Publicidad
Educadores e investigadores viven la filosofía ambiental en la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos Educación

Educadores e investigadores viven la filosofía ambiental en la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos

El taller de Filosofía Ambiental de Campo es parte todos los veranos del Programa de Conservación Biocultural Subantártica que apoya la Universidad de Magallanes, el Instituto de Ecología y Biodiversidad y la Universidad de North Texas de Estados Unidos.. Esta es una metodología nueva para integrar la ciencia, la filosofía y las artes en el terreno, donde están juntos trabajando.


El momento es sublime. Solamente se escucha el ruido de los árboles movidos por el viento, el canto de las aves en el corazón del Parque Omora, en Puerto Williams, en la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos y a poco más de 3.600 kilómetros al sur de la Región Metropolitana y de cara a la Antártica, en la zona de los últimos bosques verdes del mundo.

Tomás Llanos Marchant, 30 años, profesor de física, sube su mano izquierda a su cuello para sentir su pulso, mientras que con su mano derecha toma suavemente un ave fio fio que minutos antes era monitoreada por el ornitólogo del parque Omora, Omar Barroso.

La sensación es única y Tomás Llanos describe, al resto del grupo de académicos e investigadores, que siente su pulso y el latido del ave, que normalmente en invierno llega hasta el Amazona y en verano siempre vuelve al mismo nido en el parque Omora. 

El académico de las universidades de Magallanes y de North Texas y director del Centro Internacional Cabo de Hornos, Ricardo Rozzi, les señala que ese encuentro de segundos entre Tomás Llanos y el ave fio fio es la demostración del vínculo de corazón a corazón con las aves, entre un habitante y otro co-habitante.

Este es uno de los ejercicios que forma parte de una nueva versión del taller de Filosofía Ambiental de Campo que todos los veranos promueve el Programa de Conservación Biocultural Subantártica con el apoyo de la Universidad de Magallanes, el Instituto de Ecología y Biodiversidad y la Universidad de North Texas de Estados Unidos.

Este año la iniciativa se retomó, tras un receso obligado del verano 2021 por la pandemia, con 26 participantes más los profesionales de apoyo del programa científico.

Tomás Llanos dice que estudió física con la idea de ser profesor de aula, pero derivó hacia la investigación educativa al trabajar como asistente de la decana de la Facultad de Educación de la Universidad Católica, Lorena Medina. Detalla que el haber tenido en su mano la pequeña ave fue un momento único porque él siempre ha vivido en Santiago inmerso en la urbe en medio del paisaje marcado por los edificios y el cemento.

Trace Gale, con 20 años de residencia en la Región de Aysén, tras dejar su natal Estados Unidos, señala que el taller le ha permitido abrir su mente e imaginación ante la filosofía ambiental y lo califica de increible porque siempre fue un sueño llegar hasta Puerto Williams en la Región de Magallanes y Antártica Chilena y ver el paisaje austral en su estado natural, prístino.

“La variedad de colores, la luz y las sensaciones son lo que más me ha impactado al estar acá”, describe la académica.

El ecólogo y filósofo Ricardo Rozzi, principal relator del taller de Filosofía Ambiental de Campo, explica que esta es una metodología nueva para integrar la ciencia, la filosofía y las artes y dentro de la filosofía la ética y es en el campo, en el terreno, donde están juntos trabajando.

“A diferencia de otros años este año es un taller de maestros, es decir de formadores”, destaca Rozzi. Entre los participantes están Lorena Medina, que ha sido decana de la facultad de Educación de la Universidad Católica; Andrea Valdivia,  directora del Centro de Comunicaciones de la Universidad de Chile, en el “Juan Gómez Milla”; Laura Luna, antropóloga y educadora que dirige el programa en el Centro de Desarrollo Local en la Universidad Católica de Villarrica; Andrea Pino, directora del Centro Interdisciplinario de la Universidad Austral de Chile; Jessica Sepúlveda, directora del Programa de Etica Ambiental de la Universidad Católica de Temuco, entre otros para participar en este taller que les entrega nuevas metodologías para replicar.  

Durante las primeras dos jornadas los alumnos se han dividido en tres grupos para recorrer los senderos del parque Omora y han dibujado paisajes, han palpado las hojas de especies arbóreas como coigüe, lenga, ñirre y canelo.

Han observado diminutos detalles con la lupa y se les ha desafiado a conectarse plenamente con la naturaleza en la que habitan aves, vegetación, pequeños musgos, líquenes e insectos.

Consultado de qué forma llega al ciudadano común la filosofía ambiental, Rozzi precisa: “Para el ciudadano común toca dos aspectos fundamentales. Uno, la educación de los hijos va a ser distinta. La educación no será sólo por medios que el profesor le dice todo y que son por medios puramente computacionales, que se mantienen y son valiosos, pero tendrá la experiencia de salir a la plaza, a la precordillera y tendrá elementos para el propio niño de ir descubriendo como son los componentes de los ecosistemas, cómo se ordenan, cuáles son los procesos ecológicos, cómo son los distintos modos culturales de valorar y comprender la relación sociedad-naturaleza”.

Y agrega que un segundo aspecto es para la sociedad porque esto propone un nuevo turismo, un turismo que es lento, muy acorde al post covid, y ese turismo que es lúdico donde se interactúa con el turista.

“En un espacio pequeño empieza a descubrir las maravillas de Magallanes con los líquenes, los musgos, las aguas más limpias, las hojas de los árboles, disfruta y se queda más tiempo. Es un turismo distinto que metafóricamente lo hemos llamado ecoturismo con lupa que es la expresión hacia esta filosofía ambiental de campo”, señala el ecólogo Ricardo Rozzi desde el interior del parque Omora que espera pronto reabrir sus puertas al público acorde a la evolución de la pandemia.

Publicidad

Tendencias