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Mamá de niño al que hicieron bullying por tener apellido repetido: “Mi error fue confiar en el colegio” Destacado

Mamá de niño al que hicieron bullying por tener apellido repetido: “Mi error fue confiar en el colegio”

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Alejandra Valle
Por : Alejandra Valle Periodista, porteña. Conductora de televisión, editora de revistas, con un largo currículum en diversas plataformas de información. Directora en www.elmostrador.cl/braga @siliconvalle
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Paola relata el horrible calvario por el que pasó su pequeño, a quien molestaban, entre otras cosas, por no tener padre. “Huacho”, llegaron a decirle. “Es el dolor más grande que he sentido en la vida”, dice ella, quien interpuso una demanda contra el colegio San Ignacio de Alonso de Ovalle y ayer fue a dejar una carta en el Arzobispado de Santiago.


Fueron prácticamente dos años, dos años de constantes agresiones, a través del computador, en la sala de clases, en el recreo. A J no lo dejaron tranquilo y hoy él trata de recuperarse de una depresión mayor que le provocó el hostigamiento constante, el bullying. Tiene que tomar tres medicamentos diarios. Uno de los más importantes, pastillas para dormir para controlar los terrores nocturnos. Así es que su madre Paola, acompañada por el abogado Eduardo Arévalo, partió ayer al Arzobispado de Santiago a dejar una carta dirigida al cardenal Ricardo Ezzati con el fin de obtener una respuesta sobre el calvario que esta madre soltera y su hijo, en ese entonces en sexto básico en el colegio San Ignacio de Alonso de Ovalle, cuentan que vivieron en este prestigioso colegio católico.

Esta carta es un símbolo, un llamado de atención a la iglesia, “para que no pase lo mismo que pasó con Karadima, guardando las proporciones”, dice Arévalo. En tribunales, las acciones legales también se interpusieron y hay una demanda contra el colegio en el 19° Juzgado Civil de Santiago por incumplimiento de contrato y una indemnización por el daño causado.

La historia comienza el 2015. En ese entonces, Paola cuenta que J insistía en que lo molestaban. «Pero en el colegio me decían que se chasconeara, que se tomaba todo muy en serio. Hasta que un día la enfermera me puso en alerta. Me dijo: ‘Usted sabe que su hijo va todos los días con dolor de guatita a la enfermería. Y ojo, porque en realidad él se va a esconder’. Ahí me di cuenta que andaba decaído, gruñón, molesto. El profesor jefe me decía que era la edad. Pero cuando realmente le tomé peso al asunto fue con la baja de notas. Mi hijo siempre estuvo entre los primeros lugares y bajó ¡1 punto! Me puse más alerta, a escucharlo más abierta porque yo escuchaba mucho al colegio, confiaba mucho en el colegio. No me imaginé nunca que las cosas habían llegado al extremo en que estaban ocurriendo”, relata Paola, a quien no le pondremos el apellido para resguardar la identidad del menor de edad.

El 2015 terminó con la negativa de J a querer ir al paseo de curso. “Supo que tenían planificado tirarle la mochila a la piscina. Tenía mucho miedo”, sigue relatando Paola. La situación no cambió siquiera con las vacaciones. “Él tiene un canal de Youtube y le ponían cosas como “oh, qué penca, quieres ser popular y nunca lo serás”, “tus videos valen callampa” distintos niños y él respondió. Entonces llega marzo y yo decido hablar con el profesor. Él me dice que no puede hacer nada porque fue fuera de clases y ya no estábamos en el tiempo. Nunca estábamos en el tiempo”, dice con decepción esta matrona.

El profesor tras ver lo que pasó por internet, responde que J también contestó, así que es parejo. Paola responde que 3 contra 1 no le parece parejo, a lo que el profesor jefe retruca con que si aplica sanción también tiene que ser para J. “Yo estuve de acuerdo, le dije que también le aplicara a él la sanción. Pero que hiciera algo”, exclama la mamá.

