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Aborto asistido en Chile: el relato de una mujer que ayuda a otras a interrumpir sus embarazos Testimonio

Aborto asistido en Chile: el relato de una mujer que ayuda a otras a interrumpir sus embarazos

Chile es uno de los seis países que considera el aborto ilegal en cualquier causal. Sin embargo, aquí sí se aborta. Y no nos referimos a doctores dispuestos a hacerlo por dinero, sino a una red de apoyo de mujeres que aprende a realizar de manera segura el método con pastillas y que funcionan en toda Latinoamérica. Llamadas “amigas”, “comadres” o “socorristas” en distintas partes del continente, una de ellas – cuya identidad accedimos a resguardar- nos cuenta en primera persona sus motivaciones y experiencia.


Vengo a hablar de aborto en Chile, un tema que nos lleva al borde. Al borde de la sociedad, de la vida, de la muerte, del estigma… Nos deja como sin relato, porque abortar en Chile no existe. Salvo para atacar y decir que se está eliminando una vida por venir. Los llamados “pro vida o pro feto” se han hecho un festín, diciendo que quienes defendemos la opción de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos somos mataguaguas, que nosotras somos sólo el envase, que el cuerpo no es nuestro, que pa’ qué nos metemos a hacer cosas si después no asumimos las consecuencias.

Ese lugar común viene desde zonas de confort, desde la  tranquilidad y el bienestar económico, de una élite que gobierna el mundo y en ello, ha gobernado –o han intentado persistentemente en hacerlo– nuestras cuerpas. Como corresponde a las élites, la respuesta oficial a esto es Aborto en 3 Causales, como la gran bandera de lucha de aquellas mujeres que dentro del sistema se acomodaron y les basta, sí, ¡les basta!

Acá, en cambio, vengo a hablar del aborto, de ese que queremos las de abajo (y las de arriba también, pero como ellas tienen plata ya lo hacen), del aborto libre, gratuito y estatal, de ese aborto despenalizado, que nos permita decidir qué hacer frente a un embarazo sin causales ni condiciones. Las cuerpas son nuestras y nosotras decidimos sobre ellas, es nuestra consigna.

Les quiero contar –para quienes no saben– que en Chile sí abortamos y no lo hacemos solas. Lo hacemos acompañadas con amigas (así nos denominamos) y en lugares protegidos. Sí, abortamos porque las cuerpas las gobernamos nosotras y nadie más, abortamos porque sabemos que nadie, nadie, va a ir a tirarle una mano a una cabra sin recursos o a una mujer con 4 hijos, generalmente maltratada por el macho progenitor, si se queda con el producto del embarazo. No nos compramos el discurso oficial, ni el pro vida, ni menos el del pecado de la iglesia.

Estamos convencidas que el aborto es un acto de resistencia, frente al estado y al capital. Somos feministas, héteros y lesbianas, aborteras y anticapitalistas. Somos profesionales de distintos ámbitos, médicas, profesoras, sociólogas, actrices, estudiantes universitarias, jefas de hogar, madres. Y esto lo tomamos muy en serio. Tanto que nos juntamos a aprender.

Así fue como muchas mujeres nos reunimos entre el jueves 20 y el sábado 22 de abril a una escuela llamada Ampliando la Casa.  La idea de esa escuela es ampliar la red de mujeres que acompañamos a otras mujeres que necesitan abortar. Nos autoformamos, nos acompañamos, nos abrazamos y nos dimos cuenta que en todo Chile abortamos, que en todo Chile hay mujeres que necesitan abortar y que en todo Chile hay mujeres dispuestas a acompañar de manera informada y responsable.

La escuela funcionaba en dos modalidades, abierta y cerrada. En la abierta, luego del horario laboral, llegaban y llegaban mujeres de todos lados y de distintas edades y conversamos sobre cómo nos acompañamos y defendemos en Latinoamérica cuando abortamos. Fue maravilloso ver a tantas y tantas en busca de información, de apoyo, de apañe… sororidad.

Nuestra Latinoamérica con los mismos problemas, con las mismas precariedades, con la misma indefensión, con el mismo patriarcado dominante, con la misma rabia ante nuestra la falta de libertad e independencia, con la misma rabia ante nuestro amor de mujer y entre mujeres, con el mismo capitalismo rabioso y dañino y con las mismas mujeres en todos lados, resistiendo, amándose y abortando… con amigas (como nos llamamos en Chile), comadres (como nos nombran en Ecuador) y socorristas (como nos dicen en Argentina).

