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El difícil pero necesario diálogo de madres y padres con sus hijos adolescentes Sociedad

El difícil pero necesario diálogo de madres y padres con sus hijos adolescentes

La psicóloga Francisca Puga aconseja ser flexibles y procurar mantener siempre los canales de comunicación abiertos. Esto significa aceptar pasar menos tiempo con ellos, pero también buscar instancias de interacción positiva, lo que a veces implica adaptar las actividades familiares a sus intereses.


Conversar y tener una relación de confianza con nuestro hijo adolescente es fundamental para prevenir conductas riesgosas tales como el consumo abusivo de alcohol, probar tempranamente las drogas y tener un comportamiento sexual de alto riesgo o no protegido.

No es fácil. Cualquier padre que ha intentado sostener una conversación con su hijo quinceañero, sabe que en muchas ocasiones éstas terminan en portazos, gritos o en un “¡tú no me entiendes!”. Frente a esto, la tentación de varias mamás y papás es tratar de ser “amigo” de su hijo, para que cuente en qué anda, con quién se junta y dónde va, o darse por vencidos y tratar de no saber demasiado. Sin embargo, ninguno de estos caminos son la solución porque se torna difícil guiar y poner límites.

Las investigaciones señalan que hay ciertas prácticas familiares asociadas tanto a un inicio temprano de consumo de sustancias como a problemas conductuales en la adolescencia. ¿Cuáles son? Un estilo de crianza excesivamente laxo, en que los adolescentes no tienen límites; o uno muy autoritario y coercitivo, en el cual los padres ponen límites muy rígidos y los hacen respetar con medidas violentas como amenazas, gritos, golpes o castigos.

«También estas conductas adolescentes se dan cuando el monitoreo parental es inadecuado, es decir, en hijos con padres que no saben qué hacen, dónde o con quién están. O bien, en familias que no comparten actividades en conjunto», explica Francisca Puga, psicóloga de la Universidad Católica y directora ejecutiva de Triple P Chile, Programa de Parentabilidad Positiva que entrega a los padres ideas simples y concretas para mejorar la conducta de los hijos y la relación con ellos.

Flexibilidad

La profesional dice que mantener una comunicación abierta con nuestros hijos adolescentes es un gran desafío. «A medida que crecen, los niños buscan más aceptación en sus pares que en sus padres, pasan más tiempo fuera de la casa y, cuando lo están, suelen estudiar en su habitación o realizan algún pasatiempo, ya sea solos o con amigos. Por lo tanto, las instancias de interacción con los padres van disminuyendo. Puede suceder que las pocas interacciones que tengamos con ellos sea para llamarles la atención o porque nos quieren pedir algo con lo que no estamos de acuerdo».

Debido a este escenario, la psicóloga aconseja ser flexibles y procurar mantener siempre los canales de comunicación abiertos a nuestros hijos. Esto significa que debemos tolerar pasar menos tiempo con ellos, pero también buscar instancias de interacción positiva, lo que a veces implica adaptar las actividades familiares a sus intereses también, especialmente si tienen hermanos más pequeños.

La psicóloga da ejemplos para abordar con nuestros hijos los permisos, salidas, horarios de llegada, entre otros. “La postura de Triple P – Programa de Parentabilidad Positiva, es que a los adolescentes se les debe enseñar a manejar los riesgos, ayudándolos a hacer planes para enfrentarlos, no prohibiéndoselos. Entonces, cuando un hijo pide permiso para ir a una fiesta que me genera dudas o la sensación de que puede haber algún peligro, en vez de decir ‘no quiero que vayas’, hay que plantearse, primero, qué es lo que me genera miedo: que le ofrezcan alcohol o drogas y creo es muy pequeño(a) aún para consumirlos; que hayan personas más grandes que pueden aprovecharse de él o ella; no querer que se involucre en alguna pelea; o que pueden asaltarlo o cualquier otra situación riesgosa”.

Sea cual sea el temor, Francisca Puga recomienda plantearle abiertamente a nuestros hijos lo que nos preocupa, ya que eso da la posibilidad de que él o ella responda con la verdad (“Nada que ver mamá, si a estas fiestas no van mayores de 15 años”). «También es bueno planificar con ellos escenarios o situaciones que pueden ocurrir en la fiesta y que deben aprender a manejar para estar seguros. Este plan de acción debe incluir, por ejemplo, ensayos de qué hacer cuando le ofrezcan alguna droga o sexo; pensar cómo llegar, volverse, cuándo llamar, a quién pedirle ayuda si le pasa algo. Además, es bueno hacer un ‘contrato’ en que el hijo o hija negocie con nosotros: ‘si llamo cuando llegue a la fiesta y estoy en la puerta cuando me vayan a buscar, el próximo fin de semana puedo quedarme 30 minutos más’. Los ‘contratos’ sirven para irles dando más autonomía a los adolescentes a medida que van mostrando más responsabilidad y cumpliendo sus acuerdos», sostiene la especialista, recalcando que siempre es importante revisar el plan acordado y felicitarlos también por los logros.

Claridad ante todo

La directora ejecutiva de Triple P Chile sostiene que siempre es importante mostrarse abierto a discutir con los hijos, independiente de nuestra religión, valores, cultura o lo «aceptado» por nuestra familia y experiencia de vida. Sugiere que es fundamental hablar abiertamente con los adolescentes y ser concretos: «No quiero que consumas todavía alcohol porque…».»No me gustaría que tuvieras relaciones sexuales todavía porque…». Según sus palabras, «esto plantea el desafío de reflexionar acerca de nuestras creencias y expectativas, para que nuestros hijos las conozcan. Así ellos tienen la posibilidad de conversar con nosotros y responder, por ejemplo: «Pero papá, no porque tome voy a quedar borracho, ¿qué pasa si te llamo cada una hora para que veas que estoy sobrio?».

¿Cómo ayudar, entonces, a los padres?

Francisca Puga, ante todas estas variables, dice que es muy importante que los profesionales que atienden adolescentes y/o a sus familias se formen para ayudar a los padres a lograr el equilibrio, es decir, a no ser muy estrictos ni muy permisivos. Agrega que hay que tener en cuenta que no todos los padres de hoy, necesariamente, conocen los riesgos a los que están expuestos sus hijos adolescentes.

«No cualquier cosa funciona. Debemos (los profesionales) formarnos en estrategias y metodologías con evidencia de buenos resultados, si no podemos estar haciendo más mal que bien. Debemos apoyar a los padres para que puedan mantener relaciones positivas con sus hijos e hijas adolescentes y, al mismo tiempo, apoyarlos a ellos (adolescentes) a desarrollar las habilidades que necesitan para ser responsables y autónomo. Deben aprender a protegerse, tener confianza en sí mismos e ir desarrollando las estrategias y competencias para desenvolverse en el mundo de hoy».

La directora de Triple P detalla que la próxima certificación a profesionales (psicólogos, médicos, educadores, asistentes sociales y otros) que trabajan con adolescentes y/o sus familias se realizará en Santiago del 27 a 29 de abril. Los participantes tendrán la posibilidad de aprender las estrategias de la Parentalidad Positiva propuestas por el sistema Triple P y cómo trabajarlas con madres, padres y cuidadores, ayudándolos a aumentar no sólo sus herramientas y competencias en temas de crianza, sino también la confianza en sí mismos. La acreditación es otorgada por la Universidad de Queensland, Australia, y permite integrarse a una red internacional de más de 70 mil profesionales certificados en metodologías Triple P en el mundo. Inscripciones: infochile@triplep.net; http://www.triplep.net/glo-es/home/

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