
Desperdicio de alimentos en Chile: botar comida en medio del sobregiro ecológico
Cuando el consumo supera la capacidad de regeneración del planeta, desechar comida se convierte en una contradicción ambiental. Chile desperdicia millones de toneladas de alimentos cada año mientras sus recursos se agotan aceleradamente.
El pasado 24 de julio de 2025, la humanidad agotó todos los recursos naturales que la Tierra puede regenerar en un año. Desde esa fecha, todo lo que se consuma está siendo tomado de reservas no sostenibles, acelerando la degradación de ecosistemas. En Chile, esta situación es aún más gravosa ya que autoridades estiman que el país ya consumió sus recursos anuales en mayo.
Benjamín De Oto, Country Manager de Cheaf Chile, cree que la llegada cada vez más anticipada del llamado “sobregiro ecológico”, no sólo es preocupante, sino que debiera activar a todos los sectores de la sociedad para buscar soluciones a este problema. “Si consideramos que hace sólo 50 años el sobregiro recién ocurría en diciembre, entendemos que el modelo de desarrollo económico y, en muchos casos, de explotación de los ecosistemas ya no es útil a los desafíos de la humanidad, por lo que todos los sectores industriales debemos mirar nuestras prácticas y generar innovaciones que nos permitan combatir uno de los mayores problemas que enfrentará la humanidad en este siglo”, asegura.
Desperdicio de alimentos
El desperdicio alimentario es un problema estructural. En Chile se botan aproximadamente 5,2 millones de toneladas de alimentos al año según estimaciones de Cheaf Chile basadas en estudios como los de la Universidad de Las Américas. En el caso de la industria de la alimentación, es clave mirar diversos procesos que deben ser optimizados para poder corregir errores de modelo.
Para Tamara Ortega, directora ejecutiva de Fundación Basura, es clave comprender que el desperdicio de alimentos es un problema tan grande que, si fuese un país, sería el tercero con mayor emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), convirtiéndolo en un aportante directo de la crisis climática. De hecho, según reportes del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente es responsable de hasta el 10% de las emisiones de GEI.
“Por supuesto que todo esto contribuye al sobregiro ecológico porque tenemos que considerar que éste implica que estamos consumiendo más recursos de los que la Tierra puede regenerar, mientras que con el desperdicio de alimentos estamos generando y produciendo recursos que van a ser enterrados, con los impactos económicos y sociales que esto conlleva”, aclara Ortega, quien añade que es fundamental entender que en este problema no sólo se considera el residuo de la pérdida de la comida, sino que también todos los procesos previos; uso energía para el transporte, el trabajo humano y por cierto el uso de recursos, como agua o nutrientes y sustratos.
Desde el diseño hasta el plato
La directora de Fundación Basura estima que para resolver este problema, se debe avanzar de forma colaborativa y paralela entre los distintos actores de la sociedad, funcionando como un engranaje, ya que si un actor no contribuye, todos las otras acciones quedan desreguladas.
“El Estado debe proveer políticas públicas adecuadas, por ejemplo, una ley de donación de alimentos como tal, que sea sencilla y eficaz, porque actualmente esto se hace en el marco de la Ley de Donaciones, la que al tener un carácter general presenta bastantes trabas. El sector privado, por su parte, debe aportar con innovación, recursos y tecnología para que esto funcione; y la ciudadanía debe empoderarse y hacerse cargo del rol que nos convoca”, sostiene Ortega.
Esta visión coincidente fue expresada tanto por De Oto como por Ortega: avanzar desde estrategias nacionales hasta iniciativas comunitarias, pero con urgencia y acción coordinada. “Cada año vemos que el sobregiro ecológico ocurre de forma más y más anticipada. Y en el caso de nuestro país es aún peor, ya que Chile consumió todos los recursos que se pueden regenerar en un año en el mes de mayo. Esta situación no es sostenible y por eso todos los actores debemos actuar con sentido de urgencia”, señala De Oto.

Crédito: El Mostrador.
Transformar residuos en recurso
Una de las herramientas más efectivas y accesibles es el compostaje, definido por la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. (EPA) como la forma natural de reciclar residuos orgánicos, transformando restos de comida en abono mediante microorganismos aeróbicos.
Es un proceso biológico controlado que requiere oxígeno, agua, residuos ricos en nitrógeno (“greens”) y materiales ricos en carbono (“browns”). En 3 a 5 meses puede generarse compost utilizable en plantas, huertos o jardines, reduciendo emisiones de metano y mejorando la calidad del suelo.
Incluso en departamentos es posible compostar mediante lombricompostaje o recipientes refrigerados temporales, como aconseja National Geographic, lo que evita malos olores y facilita su manejo doméstico:
- El primer paso para compostar es recoger la materia orgánica que se acumula en casa: desde corazones de manzana y pan mohoso hasta el pelo que se cae durante la ducha.
- Los elementos no compostables a veces dependen del lugar donde se composta. Según el Consejo Nacional de Defensa de los Recursos de Estados Unidos, independientemente del lugar en el que se realice el compostaje, no se deben incluir residuos humanos o animales, plantas enfermas ni papel de color o satinado.
- A la hora de almacenar el compost, no hace falta gastar mucho, o nada, para hacerlo en casa. Simplemente toma una bolsa de plástico grande o un recipiente para guardar alimentos, llénalo con los restos de comida y mételo en el congelador.
- Congelar los restos evitará que se descompongan o que huelan mal.
- Algunos mercados agrícolas que ofrecen servicios de compostaje también pueden dar cubos gratuitos. Puedes comprar tu propio recipiente. Cuando el cubo esté lleno, llévalo a una organización local que se encargue de compostar.
- Los huertos comunitarios también pueden estar interesados en los restos de comida.
La urgencia del sobregiro ecológico en Chile demanda repensar algunas prácticas. Reducir el desperdicio y promover el compostaje son pasos concretos y accesibles. Desde políticas públicas eficientes hasta la acción individual en hogares, se abre una ruta para convertir el problema en oportunidad.