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Filósofa acusa a La Segunda de no publicarla desnuda por obesa: “¿Tan peligrosa es una gorda en pelotas?” Controversia

Filósofa acusa a La Segunda de no publicarla desnuda por obesa: “¿Tan peligrosa es una gorda en pelotas?”

Andrea Ocampo, quien el año pasado se hizo conocida porque la catalogaron como “experta en reggaetón”, estuvo meses esperando la publicación de las fotos. Ahora que sabe que no serán publicadas, las pide de vuelta, y hace una profunda reflexión acerca de los estereotipos de cuerpo femenino que aparecen en los medios de comunicación.


Andrea Ocampo tiene 32 años, es licenciada en filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Chile, es escritora, editora, columnista, es profundamente feminista y experta en música popular, especialmente urbana. Es también conocida como “experta en reggaetón”, título que le valió el trolleo de las redes sociales por un par de semanas hace poco más de un año. “Gracias @24HorasTVN por pasarme del «Experta en Reggaetón» al «Experta en Trolls». A ver Chile, qué más tienes para mí”, escribió esa vez y se dedicó a responder a cada persona que se burlaba de su conocimiento específico y hasta de su físico, porque Andrea es una mujer que se define como gorda, obesa mórbida incluso.

Así lo dice ella misma en una columna publicada el martes y que se titula Viernes, Desnudo, pero tapado: una Historia que también es una Denuncia. Según cuenta en esmifiestamag.com, sitio con perspectiva de género en el que Andrea colabora: “El feminismo para mí no es faranduleo, es la práctica irrestricta de una ética puesta a prueba sobre el amor propio, las redes y la capacidad activa de avanzar en la disputa de nuestros derechos, ya sea domésticos, laborales, sociales e incluso sobre la representación de nosotras mismas”.

Ocampo detalla después que hace cinco meses fue convocada para participar de la sección desnudos de la revista Viernes de La Segunda. Se reunió con el periodista Francisco Yávar, quien trabaja para Territorio Comunicaciones, encargados de realizar esa sección para Viernes; eligió los accesorios que podría usar junto a sus amigos Pedro Quintana, fotógrafo, el maquillador Iván Barría y con Camila Palacios; e hizo la sesión junto al fotógrafo designado, Sebastián Utreras. Claro que la imagen que acompaña este texto fue tomada por Quintana durante el backstage. Las fotografías originales no están en poder de Andrea y, cinco meses después, aún no salen en el diario… y al parecer no saldrán. Según cuenta ella misma, este tiempo “ha traído al presente las más antiguas y dolorosas sensaciones de discriminación, siendo una mujer gorda en Chile”.

La columna sigue así: “La sesión de fotos comenzó y fue de menos a más. Digo: de menos desnuda a más desnuda. Luego de cuatro horas de fotografías, las primeras, armada de una bata y de perfil, darían paso a unas con un abrigo de piel, de frente, exhibiendo esa “guata” que he aprendido -siglo tras siglo- a esconder. Sebastián me las muestra. “Me vai a matar a todos los Tinder”, le digo, probemos más. Durante todo ese tiempo, mis amigos esperaron sentados y un par de veces Pedro me aconsejó poses. Una de ellas fue sentada en el suelo, desnuda. Allí aparecieron las imágenes que pueden ver aquí publicadas; fotos que, sin necesidad de usar un artilugio o ropa, me mostraron desnuda pero sin exhibir los pezones o la vagina, que es lo que editorialmente se debía cuidar. Así como también el 70/30 de desnudez/ropa como mantra de la sección a la que fui invitada”.

Dibujo a mano alzada del artista visual Nicolás Astorga.

Andrea añade que no fue fácil tomar la decisión. “Pensé en lo terrible que sería para mi abuela y papás verme en pelotas en el diario. Pensé también en lo difícil que iba a ser contarles y hacerles entender la idea bajo tal fotografía. Pues si yo aceptaba no era por vanidad, sino que por amor a mi cuerpo y a mi sexualidad. Por amor a las gordas que conozco y por ser de las poquísimas que gozamos de voz en el ámbito de lo público”, relató.

Para Ocampo, y seguramente para cualquier persona que ha convivido con la obesidad, no fue fácil la infancia. “Yo fui una de esas niñas que odió su cuerpo tanto como los medios de comunicación, la publicidad, las teleseries y TV Grammas le enseñaron. Una niña que a medida que crecía, los insultos de “gorda”, “chancha”, “cuatro ojos” se iban enunciando con una vocecita cada vez más perversa, creativa y badulaque por esa fila indistinguida de viejos asquerosos que caminan por las calles del centro de Santiago. El desprecio se siguió muy rápido del manoseo; del apretón de cachetes, muy rápido pasamos al agarrón de teta. Pensé que mientras más vieja me hacía, menos asedio sufriría y, desde el episodio del “Experta en Reggaetón” no ha sido así”, relata la filósofa “experta en trolleo”.

Pasaron los primeros dos meses desde la sesión y Andrea Ocampo decidió que era suficiente espera y empezó a preguntarle al periodista cuándo saldría la nota. Ella cuenta que él le pidió varios favores entremedio y que como nunca fue claro acerca de la sesión para Viernes, decidió hablar con la editora general de la revista, la periodista Viviana Flores, “quién me escribió correos llenos de frases toscas y presupone que mi decisión de negarme a publicar mis fotos en su revista es un maquineo farandulero. Incluso presume que probablemente, nunca quise publicarlas. Ese es el nivel de la paranoia”.

El problema entre Flores y Ocampo se suscitó por la fotografía elegida. La periodista quería usar una en que aparecía con bata. La filósofa prefería un desnudo completo “porque bajo el contexto de los medios de comunicación locales, la foto del cuerpo gordo tapado es irrelevante”.

