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Ex esposa de alcalde de Cabrero abre su corazón sobre denuncia de violencia: “Viví sucumbida en el silencio” Género

Ex esposa de alcalde de Cabrero abre su corazón sobre denuncia de violencia: “Viví sucumbida en el silencio”

Alejandra Valle
Por : Alejandra Valle Periodista, porteña. Conductora de televisión, editora de revistas, con un largo currículum en diversas plataformas de información. Directora en www.elmostrador.cl/braga @siliconvalle
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Diana Vidal abrió su corazón con El Mostrador Braga para relatar lo que ella describe como siete años de sufrimiento junto a Mario Gierke, edil de la comuna del Bío Bío. También de amor profundo. Pero hoy se sacó un antifaz y tras un terrible episodio en enero pasado, está en Tribunales donde ganó su primera batalla cuando no aceptaron sobreseer la causa. El alcalde declinó entregar su versión de los hechos.


Diana Vidal llora cada cierto rato cuando trata de contar su historia. Una historia que ella describe como siete años de violencia sicológica y física, la que comenzó como celos permanentes y terminó con una golpiza el pasado 17 de enero. Ese día, sin pensarlo mucho, denunció. Desde entonces es como si alguien le hubiese sacado una máscara. Con una fuerza que no sabía que tenía, Diana se atreve hoy a hablar sobre su ex marido, Mario Gierke, alcalde de Cabrero, a quien describe como un agresor y a quien la justicia no permitió sobreseer el juicio hace diez días, por encontrar pruebas suficientes para seguir con la investigación.

El Mostrador Braga se comunicó con la secretaría del alcalde y con su abogado, Waldo Ortega, quien explicó que “don Mario no estima prudente hablar en este momento, porque el tema está en los Tribunales, que es el lugar natural para solucionar este conflicto”.

Diana pensaba lo mismo hasta hace tres semanas, cuando la defensa de Mario Gierke pidió el sobreseimiento de la causa y ella temió. “A mí me complicaba mucho exponer mi nombre, mi cara, esto es algo feo. Estuviera yo ganándome la lotería o siendo reina de algo. Pero es una cosa tan bochornosa, que por mí no saldría, por protegerme a mí. Pero me vi obligada a hacer esto cuando mi agresor y sus abogados pidieron el sobreseimiento, es decir, el cierre de la causa, como si no hubiera delito. Y ahí desperté y dije, aquí hay una verdad que no ha sido escuchada y la sociedad está tomando en cuenta la manipulación que él está haciendo”, explica.

– Claro esto pasó en enero y tú recién empezaste a hablar ahora.

– Si tú me preguntas a mí cuánto tiempo ha pasado desde los hechos, yo sé que han pasado 120 días porque la gente me lo dice. Pero yo siento como una carga de un año, un año terrible. Es un sufrimiento, una carga emocional terrible. Ya he pasado varias fases del duelo. Ahora tengo pena, pena por darme cuenta que siete años viví sucumbida en el silencio por este señor que se aprovechó de que yo fuera extranjera para manipular toda mi vida. Nunca necesité dinero de él, nunca, nada. Tenía mis cosas, tengo mi casa en Los Ángeles, en Cabrero, en Concepción. Siempre con mi dinero.

Diana Vidal es doctora. Nació en Ecuador y vino a Chile para tomar una especialidad. Trabajaba en el servicio público de salud de Cabrero cuando conoció a Gierke, ingeniero comercial independiente, que en ese entonces era concejal. Hoy ya está en su segundo periodo como alcalde, triunfo que Diana siente como suyo también. La Red Chilena contra la Violencia fue la que visibilizó este caso, tras el debate que se armó luego que la Democracia Cristiana decidiera no repostular al diputado Ricardo Rincón, sentenciado a terapia por un caso de violencia intrafamiliar el 2002. Entonces decidieron indagar y denunciar a los candidatos con antecedentes de violencia machista. Y dieron con que el actual alcalde de Cabrero estaba formalizado desde enero pasado por los delitos de lesiones menos graves en contexto de violencia intrafamiliar, además de maltrato habitual.

