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Valor Empresario: Claudio Soto y la receta que mantiene vigente a la centenaria Confitería Torres Emprendedores destacados

Valor Empresario: Claudio Soto y la receta que mantiene vigente a la centenaria Confitería Torres

Junto a su mujer, Patrizia Misseroni, se convirtieron en 2001 en la quinta generación de dueños del emblemático restaurante del centro de Santiago, que posteriormente abrió nuevos locales en el Centro Cultural Palacio de La Moneda y en Isidora Goyenechea. La clave fue tomar “una posta” y mantener intacto el “espíritu republicano” de un recinto que estuvo a punto de desaparecer.


Mantener la tradición de un restaurante que ha sido testigo de la historia republicana del país y que ha visto desfilar por su comedor y barra a mandatarios, ministros, parlamentarios y otras connotadas figuras políticas y del mundo empresarial  que antaño daban vida al barrio Dieciocho, en pleno centro de Santiago.

Ese fue el objetivo que desde un comienzo se plantearon Claudio Soto y su esposa, Patrizia Misseroni, cuando el año 2001 adquirieron la Confitería Torres y pusieron en marcha un emprendimiento que fue seleccionado este año por el programa Valor Empresario, una mirada diferente, de Bci.

Claudio está convencido de que lo que hicieron en realidad fue evitar que se cometiera «un nuevo sacrilegio» en un país que tiene poco apego al pasado y que no es consciente de que el presente se construye sobre la base de las tradiciones que nos heredaron nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos.

Todo ocurrió en 2001, cuando habían vendido a un muy buen precio un próspero negocio de retail que contaba con quioscos de diarios, librerías y revisterías en los aeropuertos. Por esos días, el fallecido comentarista deportivo Julio Martínez dedicó parte del espacio que tenía en la televisión para lamentar la salida a remate del café Torres, ya que su inminente cierre amenazaba con llevarse consigo parte de la historia.

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«No quisimos ser cómplices activos o pasivos de un nuevo sacrilegio que iba a cometer la sociedad chilena, de botar una marca y deshuesar el Torres. Ya se habían deshuesado otras marcas emblemáticas, el Café Santos, el Chez Henry, el Paula  y venía el Torres. Entonces Julito Martínez lloró por televisión diciendo que esto no podía ser y en ese minuto habíamos vendido nuestra empresa. Fue una suerte, porque teníamos dinero en el bolsillo (…) y lo que hicimos fue parar un remate inminente».

«Yo pensé, cuando fui a este remate que iban a haber 100 personas, 100 empresarios gastronómicos tratando de comprar la marca Torres, pero no había nadie, absolutamente nadie. Creo que ahí está el mérito nuestro de haber sido los únicos que apostamos por esto», recordó.

Impronta democrática

Corría la primera década del siglo XX y Ramón Barros Luco, antes de convertirse en Presidente de la República, era un cliente frecuente que acostumbraba a pedir en la barra que le prepararan un pan relleno de carne con queso fundido. Fue el origen del «Barros Luco», un sándwich que nació en el Torres y que es parte de la carta de prácticamente todos los restaurantes y fuentes de soda a lo largo del país. En esos tiempos el sector de Dieciocho con la Alameda era un lugar donde se desarrollaba gran parte de la vida social capitalina, y en sus alrededores residían las familias más influyentes de la época.

[cita tipo=»destaque»]»Tengo opinión política, pero la política a los políticos, no nos cambiemos de rol. Nuestro rol en la sociedad es hacer empresas y dar trabajo, porque el trabajo da sustento a la familia, pero sobre todo dignifica a las personas. Estar sin trabajo es una cosa muy tremenda».[/cita]

Los tiempos han cambiado, pero el Torres sigue emplazado en ese mismo lugar. Pero también logró mantener su esencia de ser parte de las grandes decisiones del país, con la apertura en 2007 de un local en el Centro Cultural Palacio de La Moneda. Poco tiempo después se concretó la apertura de su más reciente local de la avenida Isidora Goyenechea, en Las Condes.

Claudio Soto asegura sin embargo que el carácter del Torres original es el que marca la pauta de los otros dos locales. «Gracias a Dios el centro de Santiago todavía no es un gueto, no forma parte de esta segmentación que lamentablemente ocurre en nuestras urbes. El centro de Santiago es muy democrático, muy plural, viene gente de provincia, viene gente de diferentes clases sociales, de diferentes comunas. Son cerca de dos millones de personas las que confluyen en el centro, entonces ahí el Torres pasa a ser un lugar de encuentro donde puede haber una persona en una mesa que piense ‘A’ y en la otra que piense ‘Z’. Dentro de los valores republicanos está la tolerancia, el respeto. Y eso es muy lindo, que sea una plaza pública».

«Una posta»

Al hacer un balance de estos últimos años, Claudio Soto destaca el aporte que hicieron sus padres, quienes, asegura, tuvieron una «segunda juventud» al traspasar al Torres  la experiencia que tenían como propietarios de fuentes de soda en Puerto Montt. Y destaca especialmente el rol que cumplió su madre, quien falleció hace pocos meses. «Fue una colaboradora del Torres y está muy presente. Ayer yo veía a un mozo que le recomendaba a una señora el ‘Chupe de loco preparación de la suegra de la dueña’, y le decía ‘mire, la señora falleció, pero aquí todavía sigue su receta’».

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Actualmente en los tres locales se desempeñan en total 95 personas. Claudio atribuye a Patrizia el buen manejo que ha permitido que el Torres, transcurridos 14 años, sea una empresa viable. Sin embargo, considera que lo único que han hecho es «tomar una posta» que partió con la creación de la marca hace 137 años.

«La clave del éxito es que nosotros hemos tomado una posta, porque esto no empezó de cero. Si bien nosotros tuvimos que hacer una gran inversión y ‘entrar a picar’,  hemos tomado una posta de don José Domingo Torres, después de una familia yugoslava que la tuvo entre 1930  y 1960, después de don Bartolomé Alomar, a quien no tuve el honor de conocer, y luego la del señor que nos vendió. Es muy diferente tomar un negocio gastronómico y empezarlo de cero, a tomar una posta que nos pasaron en bandeja».

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Dar trabajo

Claudio Soto también está interesado en la contingencia y ve con preocupación la «crisis de autoridad institucional» que por estos días afecta al país, y que atribuye en alguna medida a un sector empresarial que «no ha hecho las cosas como corresponden».

Sin embargo prefiere ser optimista. «Yo me quedo con lo positivo y el sector empresarial tiene que hacer su pega, tiene que dar trabajo y tiene que hacer las cosas bien, tiene que ser responsable socialmente con el medio, con sus trabajadores, con sus proveedores, con todo y yo quiero salir jugando hacia adelante».

«Yo tengo opinión política, pero la política a los políticos, no nos cambiemos de rol. Nuestro rol en la sociedad es hacer empresas y dar trabajo, porque el trabajo da sustento a la familia, pero sobre todo dignifica a las personas. Estar sin trabajo es una cosa muy tremenda».

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