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La inflación les resulta poco creíble a los sindicatos argentinos y piden aumentos

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Según los cálculos de los economistas privados, Argentina nunca tuvo menos credibilidad en lo que hace a la inflación.

Aunque los pronosticadores dicen que la inflación se aceleró a 25,6 por ciento en 2012, el instituto nacional de estadísticas del gobierno, que ha sido cuestionado por el Fondo Monetario Internacional, ayer dijo que los precios al consumidor aumentaron 10,8 por ciento. El diferencial récord de 14,8 puntos porcentuales tiene un costo para quienes invirtieron en bonos denominados en pesos argentinos ya que los pagarés perdieron un promedio de 13,4 por ciento en el último año. Los títulos indexados por inflación de Brasil y México aumentaron como mínimo 15 por ciento en el mismo período.

Según las estimaciones independientes, el costo de vida creció más que en ningún otro lugar del Hemisferio Occidental luego de que la presidente Cristina Fernández de Kirchner aumentara el gasto público un 39 por ciento anual hasta noviembre, recurriendo a financiamiento del banco central. Los sindicatos cercanos al gobierno se están sumando a los trabajadores alineados con los partidos de la oposición para pedir aumentos de salarios de por lo menos 25 por ciento este año, presionando para que Fernández reconozca la creciente disparidad de los precios informados.

“Si lo sindicatos pensaran que hay políticas serias para hacer bajar la inflación, podrían pedir un aumento más chico, pero las políticas del gobierno no tienen credibilidad”, señaló en una entrevista telefónica Juan Pablo Fuentes, analista de Moody’s Analytics Inc. de West Chester, Pensilvania. “La inflación se come el valor de los bonos en moneda local y es un estorbo para los que quieren construir una planta o crear una empresa”.

Censura del FMI

Las cifras oficiales de inflación son cuestionadas por el FMI y los economistas privados desde comienzos de 2007, cuando el extinto marido y antecesor de Fernández, Néstor Kirchner, cambió la cúpula del organismo de estadísticas, conocido como Indec.

Fernández negó cualquier irregularidad cuando se le preguntó por la inflación en la Universidad de Georgetown el 26 de septiembre, aun cuando el FMI estudia aplicar una moción de censura al país por sus datos oficiales.

La inflación es la segunda mayor preocupación de los argentinos después del delito, según una encuesta de Management Fit llevada a cabo entre el 19 y el 28 de noviembre. El aumento de los precios llevó a dirigentes sindicales como Hugo Moyano de la opositora Confederación General del Trabajo y Jorge Lobais, de un gremio textil que apoya al gobierno, a pedir aumentos de salarios similares que superan el índice de inflación oficial.

“No aceptaremos ningún techo a nuestras demandas”, declaró Lobais el 14 de enero en una entrevista con Radio Diez. “En los últimos nueve años, hemos demostrado moderación y nunca cuestionamos al Indec”.

Además de tener la inflación más alta de la región, Argentina posee costos de endeudamiento de 12,86 por ciento, los más altos de los grandes mercados emergentes. El rendimiento adicional que exigen los inversionistas para comprar bonos del gobierno argentino en dólares en lugar de bonos del Tesoro estadounidense se amplió un punto básico, o 0,01 punto porcentual, a 1,088 puntos básicos, según JPMorgan Chase Co.

La inflación debilitó el valor del peso alrededor de un 70 por ciento desde comienzos de 2007, explicó el 14 de enero la legisladora Patricia De Ferrari, de la opositora Unión Cívica Radical.

“Actualmente podemos comprar con un billete de 100 pesos las mismas cosas que en 2007 podíamos comprar con 30 pesos”, declaró De Ferrari a la prensa. “Vamos a tener que llevar muchos más billetes en nuestras billeteras”.

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