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Energía limpia y reciclaje: desafíos urgentes para las industrias de Chile Opinión

Energía limpia y reciclaje: desafíos urgentes para las industrias de Chile

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Gonzalo Vidiella
Por : Gonzalo Vidiella CEO de Be-Energy
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Cada mes de mayo se celebra el Día Internacional del Reciclaje, una fecha en que resulta inevitable volver la mirada hacia la forma en que nuestras industrias están respondiendo —o no— al llamado urgente de la sostenibilidad. 

Más allá de separar residuos en casa o reutilizar bolsas, el reciclaje y la economía circular deben ser ejes estructurales en sectores productivos que marcan el pulso económico del país, como la minería, la construcción, la salmonicultura y la industria forestal. 

Chile ha sido, en más de un sentido, pionero en la transición energética. La expansión de parques solares y eólicos ha sido notable, y en sectores como la minería, empresas como Codelco y BHP ya han incorporado buses eléctricos, hidrógeno verde y soluciones móviles de energía limpia para reducir su huella de carbono. Esto no es menor en un país donde la industria minera representa más del 10% del PIB y una proporción significativa de las emisiones industriales. Pero a la vez que celebramos estos pasos, es necesario preguntarnos: ¿están estos avances acompañados de un replanteamiento estructural sobre cómo producimos y qué hacemos con los residuos que generamos?

Los números hablan por sí solos. La minería chilena produce aproximadamente 600 millones de toneladas de relaves al año, lo que equivale a unas 30 toneladas por habitante. Muchos de estos depósitos carecen de una gestión adecuada y representan un riesgo ambiental latente. En la construcción, la situación no es mejor: se generan alrededor de 7,2 millones de toneladas de residuos anuales, lo que representa el 35% de todos los residuos sólidos del país. Más preocupante aún, el 60% de los profesionales del rubro desconoce la normativa sobre residuos y la mitad de las empresas ni siquiera declara lo que desecha. 

Estas cifras no son solo datos fríos, sino que representan una oportunidad para cuestionar si los cambios tecnológicos que están impulsando las industrias —como las soluciones de energía portátil no contaminante o el uso de hidrógeno verde— están acompañados de un cambio real en la forma de entender el desarrollo. Porque si bien reemplazar el diésel por energía solar para alimentar un campamento minero es un avance técnico significativo, realmente podremos celebrar cuando la reducción de emisiones se traduzca en residuos trazables y controlables.

El verdadero desafío es cultural y estructural. ¿Estamos preparados para transitar hacia una economía donde el reciclaje y la reutilización sean parte del diseño original de los procesos productivos y no un parche posterior? ¿Las regulaciones existentes tienen la fuerza suficiente para fiscalizar y sancionar a quienes incumplen, o seguimos dependiendo de la voluntad voluntarista de algunas empresas comprometidas? 

El Día del Reciclaje no debería ser solo una fecha simbólica, sino que un llamado a exigir más ambición, más coherencia y más responsabilidad. La industria chilena tiene hoy una gran oportunidad —y responsabilidad— de liderar una transición energética que sea coherente con los desafíos medioambientales del presente. No basta con cambiar la fuente de energía si seguimos generando residuos que contaminan. Es momento de exigir tecnologías que sean limpias no solo en su uso, sino también en su diseño, mantenimiento y disposición final. Soluciones que combinen energía renovable, eficiencia, movilidad y reciclaje ya existen y están listas para ser parte del cambio.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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