– Hasta ese momento, ¿el colegio estaba de brazos cruzados?
– Durante todo el primer semestre del año 2016 no hubo encargado de convivencia escolar. La sicóloga insistía en que tenía que chasconearse. Y dentro de todas estas cosas empezaron a molestarlo con que no tenía papá. Un día, J sale muy molesto del colegio y me cuenta que la profesora de inglés lo retó porque no tenía cómo trabajar. “Mi estuche desapareció”, me explicó. “Yo empecé a buscarlo y la profesora me retaba porque no trabajaba, pero no tenía lápiz”. Lo que había ocurrido era que a un compañero de J se le había caído un jugo sobre su mesa, tomó el estuche, limpió su mesa con él y lo botó a la basura. Todos sabían. Así que le mando esta información al profesor y le pongo que si eso no es acoso escolar, yo vuelvo a nacer. Y el profesor me responde que lo va a hablar.

Días después, J llama a Paola llorando para contarle que un niño le había dicho “¡huacho! ¿Qué se siente no tener papá?”. “Le mando de forma inmediata un correo al profesor. Pero éste me responde ¡un mes después! diciendo que es grave y lo va a investigar. Empecé a tratar de fortalecer a J por mi lado con un sicólogo. Mi gran error fue confiar en el colegio. Nunca escribí un correo a un apoderado. Hablaba en el colegio solamente”, cuenta.

– ¿Nunca te enfrentaste a los papás de los niños que molestaban a tu hijo?
– Nunca. Era tanto el dolor que sentía que podía decir lo que no quería decir y, por otro lado, era transformar a mi hijo en el acusete. No quería exponerlo y que se pusiera peor todo. Un apoderado que es abogado me dice un día, ¿qué tendrá J que hace que lo molesten? Yo lo quedé mirando y no le contesté nada. Nada justifica el maltrato.

– ¿Cuándo decidiste sacarlo del colegio?
– El colegio hizo una intervención sin avisarme. Lo pasé a buscar y me contó que llegó un grupo de sicólogos y profesores a hablarles de bullying y que era por él. Que lo pusieron frente a su mesa e hicieron pasar a los niños a pedirle disculpas. 11 niños lo hicieron. Y al final, la sicóloga del ciclo le pidió disculpas por no haberse dado cuenta y no haber hecho lo que tenía que hacer. Llamo al sicólogo para saber si él sabía y no tenía idea de esta “intervención”. “Eso no es reparador, eso es exponerlo”, me dijo. Ahí empecé a desilusionarme y pedí en el colegio, ya que reconocieron por fin que mi hijo era víctima de acoso, la aplicación del protocolo frente a eventos de violencia escolar, que es un protocolo del ministerio para todos los colegios. En ese momento me entero que no había encargado de convivencia.

[cita tipo=»destaque»] Nunca esperé que esto me ocurriera. Yo soy muy católica. Y hasta ahora no lo habían discriminado. Pero si miro hacia atrás, en los 8 años que mi hijo estuvo en el colegio siento que fuimos como una bandera para decir “oh, qué buenos somos. Qué abiertos de mente”. ¡Nos usaron! [/cita]

“Después de esta intervención mi hijo pasó de ser el agredido a ser el ignorado. Nadie hablaba con él. Luego viene la semana ignaciana y se provoca uno de los episodios más violentos, en que lo molestan tanto, que termina encerrado en un baño mandándome mensajes que decían que ya no podía más, que sólo quería morirse, que estaba pensando en suicidarse. De ahí en adelante fue una decepción tras otra. Le solicité al rector que se aplicara justicia y que el manual de convivencia escolar decía que aquel que ejerciera cualquier tipo de violencia sobre cualquier miembro de la comunidad escolar, dentro o fuera del establecimiento o por redes sociales, era falta gravísima y que implicaba condicionalidad o caducidad de la matrícula. Él me responde que no, claro, porque no habían aplicado los protocolos”, continúa Paola.