Puede sonar poco. Pero Diana recuerda esos momentos como si le hubiese llegado un balazo de la fuerza con que la golpeó. Ese día le permitió romper el círculo y salir del espiral de violencia en que estaba sumergida desde que en el pololeo él empezó a manifestar rasgos de celopatía, sintiendo celos hasta de su propio hermano. Diana vuelve a quebrarse cuando recuerda otro límite que se pasó en esta historia, el único momento del que ella se arrepiente y siente culpa: cuando perdió un embarazo con pocas semanas de gestación. “Por qué no paré esto antes”, lanza entre sollozos.

Fotos: latribuna.cl

– ¿Cuándo te diste cuenta que él no actuaba normal?

– Siempre fue muy celoso, se ponía celoso hasta del hermano. Ahora recién me doy cuenta que eso no era normal. En ese momento, yo decía, tanto que me quiere, que me idolatra. Pero nunca tomaba en cuenta siquiera mi opinión. Si él decía que las cosas eran negras, eran negras aunque yo estuviera segura de que eran blancas. Las cosas se hacían como él quería.

– Cuesta entender que una mujer que se mantiene sola, que tiene sus propios recursos y es reconocida, entre en el círculo de la violencia.

– Entiendo que sea difícil de entender, pero cuando una está metida en esto lo ve como algo imposible de verbalizar. Yo no quería pasar por la vergüenza (en todo este tiempo Diana sólo le contó a una amiga muy someramente lo que estaba viviendo) de explicar que una mujer de mi categoría, porque una es médico y se supone que trata y ayuda a los pacientes a salir de estas cosas, estaba en una relación así. No se supone que sea uno la víctima. Como yo atendía a las familias y las ayudaba a salir pensé que eso lo podría hacer por mí también.

– Mientras estuviste casada siempre estuviste muy enamorada. ¿Sientes que él te manipuló por ser extranjera y estar lejos de los tuyos?

– Para mí él era mi amigo, mi compañero, mi padre, mi hermano, era todo. El mismo hecho que me tratara de controlar lo hacía peor. Nuestro círculo era el círculo de él. Yo dejé muchas cosas personales y laborales para que él sintiera que yo estaba con él, que llegaba del trabajo a la casa como me lo exigía.

– ¿Te involucraste en su campaña también?

– Ahora a en el segundo periodo todo el mundo quería estar con él. Pero en la primera campaña, éramos solos los dos. El triunfo de él, lo siento mío también. Recorrimos juntos las pequeñas localidades. Yo atendí a la gente desde mi rol de médico.

– La última vez que te golpeó, ¿fue la única vez que pensaste que podías morir?

– Pienso que sí. Antes yo sentía que podía tener control de alguna forma, pero esta vez yo sentí en ese momento esa cercanía de la muerte. Tú me preguntas cómo tomé la decisión de denunciar. Son segundos, no te puedo decir cómo lo tomé y cómo lo pensé, fueron segundos que hicieron que mi mano tocara el timbre del vecino. Era una fuerza externa, creo que era el sentimiento de supervivencia.

– Después de eso no diste pie atrás y seguiste adelante con la denuncia. ¿Qué te dio la fuerza?

– Para mí fue como una muerte de la relación. Pienso que si uno llora es porque uno siente la pérdida de la familia, uno tiene una pérdida. Es como que él hubiera chocado y se hubiera muerto sin despedirnos. Yo pienso que él murió ese día. La persona que ahora veo frente de mí, viendo cómo ha intentado manipular los hechos, cómo manipuló ese día, es una persona que veo riesgosa para mí. Puedo darme cuenta de que tiene un rasgo como sicopático, porque eso me han dicho algunos profesionales. Él ni siquiera piensa en los siete años, ni en mi pena, ni que soy extranjera, ni que era mi esposo, sino que se mantiene en un narcisismo de proteger una imagen sin importarle cómo puede atropellarme ni lo que me pase ni nada. Él es una persona extraña y de un riesgo inminente para mí.

