
Una propuesta educativa alternativa que pone al centro la infancia, el juego y la naturaleza
Niñas y niños aburridos, desmotivados, individualizados. El confinamiento fue lo que motivó a padres y apoderados de Puchuncaví a apostar por un proyecto educativo distinto: una escuela basada en el socioconstructivismo, donde el aprendizaje se construye entre pares, el profesor es un guía y la naturaleza un tercer maestro.
Ana Grinner es una madre argentina que tiene cinco hijos. La pandemia, y la imposibilidad tecnológica para que todos pudieran acceder a sus clases virtuales la llevó a impulsar una escuela libre de la que hoy es líder pedagógica. Otros padres y apoderados adhirieron rápidamente al proyecto que hoy lleva por nombre Ruka del Mar.
Antes de constituirse como un espacio educativo, un grupo de familias aprovechó un espacio en medio del campo en Maitencillo para que niños y niñas se reunieran después de sus clases virtuales a interactuar y realizar actividades recreativas. Esto ocurrió durante todo 2020 y para 2021 se había constituido una comunidad tal que el anhelo de volverse colegio ya estaba no sólo en niños y niñas, sino que en todas las familias.
Así, luego de que padres y apoderados pidieran a Grinner continuar con el proyecto, nació una escuela que apuesta por una nueva forma de comprender al ser humano y su relación con el mundo. Basada en el socioconstructivismo, es un espacio en el que las y los estudiantes construyen sus aprendizajes con el otro a través de la investigación y acción. Cada uno de ellos es protagonista y constructor de sus experiencias y se trabaja en equipo en búsqueda de un objetivo conjunto.
“Consideramos a cada estudiante como ciudadano de hoy, les entregamos recursos para que día a día vayan armando una caja de herramientas metafórica para que hoy, y cuando sean profesionales, puedan utilizarlos”, expresaron desde la institución.
De esta manera, se busca que alumnos y alumnas desarrollen sus habilidades blandas y aspectos como la empatía, el pensamiento crítico y discernimiento, lo cual permite construir ciudadanos y ciudadanas activas desde la niñez, que tengan como base la comunidad y el diálogo.
Otro de los pilares de este proyecto educativo es la “nature learning”, que considera la naturaleza como un tercer maestro. Es a través del juego en el espacio natural que se construyen conocimientos y aprendizajes, ya que la tecnología provee hoy de ciertos conocimientos pero deja otros. Así, la naturaleza es considerada “la mayor aula”.
“Usamos la pedagogía del ósmosis: lo que está afuera (la naturaleza) entra al aula y lo que está adentro (las experiencias e investigaciones de los niños) sale”, cerraron desde Ruka del Mar. Actualmente cuentan con estudiantes de hasta 13 años y en 2023 se trasladarán a un espacio de una hectárea en Pucalán donde esperan recibir a más alumnos y alumnas que apuesten, junto a sus familias, por un proyecto alternativo distinto al tradicional.