– ¿Tu hijo cómo está ahora?
– Está bien. Hizo una depresión mayor. Toma medicamentos, antidepresivos, antimpulsivantes y pastillas para dormir. Ha sido duro. Lo que me hizo decidirme a sacarlo del colegio finalmente fue el pánico nocturno. Cuando se empezó a despertar gritando me decidí. El 14 de septiembre fue el último día que fue a clases en el San Ignacio. Ahora está bien, estamos reconstruyendo, si hicimos esta acción legal es porque hasta el día de hoy lo molestan por internet. Tengo un denuncio en el ciber crimen por insultos que le llegaron a fines de diciembre. Tengo que hacer algo para que esto se detenga y eso es que el colegio asuma su responsabilidad.

– ¿Tú eres católica? ¿Te esperabas algo así?
– Nunca esperé que esto me ocurriera. Yo soy muy católica. Y hasta ahora no lo habían discriminado. Pero si miro hacia atrás, en los 8 años que mi hijo estuvo en el colegio siento que fuimos como una bandera para decir “oh, qué buenos somos. Qué abiertos de mente”. ¡Nos usaron!

– ¿Qué siente una mamá cuando se da cuenta que a su hijo le están haciendo bullying?
– Rabia, dolor, impotencia. Qué ganas de hablar con otros papás y preguntarles cómo no se dan cuenta de lo que está haciendo su hijo. Pero no puedes porque tienes que contenerlo a él. Es el dolor más grande que he tenido en mi vida. Es como si me hubieran sacado el alma, yo me apagué. También tuve que ir a terapia. Para mí no ha sido fácil, ha sido duro. Si llegué al San Ignacio fue porque quiero criar un hombre bueno. Porque siento que si uno es bueno, te va bien y me di cuenta que ese no era el lugar. Me decepcioné del colegio, es un dolor enorme. Me sentí muy culpable de lo que mi hijo estaba pasando porque yo confié en el colegio. Fue tal mi confianza, que dejé de escucharlo.

– En algún momento te cuestionaste ¿por qué le puse mis dos apellidos? Siendo ésta una sociedad tan discriminadora…
– No. Nunca. Sentía que era tremendamente injusto, que si yo lo voy a criar, si yo lo voy a educar, si yo lo voy a amamantar ¿por qué le voy a entregar ese honor a otro? Y por otro lado, estaba la situación de pertenencia. Mi hijo se siente parte de mi familia, por lo cual no me arrepiento. Sí, quizás por esta sociedad discriminadora me cuestioné y pensé en alternativas, pero él se siente feliz y tiene identidad.

LA RESPUESTA DEL COLEGIO

En un comunicado publicado en su página web, el colegio San Ignacio de Alonso de Ovalle explica a su comunidad lo siguiente. «Nos dirigimos a ustedes para precisar informaciones de prensa que han circulado en algunos medios de comunicación sobre una situación que la Dirección del Colegio trató y analizó en su debido momento por los canales y protocolos establecidos para ello:

Tal como lo hemos informado en oportunidades anteriores, como Colegio San Ignacio velamos por la integridad de todos nuestros estudiantes y colaboradores. En relación al caso expuesto, les informamos que hemos actuado de acuerdo al mismo principio, privilegiando el bienestar de las personas involucradas al estar en frente de una situación delicada y dolorosa.
Frente a cualquier requerimiento formal, como comunidad escolar siempre estaremos dispuestos a aportar con la información que la autoridad nos solicite, entendiendo que buscamos contribuir al esclarecimiento de cualquier hecho que pueda afectar a uno de nuestros integrantes.
Ante la denuncia realizada a la Superintendencia de Educación y que está en curso, el colegio ha entregado toda la información que se le ha solicitado respecto del proceso formativo interno, de las personas y equipos responsables, así como de la implementación de protocolos y procedimientos internos que se ejecutaron en su debido momento.
Por el cuidado y respeto hacia todo estudiante y su núcleo familiar, no nos referiremos con más detalle a situaciones particulares que expongan a menores de edad.

Aprovechamos esta comunicación para invitar a nuestra comunidad a continuar trabajando por la promoción de los buenos tratos y ser prudentes al referirnos unos de otros para fortalecer una sana convivencia escolar».

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