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Salma Hayek confiesa el calvario que vivió por Harvey Weinstein: «Fue mi monstruo» Doloroso testimonio

Salma Hayek confiesa el calvario que vivió por Harvey Weinstein: «Fue mi monstruo»

La actriz describió la traumática experiencia que vivió mientras filmaba Frida.


“Harvey Weinstein fue un cinéfilo apasionado, un temerario, un mecenas del talento en el cine, un padre cariñoso y un monstruo. Durante años, fue mi monstruo”. Así comenzó Salma Hayek una columna publicada este miércoles en The New York Times, sumándose a los testimonios de otras actrices que han revelado en los últimos meses los abusos sexuales del poderoso productor de Hollywood.

Pero la actriz mexicana también confiesa que no fue fácil decidirse a hablar. Y no solo porque consideraba que su voz no era importante después de que tantas personalidades hubieran contado su experiencia, sino porque también llevaba años omitiendo estos detalles a sus cercanos. Su relato describe entonces cómo se inicia y desarrolla una situación de acoso entre un hombre poderoso y una aspirante a actriz y productora en el contexto de la película Frida (2002), un proyecto personal de Hayek.

Weinstein era en esa época jefe de Miramax y la mexicana logró reunirse con él gracias a su amistad con el director Robert Rodríguez y su esposa de entonces, la productora Elizabeth Avellan. “Sabiendo lo que sé hoy, me pregunto si fue mi amistad con ellos (y Quentin Tarantino y George Clooney) lo que me salvó de ser violada”, escribe.

«Estaba tan emocionada por trabajar con él y su compañía que no me importaba el dinero, él estaba validando catorce años de mi vida y me estaba dando una oportunidad. Él me había dicho que sí. Lo que yo no sabía era que iba a decirle que no», contó.

Y describe: “No a abrirle la puerta a todas las horas de la noche, en un hotel tras otro, en una localización tras otra, donde se presentaba de repente, incluyendo una localización donde yo estaba haciendo una película en la que él ni siquiera participaba”.

“No a ducharme con él, no a mirarlo mientras se duchaba, no a dejar que me diera un masaje, no a dejar que una amiga suya desnuda me diera un masaje, no a dejarlo que me hiciera sexo oral, no a desnudarme con otra mujer”.

Lo peor para la actriz era que “con cada rechazo llegaba la ira maquiavélica de Harvey” y que incluso le dijo que la mataría.

Pese a que Weinstein trató de desvincularse del proyecto, la película siguió gracias al esfuerzo de Hayek por obtener recursos.

El productor entonces empezó a acosarla con la filmación y pidió que el personaje de Frida Khalo fuera más sexy. Hayek recuerda cómo en una ocasión Weinstien hizo salir a todo el equipo del set excepto a ella, y le recriminó que viera poco atractiva pues el único talento que tenía era su “sex appeal”.

Incluso exigió que hubiera una escena lésbica en el que se viera a las actrices completamente desnudas. La directora, Julie Taymor, le convenció de que fuera una escena de un tango: “Para entonces, tenía claro que no me dejaría acabar la película sin obtener su fantasía, de una forma o de otra”, cuenta Hayek.

El día de la grabación, la actriz tuvo un ataque de ansiedad «por primera y última vez” en su carrera y terminó llorando y vomitando ante el asombro de todo el equipo. “No estaba así porque fuese a estar desnuda con otra mujer. Lo estaba porque iba a estar desnuda con una mujer para complacer a Harvey Weinstein”, señala.

Ni siquiera con la película terminada, Weinstein dejó de torturarla. Después de ver un montaje preliminar, el productor decidió que no era buena para estrenarla en salas. La directora logró que se estrenara en un solo cine en Nueva York para probarla con público. Según Hayek, Weinstein le gritó en la entrada del cine y su pareja tuvo que intervenir para que no la agrediera.

La película se estrenó y las críticas fueron tan favorables que Weinstein obtuvo seis nominaciones al Oscar. Ganó dos.

La actriz entonces reflexiona: “¿Por qué tantas de nosotras, artistas mujeres, tenemos que ir a la guerra para poder contar nuestras historias cuando tenemos tanto que ofrecer? ¿Por qué tenemos que pelear con uñas y dientes para mantener la dignidad? Creo que es porque, como mujeres, hemos sido devaluadas artísticamente hasta un nivel de indecencia, hasta el punto de que la industria del cine ha dejado de esforzarse por averiguar qué quiere ver el público femenino y qué historias queremos contar”.

Hayek también dice que ojalá su historia sirva para entender por qué es tan difícil denunciar. “Los hombres han acosado porque podían. Las mujeres están hablando ahora porque, en esta nueva era, al fin pueden”, concluye.

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