Los espacios abiertos, sirvieron muchísimo, abrieron temas, generaron ambiente, preguntas, respuestas, la sensación concreta de “no estamos solas, somos caleta”.

En la escuela cerrada, en cambio, desarrollada en un lindo y acogedor espacio, la tarea era más ardua porque entramos en el detalle sobre el procedimiento de abortar, es decir, dosis, contraindicaciones, qué hacer en caso de emergencia y muchos detalles más. Eso sí, el ambiente tenía el mismo amor y entrega. Y con la plena convicción de aprender para acompañar a otras.

Varias de las presentes hemos abortado, algunas más de una vez, y fue común escuchar que abortaron (mos) seguras médicamente, pero no contenidas ni acompañadas y esa es la diferencia de esta forma o de esta red de apoyo. Se trata de mujeres acompañando a mujeres a abortar con pastillas.

El ambiente fue de seguridad, apañe, cariño, amor, aprendizaje. Tuvimos exposiciones desde lo médico y biológico, para comprender los períodos y procesos, momentos y etapas. Conocer nuestro cuerpo y su funcionamiento es primordial para acompañar de manera prácticamente profesional.

Al explicarnos sobre el procedimiento con pastillas, momento clave, aprendimos cómo se realiza la medicación, qué va ocurriendo durante todo el proceso, es cuando se genera la mayor sincronía. Pues todo esto que parece solo técnico o médico, es amor y cariño por otra, por esa otra que llega a la red pidiendo ayuda para resolver una situación, que el Estado no quiere asumir.

Cuando surgen los relatos de experiencias, de emociones, de lo que pasa cuando todo ocurre, la sensación de alivio que experimentan las mujeres acompañadas hace que estar ahí valga la pena.

Hace poco me tocó acompañar a una profesora que tenía una relación muy tormentosa con su pololo. Entremedio de estas idas y venidas, ella quedó embarazada y él la echó de la casa. Ella le pidió un tiempo porque no tenía donde ir. Profesora en un colegio en una comuna periférica, ni siquiera le alcanzaba el dinero para dar la donación que la red pide y, teniendo las dosis, ni siquiera tenía un lugar donde realizarse el tratamiento. Su ex le dejó las maletas afuera de la casa. Finalmente una amiga la recibió y ella pudo realizar el proceso permanentemente acompañada a través del teléfono por esta “amiga” de la red, por mí, que monitoreaba que estuviera bien, que el procedimiento se estuviera desarrollando con normalidad, que no tuviera fiebre, que sangrara cuando tenía que sangrar.

Cuando todo terminó, ella me llamó con una voz de alivio y agradecimiento, que me hizo entender el verdadero significado de ser parte de esta red. Nunca más supe de ella. Ése es el procedimiento. Tenemos que borrar el contacto y desparecer de la vida de estas mujeres. Eso es ser abortista con A de amiga, con A de amor.

Hablemos de dinero

En cuanto a la medicación necesaria, la regla es la que dicta la mismísima OMS (Organización Mundial de la Salud) en su guía Aborto sin Riesgos: Guía Técnica y de Políticas para Sistemas de Salud. Segunda Edición.

El método usado es el combinado, es decir, se utiliza la Mifepristona + Misopostrol, ambos medicamentos imposibles de conseguir legalmente en Chile.

Es paradójico este punto, pues la organización que vela por la salud en el mundo nos entrega una completa guía sobre todos los tipos de aborto y cómo medicamente atender cada uno de ellos, pero en países tan retrógrados y patriarcales como el nuestro, todo está proscrito.

Este método combinado, se practica en países donde el aborto es legal y para desdicha de los “pro feto”, también en aquellos donde es ilegal y penalizado como este paisito, este larga y angosta faja de tierra. Esto porque es considerado seguro, efectivo y no invasivo.

Se preguntarán a estas alturas, cómo lo hacen entonces, si es ilegal la venta de estos medicamentos… La única respuesta que me permitiré es… ¡¡el amor!!

Estamos convencidas de que la energía que nos mueve es el amor por las otras mujeres y es ese amor es el que logra que todo ocurra y podamos seguir ayudando a más y más mujeres que necesitan resolver sus vidas, desde sus cuerpas.

Un tema muy importante y ya para finalizar este relato, tiene que ver con cómo el abortar le viene a resolver al Señor Estado un problema de salud pública relevante y baja sus costos de salud.

