Trabajar desde casa se ha convertido en una circunstancia común tras el inicio de la pandemia. Sin embargo, a pesar de las ventajas que supone, el teletrabajo puede facilitar que se desarrolle adicción al trabajo
¿Teletrabaja? Probablemente sí. Si no, seguramente conozca a alguien cercano que lo esté haciendo.
Durante la crisis sanitaria de covid-19, gran parte de la población española se ha visto en la necesidad de trabajar desde casa.
Un estudio del Centro de Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) sobre confinamiento, vivienda y habitabilidad concluyó que en el 92% de los hogares hay, como mínimo, una persona teletrabajando o teleestudiando.
Nos referimos a una de las modalidades de teletrabajo más habituales: la que se lleva a cabo en el domicilio, que presenta particularidades propias del entorno en el que se desarrolla.
Nadie duda de las ventajas que supone poder trabajar desde nuestro propio domicilio. Ahora bien, enfrentarnos a tal cambio en las condiciones laborales también supone afrontar nuevos retos. Obstáculos que afectan a la salud física y emocional de los trabajadores.
Es cierto que estos problemas no necesariamente se presentan en todos los casos. Eso sí, existen diversas características personales, de la tarea y del ambiente del hogar que pueden repercutir negativamente en el entorno laboral.
Por ejemplo, la organización del tiempo de trabajo. Junto a otras variables, puede constituir un riesgo psicosocial para nuestra salud mental.
Es cierto que el teletrabajo facilita el poder “trabajar poco”. Ahora bien, también puede hacer todo lo contrario: que “trabajemos en exceso”, más allá de las horas laborales pautadas y con un horario no acorde a los biorritmos naturales.
Si teletrabajamos, estamos expuestos a sufrir una significativa disfunción psicológica: adicción al trabajo. Se caracteriza por una preocupación irresistible por las actividades laborales y por un impulso incontrolable de invertir mucho tiempo y esfuerzo en ellas.
Existen diversos factores que influyen en este tipo de adicción. Ahora bien, las variables de personalidad desempeñan el papel principal.
Los rasgos más representativos de la adicción al trabajo son el neuroticismo, la personalidad tipo A (competitividad, sensación de urgencia y hostilidad), el exceso de compromiso, la amabilidad, el perfeccionismo, y la extroversión.
La falta de asertividad también dificulta que muchas personas digan “no” a sus superiores cuando se les impone más trabajo. Por otra parte, puede que, para evitar situaciones emocionales negativas (como conflictos de pareja), se pase más tiempo trabajando.
La adicción al trabajo es un problema con consecuencias importantes. No solo a nivel psicológico, también a nivel fisiológico y psicosomático.
Un estudio del Consejo Nacional de Psicología de España alerta de que un 40% de los encuestados tuvo síntomas de depresión moderados y graves. Otro 30% presentaba problemas de ansiedad.
La calidad del sueño es otra de las áreas más afectadas. De hecho, el 41% de los españoles informó que, tras el inicio de la pandemia, dormía menos horas de lo habitual.
Entre las posibles causas de estos datos se encuentran los motivos laborales. De hecho, se teme que aparezca una “cuarta ola” de la pandemia referida a la salud mental.
Aquí le facilitamos algunos de los posibles síntomas fácilmente reconocibles:
Aunque parece más evidente cuando hablamos de un consumo no controlado de sustancias, por ejemplo, como el resto de adicciones, la adicción al trabajo también debe ser tratada.
Si le es imposible separar los tiempos de trabajo de los de ocio/personales y respetar los horarios de descanso o si le comentan repetidamente que trabaja mucho, es momento de observar qué puede estar ocurriendo. Lo importante es estar atento a las señales para evitar consecuencias más graves.
María Isabel Martínez Castro, Doctora en Psicología. Psicóloga General Sanitaria., Universidad Internacional de Valencia
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.