Experto del organismo internacional precisa que el papel de las redes sociales como instrumento de comunicación en las últimas catástrofes son vitales, agregando que la Red “no sólo ayuda a la gestión del problema, sino a la prevención y a convertirse en un instrumento de desarrollo”.
Los países de América Latina y el Caribe quieren que la banda ancha sea un bien público de acceso universal, como la educación, y creen que debe ser prioritaria a la hora de reconstruir territorios tras catástrofes como las sufridas en Haití o Chile, afirma el experto chileno Mario Cimoli.
Esta es una de las conclusiones a las que llega en entrevista con EFE Cimoli, director de la División de Desarrollo Productivo y Empresarial de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que intervino este lunes en La Granja (Segovia, centro de España) en el V Foro Ministerial UE-América Latina sobre Sociedad de la Información,.
Mientras reconoce irónicamente que aún le tiemblan las piernas por el sismo en su país, Cimoli destaca el papel de las redes sociales como instrumento de comunicación en las últimas catástrofes y subraya que la Red «no sólo ayuda a la gestión del problema, sino a la prevención y a convertirse en un instrumento de desarrollo».
El responsable de Desarrollo de CEPAL, un organismo que funciona como centro de estudios en la región y colabora con los Estados miembros de las Naciones Unidas, está convencido de que en la reconstrucción de los países que han sufrido catástrofes tiene que estar muy presente la infraestructura de banda ancha.
Por eso afirma que «usaría la Red como proceso para empezar a reconstruir, por ejemplo Haití o Chile».
«En la CEPAL nos gusta decir que la banda ancha debe ser un bien público global de acceso universal, como la educación», añade.
Cimoli entiende que Chile extenderá la banda ancha en la reconstrucción, pues «ha sido un país que supo responder bien a la tragedia con dignidad y con políticas, con mucho dialogo entre el gobierno entrante y saliente».
Según Mario Cimoli, en los países de América Latina y Caribe se han registrado avances en infraestructura de telecomunicaciones, aunque «claramente insuficientes para las actuales demandas», con una amplia difusión de la telefonía móvil, pero sólo para recibir llamadas.
Además, se producen «claras limitaciones» de la banda ancha en cuanto a cobertura, velocidad y elevados precios; y hay limitaciones en la capacidad de conexión, con gran diferencia en relación a la Unión Europea.
De hecho, en 2008, un habitante de la UE tenía 497 kilobytes más que uno de América Latina y Caribe, cuando cinco años antes la diferencia era de sólo 27 kilobytes.
El precio de ancho de banda promedio por cada 100 kilobytes en países de América Latina y Caribe es de seis dólares, con un PIB medio per capita de 6.000 dólares; y de 1,3 dólares en países de la OCDE, con 40.000 dólares de renta media.
Cimoli resume que en los países avanzados el costo mensual de un mega por segundo representa menos del 1 por ciento del ingreso mensual, en tanto que para ellos oscila entre el 10 y el 50 por ciento.
Convencido de que los contenidos en Internet en castellano tienen un gran futuro y que el idioma seguirá uniendo como puente a América Latina y a Europa, Cimoli aboga porque continúe el diálogo y no se limite a este tipo de foros, ya que el último se celebró en Lisboa, en 2006.
En su opinión, «los países de América Latina y Caribe debemos dotarnos de un mecanismo de diálogo continuo y de coordinación con la UE, en materias tan importantes como cooperación científica y tecnológica, seguridad, debe haber constante intercambio de ideas y comunicación».
El problema radica en que los avances tecnológicos van más deprisa que las convocatorias de encuentros políticos, reflexiona Cimoli, a la vez que sostiene que temas como la regulación del uso de Internet y propiedad intelectual «requieren un enorme debate».