
La educación superior no es ni será un negocio
La educación no es un negocio y las universidades no son empresas. Nuestros estudiantes no son clientes y no vendemos nada. Nuestros objetivos tienen que ver con la formación de profesionales, el avance del conocimiento y el aporte al desarrollo territorial, temas que poco tienen que ver con las lógicas de mercado imperantes en nuestro país en el sector de educación.
Algunas personas podrán debatir estas afirmaciones con argumentos basados en las políticas neoliberales imperantes y las ventajas de la competencia y las bondades del mercado. Sin embargo, pocos podrán discutir y comprender lo absurdo de que el Estado entregue grandes cantidades de recursos a Universidades privadas con casi inexistentes mecanismos de control sobre el uso de estos recursos. Y por otro lado, el Estado no financie adecuadamente, no fomente el crecimiento y ponga mecanismos de control excesivos a sus propias universidades.
Las Universidades del Estado contamos con escalas de remuneraciones conocidas y aprobadas por la Contraloría General de la República. Cada contracción que realizamos es informada a esta misma entidad, los sueldos del personal son publicados mensualmente en nuestras páginas web, debemos utilizar mercado público (lo que tiene costos altísimos) para realizar nuestras compras de cualquier tipo (incluida la construcción de infraestructura) y debemos rendir cada peso entregado por el Estado. Ninguno de estos controles se aplica a las instituciones de educación privadas que reciben cuantiosos recursos públicos. Lo que hoy vemos en la USS es sólo una muestra de lo que provocan estas asimetrías.
Pese a esto las Universidades Estales sobrevivimos. Estamos en todas las regiones del país formado profesionales de altísima calidad, en carreras que la región y el país necesita aun cuando estas carreras “no sean rentables”. La generación de conocimiento y las actividades de vinculación con sus territorios son notables e incuestionables en nuestras instituciones. Es cierto que han existido algunas decisiones puntuales incorrectas de gestión en la historia de las estatales, que se sacan a relucir cada vez que se abre este debate, sin embargo, esto no es lo habitual y dichas situaciones se han ido corrigiendo en el tiempo.
No me cabe duda alguna que nuestras autoridades universitarias y todos los cuerpos académicos estamos comprometidos con la probidad y con la ética. Entendemos la responsabilidad social de nuestras instituciones y el buen uso de los recursos públicos con un fuerte compromiso con la democracia, la equidad y el desarrollo de nuestro país y del conocimiento. No estamos ocupando estos cargos para el enriquecimiento personal o de un sector político o económico ya que nuestras Universidades no son ni nunca serán un negocio ni una empresa.
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