– Pasaste de sentir amor a sentir decepción.

– Es como que desperté y dije ‘si no me quiere, puede llegar a matarme’. Fue un antifaz realmente el que se cayó.

– Desde ese día de enero cuando te golpeó por última vez y decidiste denunciar, congelaste en la universidad. ¿Por qué?

– Desde el minuto que ocurrió eso, para mí se paró el reloj. Yo ni siquiera sabía que había faltado. Fue el servicio de salud, que tiene platas depositadas en mí, el que se puso en contacto con la universidad, y todos me mandaron mucho apoyo. Una ventaja es que mi especialidad está muy cerca a este tipo problemática, trata de ver el entorno social y sicológico detrás de una enfermedad. Tuve tanto apoyo, que incluso la jefa de mi carrera me dijo que esto no signifique una recarga adicional, termina tu proceso. Me siento agradecida de toda la gente que apareció en torno a esto sólo para ayudarme.

– Qué le dirías a la gente que no entiende que la violencia intrafamiliar es algo a lo que nadie está ajeno.

– Es hora de que la sociedad tome conciencia de que esto no es una cuestión privada que ocurre en todas las familias y dentro de cuatro paredes. Éste es un problema que nos compete a todos y todas, ya que la sociedad no puede quedar impávida frente al dolor ajeno. He percibido de cerca que algunas personas fueron manipuladas, porque estas personas están naturalizando o invisibilizando y tienen una cierta aceptación, un cierto silencio cómplice de la violencia que ejerció el alcalde Mario Gierke contra mi persona. El cargo que él ostenta no lo exime de las malas conductas personales, todo lo contrario, pienso que por ser autoridad él tiene la obligación moral y social de proteger al género, que somos las más vulnerables. Esto no solamente en un discurso con frases bonitas, sino que de verdad, de corazón, porque la persona actúa según sus vivencias personales. Debería mantener una postura, una convicción firme, que en su vida personal y social sea la misma persona.

– Has denunciado discriminación en el procedimiento policial. ¿Por qué?

– El mal procedimiento policial lo noté en los primeros segundos que ellos fueron a mi casa para la denuncia. Él procedió a hablar con uno de los carabineros y desde ahí empezó a dañarse todo el procedimiento policial. Se demoraron dos horas en llevarme a la constatación, me llevaron en el mismo vehículo policial junto a mi agresor, exponiéndome a un riesgo inminente de una agresión física. Claro que iba yo recibiendo las agresiones sicológicas. Me iba diciendo ‘ambos vamos a amanecer en la cárcel’. Incluso un carabinero toma la atribución de intentar persuadirme, me dice ‘señora, por qué no hablan, son un matrimonio, después de la constatación de lesiones no va a haber vuelta atrás’. Ahí es cuando uno nota que ellos son juez y parte en esta cuestión. Esto es demasiado negligente. Las instituciones encargadas deben tomarlo en cuenta. Esto me sucedió a mí y yo lo critico con justa razón. Porque quizás este sea un factor importante que está incidiendo en el aumento de femicidios en Chile: la puerta de acogida no funciona. Y no es el primer caso, según sé, en que la puerta de entrada no funciona.

– No lograbas encontrar abogado siquiera.

– Ante todo este proceso policial mal llevado, no podía confiar en el abogado que me puso en Sernameg. No tenía confianza plena, así que busqué sumar al abogado público, uno privado. Llevándome la sorpresa que el alcalde se había puesto en contacto con amigos o conocidos políticos, quienes hablaron con los abogados. Abogado que yo iba, me decía que ya se habían puesto en contacto con ellos y que mejor que fuera a otro. Uno llegó casi a amenzarme. Y una abogada que me había dicho que sí, luego me dijo que no porque su esposo era amigo del alcalde. Eso me obligó a tratar de encontrar un abogado en la región metropolitana, en el que hoy tengo confianza, ya que fue recomendado por mi consulado. Hoy confío en que la justicia actuará bien.

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