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Inmunoterapias: ¿cuán cerca está la cura contra el cáncer? Opinión

Inmunoterapias: ¿cuán cerca está la cura contra el cáncer?


Los avances en prevención, diagnóstico temprano y nuevos desarrollos terapéuticos podrían hacer del cáncer una enfermedad con menor impacto en términos de mortalidad en el transcurso de este siglo. De hecho, según cifras de la American Cancer Society, el número de personas fallecidas ya ha caído un tercio desde 1991 a 2017.

Sin embargo, aún hay mucho por hacer: 10 millones de individuos perdieron la vida en 2020 como consecuencia de esta enfermedad. Los recientes avances en nuevas alternativas de tratamiento disponibles suponen una buena noticia en el desafío de hacer del cáncer una enfermedad curable para menores de 80 años al 2050, como postulan algunos científicos.

Los resultados son especialmente esperanzadores en el contexto de las inmunoterapias, un tratamiento que utiliza el propio sistema inmunitario de los pacientes para combatir el cáncer. La inmunoterapia puede reforzar o cambiar el funcionamiento del sistema inmunitario para que pueda encontrar y atacar las células cancerosas.

Tras la pandemia del Covid-19, por ejemplo, se han acelerado algunos desarrollos basados en las vacunas de RNA, impulsadas por el conocimiento acumulado para crear una inoculación efectiva contra el virus SARS-CoV-2. En las últimas semanas, la publicación de un estudio sobre una terapia RNA para cáncer de páncreas (el más letal de todos los tumores) ha motivado enormes expectativas a nivel mundial.

También han ganado terreno las terapias de anticuerpos monoclonales contra puntos de control inmunológico que en los últimos 15 años han incrementado su aplicación en seres humanos, con varias otras moléculas candidatas en distintas fases de validación.

La evolución de la ingeniería genética, por otro lado, ha contribuido a agilizar los desarrollos de las denominadas Car T-Cells, un tipo de desarrollo que extrae linfocitos del sistema inmune del propio paciente para luego, tras agregarles un receptor molecular diseñado en un laboratorio, son reinyectados para la destrucción del tumor.

Pese a los alentadores resultados que han demostrado las terapias basadas en estos tres enfoques, algunos aspectos como los efectos adversos, su elevado precio (varios cientos miles de dólares en algunos casos) y la necesidad de crear soluciones a medida de cada paciente dificultan la masificación de los tratamientos, especialmente en países en desarrollo.

En este sentido, las terapias celulares, particularmente las vacunas de extractos tumorales ofrecen perspectivas de interés, como un complemento de las tecnologías antes mencionadas, debido a factores como su independencia de análisis genéticos para el diseño de tratamientos personales, como lo exigen las soluciones basadas en ARN mensajero la menor toxicidad comparada con efectos autoinmunes observados en algunos pacientes con las terapias de anticuerpos anti puntos de control.

Esto es particularmente interesante para la terapia surgida de los laboratorios de la Universidad de Chile y liderada por el Dr. Flavio Salazar, y que pronto será evaluada en pacientes brasileños.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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