
Remediar suelos contaminados y la necesidad de una ley marco para crear normativa
Los principales contaminantes de los suelos son los hidrocarburos, arsénico, plomo, entre otros. Por eso hoy se están utilizando distintas alternativas de remediación que pueden involucrar procesos físicos, químicos, biológicos, térmicos y mixtos..
Los sitios contaminados, causados principalmente por la actividad humana, representa para la mayoría de los países un desafío ambiental y económico que puede alcanzar importantes proporciones, concitando gran preocupación ya que para asegurar el desarrollo sustentable y la competitividad de los sectores productivos se ha desarrollado una batería de herramientas y normativas para su prevención y control.
Sin embargo, el camino para enfrentar esta realidad en Chile es más complejo. En la actualidad el país no cuenta con una ley de suelos que determine la línea base respecto al manejo adecuado de sitios y su remediación. Establecer una ley marco de suelos, para lo cual se define su ámbito de aplicación, objeto, principios, definiciones y la participación ciudadana para la gestión sostenible del uso del suelo, es el fin de un proyecto que se encuentra en el Congreso.
El proyecto que establece una Ley Marco de Suelos (Boletín 14714-01), busca establecer un modelo de gobernanza para el uso sustentable del suelo, creando nueva institucionalidad, y coordinando a los organismos públicos que hoy detentan competencias en la materia (Ministerio de Vivienda y Urbanismo, Ministerio de Agricultura, Ministerio del Medio Ambiente, entre otros).
Según un estudio del Ministerio de Medio Ambiente (MMA), los principales contaminantes de los suelos son los hidrocarburos, arsénico, plomo, cadmio y mercurio, entre otros. Por eso para determinar el muestreo y monitoreo de suelos, hoy cada proyecto define o propone una guía en base a las normativas internacionales, siendo las más usadas la europea, canadiense o americana.
Para ello es necesario definir los objetivos que permitan un levantamiento de la información necesaria para la descripción del sitio como línea base, por lo que se deben considerar los siguientes aspectos: información básica del suelo potencialmente contaminado, ubicación geográfica, información e historia del sitio y el lugar; determinación del número de puntos de muestreo, la profundidad y el volumen de muestra para realizar las calicatas; definir procedimiento de toma de muestras a realizar; así como el tipo, método de muestreo y parámetros a comparar; y el número mínimo de puntos de muestreo según el tipo de muestreo.
A raíz de este escenario, hoy se están utilizando distintas alternativas de remediación que pueden involucrar procesos físicos, químicos, biológicos, térmicos y mixtos. Su elección dependerá del tipo de contaminante y las propiedades del suelo, así como del costo de la tecnología y que ésta genere los menores efectos ambientales cuando esté en operación. Entre las tecnologías utilizadas destacan técnicas físicas como la inertización, estabilización, electro-descontaminación, desorción térmica o la extracción de vapores del suelo.
En métodos químicos, en tanto, se ocupa la oxidación reductiva u oxidativa, o el lavado químico de suelos. Pero últimamente se ha estado aplicando la biorremediación, alternativa biológica que se está utilizando a través de biopilas de compostaje, bioventeo, fitorremediación y biolabranza de suelos.
Buscando soluciones
Existen distintas soluciones que incluyen desde la etapa de planificación del muestreo y caracterización representativa apoyado con laboratorio, técnicas de estabilización de los contaminantes y remediación, hasta el tratamiento y disposición final de residuos peligrosos, que cumple con la normativa exigida.
“Mediante la remediación de terrenos contaminados, logramos la recuperación y la revalorización de suelos. Además, incineramos y exportamos residuos que así lo requieran, tales como gases refrigerantes y aceites con PCB”, señala Juan Andrés Salamanca, gerente comercial de Hidronor, una de las empresas especialistas en el tema.
El ejecutivo, además, indica la importancia respecto a que un residuo sea considerado peligroso teniendo, al menos, una de las siguientes características: toxicidad aguda, crónica o extrínseca; inflamabilidad; reactividad y corrosividad; y, para determinarlo, es necesario realizar una serie de análisis que permitan identificar las características de cada residuo y sus posibles tratamientos, así como los resguardos necesarios y cuidados a considerar en su manejo.
Los principales análisis que realizan firmas para este fin son determinación de peligrosidad; análisis de metales pesados en RILes y RISes; caracterización de combustibles alternativos; determinación de compuestos Bifenilos Policlorados (PCBs); y análisis de compuestos orgánicos mediante la técnica analítica GC-MS.