¡Oh no!, dirán algunos, una nueva excusa de estas aborteras para justificarse. Pues no, hay datos y reales y citaremos a la fuente oficial, la ya nombrada OMS que en la misma guía nos informa: “El aborto sin riesgos es una forma de ahorrar costos. El costo incurrido por los sistemas de salud en el tratamiento de las complicaciones de un aborto inseguro es abrumador, en especial en los países de escasos recursos. El costo promedio general por caso incurrido por los gobiernos se estimó (según el valor de los dólares estadounidenses en 2006) en USD 114 en África y USD 130 en América Latina. Sin embargo, los costos económicos del aborto inseguro sobre el sistema de salud de un país van más allá de los costos directos de ofrecer servicios posteriores al aborto. En un estudio reciente se calculó un costo anual de USD 23 millones por el tratamiento de complicaciones menores causadas por el aborto inseguro en el nivel de la atención médica primaria; USD 6 mil millones por el tratamiento de la infertilidad posterior al aborto; y USD 200 millones cada año por los gastos directos de los individuos y hogares en África Subsahariana por el tratamiento de las complicaciones posteriores al aborto. Adicionalmente, el gasto anual de los individuos y sus sociedades por los salarios perdidos a causa de las muertes o la discapacidad a largo plazo provocada por las consecuencias médicas crónicas del aborto inseguro se estima en USD 930 millones.

Se calculó que el aborto inseguro costó al sistema sanitario de la Ciudad de México USD 2,6 millones en 2005, antes de la legalización del aborto. Si se ofreciera acceso a un aborto sin riesgos, el sistema podría ahorrar potencialmente USD 1,7 millones cada año. De este modo, sería posible conservar una gran cantidad de dinero y destinarla a cubrir otras necesidades urgentes, entre ellas, ofrecer servicios de calidad mediante estándares y guías actuales, profesionales capacitados y tecnologías adecuadas, si se evitaran los embarazos no deseados con anticoncepción eficaz y el aborto sin riesgos fuera accesible. Las bases económicas fortalecen aún más los fundamentos lógicos de la salud pública y los derechos humanos para brindar un aborto sin riesgos, dice la OMS.

Pero claro, en Chile no se trata de dinero, ya sabemos de qué manera se administra acá el llamado presupuesto público.

Acá se trata de dominación, de intromisión de la Iglesia y de grupos de poder, de falta grave a los derechos de las mujeres, de infantilización de la mujer, poniéndola siempre como incapaz de decidir por sí misma lo mejor para su cuerpo y su vida, se trata de patriarcado, de misoginia social y política, se trata del negociado de las clínicas pitucas y las niñas bien que abortan sin dificultades a precios exorbitantes y que se sacan el apéndice en más de una ocasión.

No somos ilusas y abortar con pastillas, de algún modo le hace el juego a la industria farmacéutica y con ello al capital, pero en esta vuelta o es eso o morir intentando meterse un rayo de bicicleta, una mata de perejil, un espéculo infectado o una pastilla falsa porque eso no es una ficción, eso aún ocurre en la desesperación de resolver.

Entonces de qué se trata para nosotras… de resistencia y de lucha anticapitalista y patriarcal, de resistir desde nuestra unión de cuerpas y amores. Se trata de hacer con las cuerpas lo que decidamos y no lo que nos quieren imponer.

Un punto importante es que quienes lucran en el mercado negro con estas pastillas son exclusivamente hombres. “Venden las pastillas y luego apagan los teléfonos y dejan a las mujeres en la más absoluta indefensión”, explica una de las asistentes a la escuela. “Yo tengo un misotrol que no funcionó que ya tiene 10 años. Porque seguramente al huevón, mi ex, lo estafaron”, dice otra, desatando las carcajadas de las demás.

Todos los que están involucrados en los abortos clandestinos que se practican en clínicas privadas también son hombres. Incluso conocemos casos de médicos que han delatado a sus colegas mujeres porque les están quitando el negocio.

Por eso, queremos aborto libre ahora. A nosotras no nos sirven sus 3 causales. No hemos escuchado a las mujeres de las organizaciones que han asistido al congreso, haciendo lobby con parlamentarias y parlamentarios, hablar de aborto libre, despenalización del aborto sin condiciones, no señoras y señores, de eso no hay que hablar, porque el Señor Estado, el señor sistema capitalista se puede enojar y nos podemos quedar sin “pan ni pedazo”. Por mientras, y en la clandestinidad, las amigas seguiremos estando ahí para aquellas que necesitan abortar.

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