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Desafíos digitales y los riesgos para la salud mental infantil en un mundo hiperconectado Niñez

Desafíos digitales y los riesgos para la salud mental infantil en un mundo hiperconectado

Daniela Adonis
Por : Daniela Adonis Estudiante de Periodismo, Universidad Santo Tomás
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El uso poco vigilado de la tecnología en niños, niñas y adolescentes plantea riesgos significativos para su salud mental y desarrollo integral. Estos podrían relacionarse con cambios de ánimo, rendimiento académico y adicción a dispositivos electrónicos, que pueden terminar en graves consecuencias.


El primer efecto del uso problemático de la tecnología en niños y niñas es evidente en su cambio de ánimo. Andrés Flores, trabajador social con especialización en prevención del abuso sexual infantil de World Vision, comenta que “los niños y niñas se ponen más irritables cuando tú les quitas, por ejemplo, el aparato tecnológico y, también, ante el uso extensivo de los aparatos, los niños pierden la habilidad de poder socializar con otros”.

Estos factores podrían estar indicando una dependencia emocional que puede afectar su capacidad de socialización. Las y los niños tienden a volverse más introvertidos, perdiendo la habilidad de comunicarse y formar parte de grupos de interés. Este aislamiento conlleva a la timidez y a una disminución en la autoestima, obstaculizando su desarrollo emocional y social.

El profesional manifiesta que el desempeño escolar también se ve afectado, pero enfatiza en que “hay que reconocer que las redes sociales no son malas. Tenemos la oportunidad para que los niños adquieran conocimiento a través del uso correcto de esta red”.

“También tenemos que reconocer a las y los adultos como agentes de derechos que, como cuidadores y madres y padres principalmente, son las y los principales responsables sobre el buen uso que le den los niños y las niñas a los aparatos tecnológicos”.

Las y los niños que abusan de la tecnología pueden tener dificultades para relacionarse con sus pares. El aislamiento digital los vuelve más propensos a ser víctimas de violencia escolar, bullying o intimidación por parte de compañeros mayores. La falta de habilidades sociales y el desconocimiento de límites pueden generar conflictos en el entorno educativo.

Por lo cual, Andrés Flores añade que en el caso de las redes sociales “si no hay una supervisión por parte de un adulto, claramente el niño y la niña se ven en un riesgo a considerar contenido quizás que no es apropiado para su edad, información que se puede malinterpretar y, por ende, ese conocimiento él dentro de su capacidad de interpretación, puede malinterpretarlo y realizarlo en una escena, por ejemplo, sala de clases, donde el contexto suele ser inadecuado”.

Su impacto en el desarrollo

En términos de desarrollo cognitivo, el uso inadecuado de la tecnología impacta negativamente en el aprendizaje y la memoria de los niños. La sobreexposición a dispositivos electrónicos puede generar problemas de concentración y afectar la capacidad de las y los niños para realizar actividades más tradicionales, como la lectura.

Además, en cuanto a la regulación del sueño y el buen dormir, el psicólogo comenta que “las y los niños tienen que entender que tienen que dormir entre 8 y 12 horas, particularmente los niños menores de 6 años. Esto hace que nosotros entendamos que el sueño les permite a ellos ordenar todo el conocimiento adquirido desde la práctica estando despiertos. Entonces el sueño nos permite que nosotros podamos ordenar y generar conocimiento, entonces, si hay poco sueño, ¿en qué momento se va a ordenar todo ese proceso? Y ahí va a ser un riesgo”.

Los cambios de ánimo, la irritación ante la interrupción del uso de dispositivos y el cuestionamiento de las normas por parte de los niños son señales clave. Si los niños pasan más tiempo del recomendado en dispositivos, especialmente en redes sociales, los padres deben estar alerta. La comparación con el comportamiento de otros niños puede indicar un problema, así como la resistencia a seguir instrucciones o solicitudes de los adultos.

¿Cómo identificar una adicción a la tecnología o aparatos tecnológicos? 

Flores comenta que “un promedio razonable para el uso de las redes sería de una hora y media. Un niño o niña menor de seis años, que pasa esa hora y media, ya es un indicador de que hay un uso adictivo. Y en el caso de las y los adolescentes, si son más de cuatro horas, cinco horas, es un uso considerado como adicción, también en el uso de las redes sociales”.

Modificar la conducta de las y los adultos es crucial. Establecer límites claros y ejemplificar un uso responsable de la tecnología son pasos fundamentales. Las y los padres deben involucrarse en acuerdos con sus hijos e hijas, negociando reglas y horarios de uso.

La creación de un plan de trabajo conjunto, que incluya períodos sin contacto con dispositivos antes de dormir, es esencial para garantizar un equilibrio saludable entre la tecnología y otras actividades.

En un mundo cada vez más digital, la responsabilidad recae entonces en las y los adultos para guiar a las y los niños y adolescentes en el uso adecuado de la tecnología. La prevención de riesgos para la salud mental y el desarrollo integral de las y los menores implica una supervisión activa, establecimiento de límites y fomentar un equilibrio saludable entre la tecnología y otras actividades.

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