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Clases de defensa personal para mujeres que sufren violencia: «Muchas llegan avergonzadas y con mucho miedo» Aprendiendo a defenderse

Clases de defensa personal para mujeres que sufren violencia: «Muchas llegan avergonzadas y con mucho miedo»

Loreto Santibáñez
Por : Loreto Santibáñez Editora de Agenda País y Revista Jengibre. Periodista PUC con experiencia en prensa escrita, radio y TV, tanto en Chile como en el extranjero.
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Muchas de las mujeres que llegan a clases están asustadas, encerradas en sí mismas y no quieren que nadie las toque. Algunas hablan poco, porque aún tienen miedo y desconfianza. Pero de a poco empiezan a soltarse a empoderarse y a contar lo que les pasó. Porque saben que varias de ellas tienen la misma historia y que no están solas.


«Una como mujer desde chica ha sido agredida, ha sufrido acoso en la calle, con compañeros, o lanzazos. No conozco a ninguna mujer que no haya sido agredida, acosada o perseguida en la noche. Tengo una hija y necesitaba hacer algo, dice Mónica Lisboa, monitora de defensa personal de todofit.cl.

Con 47 años y cuatro hijos, Mónica poco sabía de entrenamiento. Menos de una actividad física constante que además sirviera de protección en el día a día. Pero la crisis de los 40 de ella y su marido los llevaron a organizarse  para hacer actividad física alcanzable para cualquier persona de Conchalí e Independencia.

Y así, sin darse cuenta, pasaron también de la labor social de acercar el deporte, a realizar cursos de defensa personal para enseñar a las mujeres a defenderse. «Hicimos un curso de monitores, porque se nos abrió los ojos contra ese problema al ver lo que había a nuestro alrededor», recuerda Lisboa.

«Cosas como caminar con más seguridad en la calle, enseñarles ciertas técnicas, o que trataron de extrangular a una o algo así a otra, poder ayudar a las mujeres y decirles que es posible sacarse a la persona y que una se puede defender», sostiene.

«Al principio muchas mujeres llegan avergonzadas y con mucho miedo, miedo de poder enfrentar la situación que están viviendo. Tratamos de apoyarlas, incluso una persona se acercó y me contó que su marido le hacía de todo y le pude enseñar a que hiciera ciertas cosas, técnicas, para pararse y decir que no, y el hecho de aprender la empoderó. Antes no quería salir, no quería venir y sacó garras y fuerza porque se sintió apoyada. Ahora está más confiada, se siente más apoyada y segura», cuenta.

Aprender defensa personal logra una transformación profunda en cada una de ella. Se da una parte teórica y técnicas para aprender a defenderse inmediatamente. Ganan en autoestima y en autoconfianza y les abre la posibilidad de afrontar los problemas y además aprenden a trabajar con su físico para dejar de ser «las más débiles».

«Muchas mujeres ni siquiera se imaginan que pueden defenderse y saber caminar la calle más derecha, con una mayor actitud. Porque lo que queremos es transmitir es el empoderamiento, no que se anden peleando. Y se puede hacer a cualquier edad, algunas relaciones siguen pero la situación que viven en sus hogares para. Antes están a merced de lo que dice el marido, porque como no hablan sólo aguantan, pero ahora saben que valen y pueden seguir adelante, plantarse frente a él», reflexiona Mónica.

Vanesa Pichingual (23) es una de las alumnas que han vivido ese cambio de actitud. Proveniente de Carahue, Novena Región, llegó hace cinco años a vivir a Santiago. Sabe de los peligros que existen en la calle y de las cosas que deben enfrentar las mujeres porque su hermana vivió una mala experiencia. Así que decidió aprender a defenderse y, de paso, intentar enseñarle a su entorno algunas técnicas.

«Yo llegué porque busqué en internet algo para aprender a defenderse y las clases son muy buenas, porque una nunca sabe, la gente está cambiando, te puede pasar cualquier cosa», cuenta. Con tres meses ya sabe llaves, patadas caídas y cómo enfrentar a un hombre que te pilla por sorpresa, pero «desde la primera clase una sale sabiendo algo lo que te da seguridad, una se va volviendo más fuerte».

Vanesa Pichingual.

Patricio García ha sido instructor de defensa personal desde hace 20 años. Funcionario de las FFAA e instructor de diferentes artes marciales, desde hace casi 10 años empezó a especializarse en la defensa personal.

«Me fui introduciendo en ese tema y en la defensa personal para mujeres a través del departamento especial del Sernameg. Realicé el curso de monitor de prevención de violencia hacia la mujer, algo más especifico que se hizo hace casi dos años. Es un sistema especializado solo para mujeres, donde hay muchos detalles que hacen las diferencias. Se enfocan en la situación en general que se está viviendo, no solo técnicamente si no también en la parte sicológica, poniéndose en el lugar de las personas».

García explica que se trabaja también con estadísticas, criminalística, charlas y asesoramientos para enfrentar la situación que vive cada mujer y también para cuando deja de ocurrir.

«Hay un acercamiento mucho más personal. Trabajar con el Sernameg nos lleva mucho más allá de ser un gimnasio donde se trabajan técnicas, hay un seguimiento de antes, durante y después», reconoce.

Mónica Lisboa y Patricio García.

«Yo detecté que había una diferencia desde la primera vez con los entrenamientos de mujeres, me contaban mucho y se acercaban al final para contarme sus historias, porque hay que ver qué es lo que les pasa. Cada una tiene objetivos diferentes, hay diferentes motivaciones y vi que había que tener un cambio, algo mucho más específico, porque en esa época no había mucha información, recién estaba surgiendo el tema de los femicidios», recuerda el instructor.

García explica que en las clases -que se dividen en tres módulos según el nivel de entrenamiento que tienen- hay un componente de realismo, pero también hay elementos lúdicos, de ponerse en diferentes situaciones, aunque algunas de ellas las hayan vivido. «Uno lo que escucha es poco, tipos totalmente locos, desquiciados, mujeres que su vida está pendiendo de un hilo, personas que han sido acuchilladas, mujeres agredidas todos los días durante 20 o 30 años, y todavía hay mucho que indagar. Por eso un porcentaje viene para aprender y estar preparadas, otras para variar su entrenamiento físico, pero muchas llegan en una situación complicada o derechamente necesitan ayuda para saber cómo defenderse ante las amenazas que viven», sostiene.

Más allá de un gimnasio, quienes están a cargo del proyecto Mujer Empoderada, Defensa Personal Femenina están certificados por el Ministerio de la Mujer como monitores especializados y continúan su proyecto que empezó en mayo de 2016. Con él, «buscan empoderar a la mujer por medio de la práctica de Defensa Personal y acondicionamiento físico, como medio de prevención de la violencia de género».

Las clases están dirigidas a mujeres desde los 15 años de edad que hayan sufrido o no violencia de género, con las que se trabaja sus capacidades defensivas ante todo tipo de agresiones (físicas y psicológicas ) a través de las artes marciales y de diferentes disciplinas que la componen.

Con una mezcla entre técnica y teoría se logra el empoderamiento y control de sus reacciones bajo los diferentes simulacros a los que son sometidas al final de cada módulo, logrando grandes avances en poco tiempo. Así, se van transformando poco a poco en mujeres más seguras de sí mismas, lo que se traduce en la no aceptación de la violencia de género en sus vidas, generando un cambio fundamental en ellas y mejorando considerablemente su calidad de vida.

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