“La situación fue y sigue siendo esta: desde ese instante hay una gorda en pelotas contra El Mercurio (dueño de La Segunda)”, continua Andrea. Y agrega: “Una foto desnuda, no es cualquier foto, admitámoslo todos. Es una foto sin ropa, vale decir, es la vulnerabilidad absoluta para un cuerpo, ya sea de hombre o de mujer, pero sobre todo para una mujer gorda. Una mujer ante la cual la sociedad se horroriza y culpa por existir”.

Acto seguido, Andrea hace un repaso por los medios de comunicación masiva y su culpa. “¿Cuál es el lugar del cuerpo gordo en los medios de comunicación?. La Zapallito Italiano (y su ridiculización), Teresita Reyes (“la nana”, luego “la señora mayor”), Vivi Kreutzberger (y su dieta de la sopa de repollo, la hija de su papá), la Dra. Cordero y la Patricia Maldonado (la vecina loca que se viste como tal). ¿Hay más? ¿Esos son los referentes locales que tenemos las gordas? No veo entre esos nombres a una mujer joven, inteligente, profesional, con obra, feliz con su cuerpo y con su sexualidad no heterosexual. No veo en los medios de comunicación un referente para las niñas que no tienen voz, pero cargan palabras e insultos a diario; no veo una adolescente gorda en la televisión. (…) No veo mujeres grandes en la televisión, no las escucho en las radios”.

La presidente Michelle Bachelet tampoco se salva: “Veo a una presidenta que está al debe con todas las mujeres de Chile, pero también está al debe con ella misma al hacer de su maternidad un asunto de política y negocios; y no de políticas que garanticen la dignidad de tal maternidad, como lo sería también una ley de aborto universal, gratuito y libre. Veo ante todo, a una presidenta ser insultada por ser gorda (“la gordi”). Para ella su cuerpo siempre será su primer descriptor. Pero también veo a muchas señoras de edad colgando en la micro con su bufanda de polar, copiando tanto el modelo de lentes, como la melena corta-corta de la presidenta”.

E insiste: “¿Dónde están las gordas? En la señora feriante, la mamá que acarrea los niños en la calle, la señora víctima de un robo, del cuello para abajo y en loop en los reportajes sobre los peligros de la obesidad. En los realities gringos para bajar de peso y en los programas de operaciones bariátricas. Ah, y en las grotescas transformistas de Youtube. Fíjense: todo está mal alrededor del cuerpo gordo: es enfermo, inválido, marginal, grosero, sucio, flojo, indeseable, infeliz. Ese es el mensaje que los medios de comunicación hoy en día dan sobre el cuerpo de la mayoría de la población local”.

“Ante tal panorama, por supuesto que acepté las fotos pensando que tanto el equipo como la dirección de la revista se alinearían con un mensaje de diversidad, autoestima, feminismo. Acepté porque por primera vez un medio de comunicación abriría el espacio para un cuerpo diagnosticado como obeso mórbido ¡Hasta la palabra es monstruosa! Supuse que abrirían la página para los primeros pliegues y pechugas reales, llenas, pesadas y deseadas hasta el hartazgo. Pensé que por primera vez en mi vida vería a una mujer gorda desnuda en las hojas de un diario y que esa mujer sería yo. Me vería en esos mismos papeles que me enseñaron desde chica que tendría una vida infeliz, sin amor y no. No fue así”.

Dibujo a mano alzada del artista visual Nicolás Astorga.

Y Andrea se pregunta: “¿Por qué me invitan a Viernes Desnudo si no me quieren publicar desnuda? ¿A quién le molestó mi cuerpo abierto, exuberante, blanco, inmenso? (…) ¿Tan conflictivo resulta ser gorda, feminista y comunicadora? ¿Tan peligrosa es una gorda en pelotas que la editora de una revista de diario facho me envía comunicados de prensa a mi correo? ¿Tan terribles están las confianzas de uno sobre el trabajo de otro, que debemos asegurarnos el silencio del otro? ¿Cómo es que una mujer que se dice feminista -porque siempre ha trabajado la “femeneidad”- tiene una sección donde nunca han aparecido cuerpos diversos (raza, biotipo, clase social, etnias, culturas)? ¿Cómo es que una editora “feminista” decide publicar el cuerpo de una gorda pero tapado? (…) No soy un cuerpo al que puedes obviar, tampoco una mujer a la que puedan callar. Soy un cuerpo comandado porque en él habito y soy consciente de su representación. (…) ¿Alguien que no tiene idea lo que es vivir este cuerpo me va a enseñar a administrarlo? Lo dudo muchísimo”.

“Las líneas editoriales ejercen violencia sobre el cuerpo de las mujeres y ésta se llama violencia simbólica (Pierre Bourdieu), invisibilizándolas como sobre-explotándolas. Tanto mi cuerpo obeso como el de las Bombas 4, están siendo oprimidos y esto no siempre ha sido así. Nosotros lo conocemos así, pareciera “normal” no vernos en los medios de comunicación. Pareciera que la mujer siempre está disconforme con su cuerpo y representación. Damos por sentado, entonces, que un cuerpo como el mío es demasiado, es burdo, es peligroso y de mal gusto. Es un cuerpo de flaite, en último término. Sumo a esta línea argumental que por teléfono se me cuestionó incluso mi relación con mi propio cuerpo. Si eso no es violencia, díganme qué es”, reflexiona.

El caso está hoy en manos de la abogada de la Corporación Humanas, Mailén Parodi, quien le hizo ver a Andrea Ocampo su error al no dejar las cosas por escrito y el del medio en cuestión, al no poseer un protocolo profesional referido a esta delicada sección de la revista. Viviana Flores no contestó el correo que mandamos solicitando su versión de los hechos.

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