Salud
Inseguridad, tristeza, culpa son algunas de las emociones que se pueden sentir en este proceso. Experto explica los aspectos positivos y negativos que se experimentarán y entrega recomendaciones de cómo prevenir el estrés.
Algunas comunas de Chile entran en una nueva etapa de desconfinamiento luego que se decretara crisis sanitaria producto del Covid-19 a nivel mundial. Este proceso de transición se inicia luego de más de 4 meses de cuarentena obligatoria en algunos casos levantando las alertas a nivel de salud mental.
“El desconfinamiento nos impacta en un nuevo proceso de adaptación a un escenario distinto, también a dejar aspectos que generan satisfacción, como compartir en familia, espacio a la recreación, a la autoexploración, etc. Por tanto, es necesario tomar precauciones de autocuidado para generar un buen proceso adaptativo. Una recomendación en esa línea, es analizar qué he aprendido con esta pandemia que me permita vivir mejor, y mantener ese aprendizaje”, establece Sebastián Chacón, presidente de la ONG Psicólogos Voluntarios.
En este contexto, también surgen preguntas respecto a si habrá cambios en el sistema, en nuestras relaciones u otros aspectos, configurándose una nueva realidad y un futuro incierto, variables que desde el aspecto psicológico se deben tener en cuenta.
“En lo concreto, y luego de muchas semanas de encierro para un alto número de personas, nos vamos a enfrentar a un proceso de adaptación que incluye incertidumbre y requiere un nuevo esfuerzo, como cuando un andinista llega a la cima de la montaña, pero ahora le queda la mitad del camino, el descenso, que puede requerir incluso más energía que el ascenso”, explica Chacón.
Precisamente este proceso va a generar estrés en gran parte de la población no solo en Chile, sino que a nivel mundial y, por ende, reacciones emocionales como miedo, culpa, ansiedad, rabia, tristeza, desesperanza, inseguridad, impotencia, entre otras.
Asociadas a estas emociones se encuentran las reacciones conductuales como pasividad y abandono, conductas impulsivas, agresivas, desafiantes, conflictos familiares, personales o laborales, entre otras. Estas, a su vez, pueden traer a nivel fisiológico taquicardias, migrañas, mareos, temblores, alteraciones del sueño, problemas gastrointestinales, entre otros. Sin embargo, son procesos completamente normales ante un escenario de post pandemia, que también trae aspectos positivos, ya que se retomarán rutinas que nos hacían bien u otras nuevas.
“Además, el confinamiento y todo lo ocurrido con la pandemia, nos ha enseñado a valorar aspectos y personas en nuestras vidas que quizás antes pasaban desapercibidos. Esto hará aparecer emociones como alegría, esperanza, motivación”, dice Chacón.
Lo importante, es adoptar pautas saludables para la adaptación. Mantener una actividad física ayuda a que nuestro organismo disminuya los efectos nocivos del estrés, nos relaja y estabiliza las emociones. Mantener vínculos cercanos y conversar de nuestras emociones es otra forma de generar una buena adaptación. También es importante seguir las recomendaciones de cuidado físico que el mundo académico y las autoridades sanitarias han generado. Por último, ser responsables socialmente, ajustar las expectativas tratando de no comparar la vida de hoy con la anterior, ser flexibles, centrarse en los aspectos positivos, ser pacientes, entre otros.
