Opinión
La Mesa Técnica por la Descentralización es un espacio de debate y concertación que buscará resolver dudas y comentarios en tres materias fundamentales: transferencia de competencias a los gobiernos regionales, mecanismos de resolución de controversias entre las instituciones, y atracción y retención de capital humano hacia los territorios.
Aunque los tres puntos son fundamentales, me gustaría reflexionar un poco sobre el tercero: el capital humano. Como bien sabemos, uno de los efectos más dañinos del centralismo es la concentración no solo del poder, sino también de todos los capitales de un país: social, político, financiero y humano. En la Región Metropolitana se concentran los mejores colegios, las mejores universidades, los mejores servicios, generando esto un efecto gravitatorio que, poco a poco, ha ido vaciando las regiones.
Esta atracción hacia un único polo de desarrollo no es positiva ni para las regiones ni para Santiago. La calidad de vida, el medio ambiente, el precio de los servicios básicos, las horas y horas de movilidad y hasta los problemas de seguridad se multiplican con la llegada masiva de personas a la metrópoli, mientras las regiones ven cómo sus hijos e hijas migran a la urbe, en un intento (muy válido) por alcanzar su propia realización personal.
La descentralización, entonces, no es solo un traspaso de poderes, sino también un traspaso de oportunidades: enfocar el desarrollo hacia los territorios implica diversificar las alternativas que tienen las personas, tanto en Santiago como en regiones, de alcanzar su propia felicidad, evitando que el acceso a los bienes y servicios dependan de los aspectos geográficos. Para fortalecer los territorios de Chile no basta con una ley, ni siquiera con una mayor asignación presupuestal, sino con una voluntad real por crear los incentivos necesarios para que las regiones generen, retengan y atraigan sus propios capitales.
Esto se dice fácil, pero es muy complejo: la capacidad de atracción metropolitana es muy fuerte y son pocos los incentivos para “hacer país” en las regiones. Pero tampoco es tarea imposible, pues contamos con actores sociales que buscan generar las oportunidades en los territorios: pequeñas y medianas empresas, activistas comunitarios y sociales, y las mismas universidades regionales que, por años, han sido fuente de capital humano y social. Todos ellos son agentes generadores del desarrollo regional, y deben ser protagonistas del Chile por venir.
Es importante entonces que las discusiones sobre la desconcentración del capital humano no se queden únicamente en paños de agua tibia, sino que se planteen metas a corto, media y largo plazo para fomentar el desarrollo económico, político y social de las regiones. Falta que en Santiago comprendan lo que en regiones se sabe desde hace años: que para fortalecer a Chile, hay que fortalecer sus regiones.
