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Francia y Alemania en disputa acerca de como enfrentar la crisis de deuda el próximo año


Los líderes de la Unión Europea coronaron el tercer año de gestión de la crisis de deuda otorgando nueva ayuda financiera a Grecia, empezando a dar forma a un regulador bancario europeo y con una disputa entre Alemania y Francia por cuáles deben ser los próximos pasos. La canciller alemana Angela Merkel y el presidente de Francia François Hollande, timoneles de las dos principales economías de la zona euro, presentaron visiones opuestas de cómo reformar la gestión económica una vez que la crisis fiscal mejore.

“Se ha producido una división entre los estados miembros que quieren crear un mecanismo solidario para los países afectados por las crisis externas o acontecimientos internos negativos y los que están a favor de soluciones nacionales”, dijo el primer ministro de Luxemburgo Jean-Claude Juncker tras la primera sesión de la cumbre de Bruselas, la número 22 desde que la deuda de Grecia irrumpió en la agenda a comienzos de 2010. “Nos fuimos acercando gradualmente pero en los detalles eso fue difícil”.

Los avances en la estabilización de Grecia y en tranquilizar a los mercados de bonos fortalecieron las expectativas de que Europa ya esté superando la etapa de las políticas paliativas, a menudo en sesiones de negociación de toda la noche, para implementar un sistema verdaderamente a prueba de fallas.

Llevó dos sesiones nocturnas delinear las próximas medidas, comenzando con un acuerdo de los ministros de economía en la madrugada del jueves para hacer del Banco Central Europeo el organismo central de supervisión bancaria para los 17 países que usan el euro en marzo de 2014, siguiendo con la decisión de liberar 49.100 millones de euros (US$64.300 millones) para Grecia y finalizando con deliberaciones de los dirigentes sobre el futuro de Europa.

Hoja de ruta europea Los acuerdos sobre supervisión bancaria y el siguiente desembolso para Grecia permitieron a los dirigentes europeos dedicarse a trazar una “hoja de ruta” para convertir a la zona euro en una “auténtica”unión económica en los próximos cinco a diez años.

Medio año de lluvia de ideas sobre el futuro del euro inclinó la balanza hacia el lado de Alemania, con lo que se eliminó de la hoja de ruta armada por el presidente de la UE Herman Van Rompuy toda idea de emisión conjunta de nuevas deudas o rescate de las viejas.

Una propuesta menos ambiciosa consistente en que los países del euro aportaran a un fondo común para contrarrestar los sacudones económicos también fue demasiado para Alemania. Una declaración de la cumbre enfatizó la disciplina económica, la moderación salarial y la reducción del déficit.

Merkel habló de un fondo de “alrededor de 10.000 o 15.000 o 20.000 millones de euros”, equivalentes al 0,2 por ciento del producto interno bruto de la zona euro cuando mucho y por debajo del 2 por ciento que, según Bruegel, instituto de investigación de Bruselas, se necesitaría para un presupuesto de amortiguación.

En el otro rincón estaba Hollande, que asumió su cargo en mayo en base a una plataforma antiausteridad y, rompiendo con el tándem Berlín-París que guió las primeras etapas de la respuesta a la crisis, buscó aliados en España e Italia para compensar el dominio alemán y se atribuyó el mérito de los avances logrados en la gestión de la crisis, diciendo que su llegada al poder fue “uno de los elementos que nos permitieron llegar a este resultado”.

Las discusiones entre Berlín y París trajeron ecos de los primeros tiempos de la UE y sirvieron de recordatorio de que el euro se construyó sobre los choques entre una Alemania estricta en material fiscal y una Francia más orientada al bienestar.

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