Roomband permite que músicos y artistas accedan a salas y servicios creativos de manera online. Ya cuentan con más de cinco mil usuarios en el país y esperan llegar con su servicio a otra capital Latinoamericana en el corto plazo.
Parte del boom en el éxito de las nuevas plataformas tecnológicas como Uber, Airbnb y Netflix, tiene que ver con la centralización. Es decir, en vez de ser una única empresa que ofrece un producto o servicio a través de un sitio web, se convierten en una vitrina para visibilizar la oferta de distintas tiendas, productoras, estudios, emprendimientos y personas. Y ese modelo, por lo demás, tiene el potencial de ser aplicable a casi todo.
En parte eso pensaron Alberto Ferreira y Christian Muñoz, dos amigos venidos del mundo “tech” que se conocieron como trabajadores de la hoy ex plataforma de transporte Beat. Resulta que ambos compartían la pasión por la música y tocar en bandas, pero por los horarios de trabajo y compromisos, topaban en algo importante: nunca encontraban salas de ensayo disponibles en los ratos que tenían.
“Ese problema nos comenzó a hacer ruido en pandemia y cuando se comenzó a salir de ella, nos juntamos a conversar y decidimos montar la solución. La idea, en ese momento, fue montar algo así como el Airbnb de salas de ensayo y la bautizamos como Roomband”, dice Ferreira, CEO de la startup.
Según cuentan los founders a Entreprenerd.cl, el uno de los dolores de cabeza que tienen las bandas para conseguir un lugar de ensayo es la persona con quien interactúas para el arriendo, ya que registra los espacios a mano, no se delimitan bien los límites horarios de cada banda y muchas veces “te dejan plantado”. Por otra parte, si no se consigue sala en un lugar, el llamado a otras instalaciones es siempre “1 a 1”, lo que quita bastante tiempo.
Muñoz, CTO de Roomband, relata que los primeros testeos de la plataforma se hicieron en enero de 2022, y para julio ya estaban operando de manera estable. Por venir del mundo de la tecnología, recuerda, el desafío mayor fue el puerta a puerta para sumar a salas de ensayo a la plataforma.
El año pasado, lanzaron el producto con 5 salas de ensayo en Santiago y la respuesta de los músicos terminó siendo mejor a la esperada. Mucho de ello tenía que ver con el sistema de agendamiento claro y la facilidad para encontrar los espacios, relatan.
Hoy, tras un año, ya cuentan con 33 salas de ensayo, 5 mil usuarios, un flujo superior a las 1.200 reservas mensuales y otros 60 servicios creativos.
El ítem de los servicios creativos es importante, ya que si bien comenzaron como un marketplace de espacios de ensayo para bandas, decidieron agregar más servicios como la producción musical, grabaciones, reparaciones de instrumentos, luthería y espacios para danza, teatro y afines. Con eso, el plan es convertir a Roomband en una solución para los espacios de la industria creativa completa.
“Si bien la tecnología permite crear contenido desde tu propia casa, eso llega hasta cierto nivel. Lo cierto es que la pandemia potenció el surgimiento de bandas y hobbys por la música. Nada reemplaza el hecho de conocerse entre compañeros, pares de trabajo, que se juntan en torno a la música o el arte. Eso es un hábito, que se realiza una vez por semana o 30 días, pero tiene una recurrencia importante. La mayoría de nuestros clientes son grupos que tocan por diversión”, detalla Ferreira.
A pesar de que la oferta de Roomband llegó a regiones, de momento la mayoría de salas y servicios se encuentra en Santiago. Gran parte de ello, dicen, se concentra en Providencia y el Barrio Italia. Por ello es que uno de los desafíos al corto plazo es expandir su oferta de espacios en todo Chile y a futuro esperan abrir operaciones en otra capital de Latinoamérica, ya sea en Colombia, México o Argentina. “Pero ya estamos haciendo pruebas en Perú”, cuentan.
Además de ambos fundadores, la plataforma cuenta con tres personas más en el equipo, encargados de desarrollo y labores comerciales. Por lo demás, esperan que la tracción que hasta ahora tienen les permita levantar capital privado pre semilla cercano a los US$300 mil, ya sea de inversores ángeles o algún venture capital, para abrirse a mercados más grandes.