, sucede dentro y fuera de las Comunidades de Sordos.

Es necesario develar los casos de abusos físicos, psicológicos y/o sexuales cometidos en contra de personas sordas, sin importar que hayan sucedido hace muchos años, que para la justicia hayan prescrito y, ciertamente, sin importar que hayan sido cometidos por oyentes o por otros sordos, aun cuando estos ostenten cargos de poder en la actualidad o sean reconocidos lideres dentro de las propias comunidades de sordos.

Lo importante ahora es ¿Sobre la base de qué información y capacidad institucionales se diseñarán e implementarán las medidas necesarias orientadas a la prevención del abuso sexual en niñas, niños y jóvenes sordos, al tratamiento y protección de sus víctimas y a la persecución de los victimarios?. Ya lo sabemos, lo que no se cuenta… ¡no existe!

 

 

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