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Día Mundial del Reciclaje: Chile frente al desafío de transformar residuos en recursos Sostenibilidad

Día Mundial del Reciclaje: Chile frente al desafío de transformar residuos en recursos

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Chile genera 20 millones de toneladas de basura al año y recicla menos del 10% de sus residuos domiciliarios. Expertos, recicladores y empresas coinciden en que avanzar hacia una economía circular exige voluntad política, educación y colaboración multisectorial.


Cada 17 de mayo se celebra el Día Mundial del Reciclaje, una fecha que invita a reflexionar sobre los residuos que generamos, qué hacemos con ellos y qué tipo de sociedad estamos construyendo. En Chile, la situación sigue siendo crítica: se generan anualmente más de 20 millones de toneladas de basura y menos del 10% de los residuos domiciliarios se reciclan.

La cifra, entregada por el Ministerio del Medio Ambiente, ubica a Chile entre los países con peor desempeño dentro de la OCDE, muy por debajo del promedio del 33% de reciclaje en el ámbito residencial. En este escenario, la sostenibilidad se ha convertido en un imperativo, no solo para las autoridades, sino también para la ciudadanía, la academia, las empresas y los recicladores de base que, día a día, hacen posible una red silenciosa de recuperación de materiales.

Ciencia y educación: una alianza estratégica

El investigador Felipe Puga, del Instituto de Ciencias Agroalimentarias, Animales y Ambientales de la Universidad de O’Higgins, advierte que el reciclaje es una herramienta clave en la lucha contra el cambio climático. Reutilizar materiales implica menor consumo energético y, por lo tanto, una menor huella de carbono. Además, reduce la generación de metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el CO₂.

La Ley REP —Responsabilidad Extendida del Productor— ha sido una herramienta clave en el impulso al reciclaje, obligando a empresas a hacerse cargo de productos prioritarios como envases, neumáticos o aparatos electrónicos. Aunque su implementación ha sido lenta, ya hay rutas de recolección diferenciada en 48 comunas y se han desplegado sistemas de gestión colectiva.

Aun así, los desafíos persisten: falta infraestructura en muchas comunas, los recicladores de base aún no están plenamente formalizados, y la recuperación de plásticos sigue siendo muy baja. “Reciclar no es solo una decisión individual. Es una responsabilidad compartida entre el Estado, las empresas y la ciudadanía”, concluye Jorge Leiva, académico de la UBO.

Puga también destaca los errores más comunes: reciclar envases sucios o mal clasificados, y los desafíos técnicos de materiales compuestos como los envases tipo tetrapack. “Es fundamental que los residuos lleguen limpios y secos. Los materiales mixtos muchas veces no son reciclables, lo que complica el proceso y encarece la operación”, señala.

Desde la educación superior, el investigador enfatiza la necesidad de formar a futuros profesionales con una visión sustentable: “Queremos que tomen decisiones considerando no solo la productividad, sino también el impacto ambiental”.

Comunidades que enseñan a reciclar

Chile también está lleno de pequeñas iniciativas que, desde lo local, impulsan grandes cambios. En San Bernardo, el proyecto Mingako trabaja con escuelas y vecinos en educación ambiental y reutilización de plásticos. En Coquimbo, “Un Alto en el Desierto” recicla aguas grises y recolecta niebla para riego. En Biobío, el Banco de Alimentos recupera comida en buen estado para entregarla a organizaciones sociales, evitando toneladas de desperdicio.

También existen proyectos como Restauración Ecológica de Villa Alemana, que aprovecha el agua lluvia para mantener un vivero de flora nativa; Genau Green, que protege ecosistemas mediante modelos de conservación e inversión; y Vestua, que transforma el consumo textil a través de la compra y venta de ropa de segunda mano.

Todas estas iniciativas demuestran que el reciclaje y la sostenibilidad no son esfuerzos aislados, sino que atraviesan sectores tan diversos como el agua, la moda, la alimentación y la educación.

Reciclaje que mueve la economía circular

Uno de los ejemplos más robustos de gestión efectiva de residuos lo representa la red de recicladores de base vinculada a Aceros AZA. Se trata de más de 17.000 personas que trabajan desde Arica hasta Puerto Montt recolectando chatarra metálica, la cual es utilizada por la siderúrgica para producir acero verde. Cada año, AZA transforma 568 mil toneladas de chatarra en un material con la tercera huella de carbono más baja del mundo.

Este sistema no solo ha reducido drásticamente la cantidad de desechos metálicos, sino que ha generado oportunidades laborales. Manuel Ponce, reciclador de la comuna de Pudahuel, relata cómo, junto a su pareja, logró convertirse en proveedor permanente de AZA. Hoy recolecta más de 100 toneladas de chatarra al año. “Tenemos varios proyectos. Se puede vivir tranquilamente de esto, trabajar, avanzar y te permite desarrollarte”, comenta.

A través del programa “AZA Contigo”, los recicladores acceden a pagos rápidos, formación, formalización y condiciones comerciales dignas. El resultado: en cuatro años, la red pasó de aportar el 6% al 21% de la chatarra utilizada por la empresa, con más de $26 mil millones pagados a los recolectores en 2024.

A nivel industrial, la empresa finlandesa Valmet impulsa un enfoque que va más allá del reciclaje convencional. Con su programa Beyond Circularity, ha desarrollado tecnologías para transformar residuos y emisiones en recursos valiosos, consolidando un ecosistema de innovación aplicada en Chile y en otras partes del mundo.

Uno de los casos más representativos es la planta de Celulosa Arauco en Valdivia, donde se produce pulpa textil a partir de fuentes renovables. Esto permite sustituir materias primas altamente contaminantes, como el algodón y las fibras sintéticas, por alternativas biodegradables. Para Carl Mikael Stål, gerente de ventas de Valmet, esta transformación no solo es ambiental: también mejora la competitividad. “Nuestro mensaje es claro: para lograr un cambio sistémico en la industria, es necesario apostar por soluciones sostenibles que beneficien al medioambiente y a la economía”, afirma.

¿Y qué puede hacer cada persona?

La periodista ambiental Catalina Droguett, fundadora de la plataforma “Mujer Sustentable”, entrega cinco acciones simples que pueden marcar la diferencia: reducir el consumo innecesario, reutilizar lo que ya se tiene, separar correctamente los residuos, informarse sobre puntos limpios y compostar los residuos orgánicos. “Cada pequeño cambio suma, y aunque no lo veamos de inmediato, todo esfuerzo cuenta”, señala.

Más del 50% de los residuos domiciliarios son orgánicos, y compostarlos no solo reduce el volumen de basura, sino que genera abono natural para jardines y huertos. En tiempos de crisis climática, cada gesto importa.

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