Publicidad
Los préstamos en línea: Cuando la desesperación se encuentra con el algoritmo Agenda País

Los préstamos en línea: Cuando la desesperación se encuentra con el algoritmo

Publicidad
Ana Guajardo
Por : Ana Guajardo Presidenta Asociación Mujeres en la Industria de los Videojuegos - Mujeres en VG www.mujeresenvg.cl
Ver Más

Tanto el cine como los videojuegos han mostrado cómo funcionan estas estafas, donde aplicaciones de préstamos rápidos operan desde tiendas oficiales como Google Play, se promocionan como legales y terminan extorsionando a usuarios vulnerables.


“Solo necesitas tu carnet y en minutos tienes el dinero”. Así prometen cientos de anuncios en redes sociales y buscadores, la mayoría pagados, que ofrecen créditos digitales sin papeleos ni garantías. La trampa está servida. Y estoy segura de que si empezamos a preguntar dentro de nuestro círculo, más de alguien conocerá a alguien que ya cayó en ella.

Tanto el cine como los videojuegos han mostrado cómo funcionan estas estafas. Con ejemplos que pueden parecer exagerados, pero que en realidad no están tan lejos de lo que ocurre hoy. Recuerdo perfecto cuando fui al cine a ver The Beekeeper, donde Jason Statham interpreta a un exagente que desmantela una red criminal detrás de un “call center” de estafas digitales. Aunque con mucha acción incomprendida, y que voy a defender por el contexto del guión, la película acierta en algo clave: las estafas online no son errores individuales, sino estructuras organizadas que combinan tecnología, manipulación psicológica y ausencia de regulación.

Ese mismo principio se replica aquí, en nuestra esquina del mundo, donde aplicaciones de préstamos rápidos operan desde tiendas oficiales como Google Play, se promocionan como legales y terminan extorsionando a usuarios vulnerables. Este no es el típico cuento del prestamista del barrio. Es cibercrimen con interfaz moderna.

Un negocio fraudulento a un clic

El modelo es sencillo pero efectivo: se desarrolla una app con un nombre creíble y simple, como “Crédito Claro”, “Dinero Express” o “iPréstamos”, se sube a las tiendas, se paga publicidad en buscadores y se espera a que lleguen los desesperados. Al instalarla, la mayoría de los usuarios aprueba todos los permisos sin leer: acceso a contactos, SMS, ubicación, cámara, etc.

Y ahí comienza el verdadero abuso.

Tras un crédito que puede ir entre $100.000 y $1.000.000, el usuario empieza a recibir mensajes amenazantes, alarmas sin aviso, fotos privadas filtradas, llamadas a familiares. Denuncias recibidas por el SERNAC describen amenazas explícitas y difamación pública. Una víctima de la app Mint Mate señaló hace un par de meses en un matinal que “pusieron en riesgo mi vida y la de mis hijos”.

En Watch Dogs 2, lanzado por Ubisoft hace unos años, veíamos cómo esto ocurría y parecía casi irreal: podíamos controlar a un hacker que desenmascara corporaciones que recolectan datos sin consentimiento. Lamentablemente, fuera de la pantalla, no necesitamos ser hackers para ser víctimas: basta con tener una emergencia económica y hacer clic donde no debemos.

El disfraz digital del cibercrimen

Según datos entregados por CronUp Ciberseguridad, al menos 26 aplicaciones de préstamos han sido reportadas a la PDI por delitos como hostigamiento, prácticas abusivas de cobranza y amenazas. Muchas operan desde el extranjero, sin dirección física ni RUT en Chile. Y aunque algunas han sido eliminadas, otras siguen activas o se reinstalan con nuevos nombres.

Crédito: CronUp Ciberseguridad

Como explica Germán Fernández, director de operaciones de CronUp Ciberseguridad, “estas campañas ya no se limitan al fraude clásico. Utilizan técnicas de marketing digital profesional, posicionándose a través de canales pagados como Google Ads y Facebook. Eso es lo más peligroso: la legitimidad que les dan las plataformas donde confiamos”.

La misma empresa ha identificado decenas de sitios fraudulentos como coopestado[.]com, provicoop[.]info o chileahorro[.]com, que imitan el lenguaje visual de cooperativas reales para engañar a sus víctimas. Por WhatsApp, piden documentos como liquidaciones de sueldo, cédula por ambos lados o incluso firmas electrónicas, todo bajo la excusa de una supuesta “verificación”. Y cuando se entregan estos datos, el daño ya está hecho.

¿Y quién nos protege?

El Sernac ha oficiado a las tiendas de aplicaciones para revisar estas apps, incluyendo aquellas que, aunque eliminadas de las tiendas, siguen activas en los dispositivos de los usuarios. También ha solicitado trabajo conjunto para prevenir nuevos fraudes. Sin embargo, el negocio de la publicidad sigue privilegiando al que más paga, no al que más cumple.

Y aunque se han abierto investigaciones, la mayoría de las víctimas queda atrapada en un limbo legal donde ni la Ley de Protección al Consumidor ni la Ley de Ciberseguridad se aplican con claridad.

Mientras esperamos que la regulación se actualice, aquí van algunas medidas y consejos que puedes aplicar desde ya. El principal: descargar apps solo desde tiendas oficiales y revisar bien los permisos que entregas. Aunque suene repetitivo, es fundamental no compartir documentos sensibles como tu cédula, agenda de contactos o datos personales en formularios poco verificados.

También es recomendable activar la autenticación de dos factores en tus cuentas de correo, banco y redes sociales, y revisar la configuración de privacidad en apps como WhatsApp. Además, si una aplicación solicita acceso a tu cámara o micrófono sin justificación, no la instales.

Cuando el juego se vuelve real

Así como en juegos como Cyberpunk 2077, donde las corporaciones controlan hasta la identidad de los ciudadanos a través de datos, hoy enfrentamos una versión real de esa distopía. La diferencia es que acá no hay un protagonista con armas de plasma, sino ciudadanos comunes atrapados por algoritmos y falsas promesas.

Crédito: CD Projekt Red

La BBC documentó que en India más de 60 personas se quitaron la vida tras ser víctimas de estafas de préstamos digitales. El daño psicológico es real. La vergüenza, el miedo y el acoso no son virtuales.

Por eso es urgente tomar conciencia. Detrás del préstamo fácil no hay una solución: hay una trampa. Y el costo puede ser mucho más que financiero.

Publicidad