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Virginidad en tiempos de revolución femenina Religión, tabú y deseo

Virginidad en tiempos de revolución femenina

Deborah Sepúlveda Pozo
Por : Deborah Sepúlveda Pozo Estudiante de Periodismo, Universidad de Chile
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La virginidad es un concepto complejo e histórico que se encuentra hasta nuestros días con una alta discusión, ¿qué significa exactamente? ¿Cómo afecta esto a mujeres y hombres?, son algunas de las interrogantes que surgen frente a esta limitante sexual arraigado con un fuerte contenido moral. Frente a esto, una socióloga, una teóloga, una feminista musulmana y una sexóloga opinaron desde su experiencia y punto de vista respecto al tema.


Según una encuesta Adimark realizada en 2017, tan solo un 6% de las y los chilenos se mantiene virgen hasta la mayoría edad, teniendo como edad promedio del inicio sexual a los 17 años.
La virginidad posee distintas aristas, dependiendo del bagaje cultural de cada comunidad o país este concepto podría tener una connotación negativa o positiva. De ello también dependerá el valor humano que se le agrega al ser virgen, específicamente hasta que llegue el matrimonio y con ello la consumación. Pero este concepto no solo tiene connotación moral y religiosa, sino que incluso está fuertemente ligado a lo político e incluso lo económico.
En Chile, con las discusiones variadas en torno a la sexualidad de los últimos años, tenemos una precaria enseñanza sexual en estudiantes escolares, mientras que esta precariedad aumenta en colegios católicos, donde mayoritariamente no se habla del tema. Por lo que la experiencia y la concepción en torno a la virginal pueden ser variadas.

Pero, ¿Qué es exactamente la virginidad?
¿Es el estado previo al primer acto sexual?, ¿Es una concepción pura y religiosa?

Constructo Social

María Emilia Tijoux, doctora en sociología de la Universidad de París, académica de la Universidad de Chile y coordinadora del Núcleo de investigación de Cuerpo y Emociones, opina que “es una construcción religiosa. Una obligación para las mujeres, un mito. En cierto momento de la vida, quizás en otras generaciones, a lo mejor un deseo, una prohibición. Una construcción cultural histórica contra las mujeres”.

“Viene de virgen y viene de un lugar religioso que, cuando uno no fue o fue de una familia como la mía cuando era pequeña, vinculada a la religión católica, la virgen representaba un lugar de la pureza, de la lejanía del mundo del pecado”, planteó desde su experiencia. Agregando que además “por lo menos yo me lo preguntaba ¿Cómo era posible que esa mujer hubiera tenido un hijo? Y esto cuestionaba ese tema de la virginidad”.

Predicación errónea en torno a lo virginal y las escrituras sagradas

Históricamente, la virginidad ha sido ligada como un mero concepto religioso, el que en muchas ocasiones se inculca desde la primera infancia, cuando los niños apenas han desarrollado algún tipo de despertar sexual. Frente a esto, la teóloga María Paz Díaz Lazcano, de la Pontificia Universidad Católica y asesora teológica de la Fundación Belén Educa, expuso este tema desde otra perspectiva.

“Muy por el contrario, de lo que alguna manera se entiende a nivel más que popular, en general para católico y cristiano, la virginidad no habla de una virtud biológica o moral de maría, sino que la virginidad plantea y dice algo de cristo”, comentó desde sus conocimientos teológicos.

Donde si bien, el papel de los religiosos ha sido fundamental para colocar a la virginidad como un alto concepto moral, este no es el propósito original que se le atribuyó a lo virginal en las escrituras sagradas.

“Eso no tiene con la raigambre judía de donde surge el cristiano. Desde allí, de alguna manera, la sexualidad y la corporalidad no es algo negativo”, afirmó la profesional.

“Esa negatividad, que ha permeado muchas veces esta enseñanza de virginidad tergiversada, tiene que ver con el diálogo que establece el cristianismo con la cultura griega. Cultura griega que es concebida, por ejemplo que el cuerpo era cárcel del alma”, agregó también que con ello se conformó una estratificación de lo espiritual sobre lo corporal.
“Desde el punto de vista tergiversado, que más bien apunta a virtud moral, claramente sí. Ha habido movimientos religiosos de raigambre católica, cristiana que lo han vinculado con que, una persona que se permanezca virgen, apunta a una conducta moral intachable. Pero vuelvo a repetir, no es la pretensión original del dogma”, aseguró María Paz.

Cristianismo puritano y hegemonía patriarcal imperante

En tanto, Vanessa Rivera de la Fuente, feminista musulmana con master en Estudios de la Mujer, Investigadora en Género, Religión y Discursos Sociales entregó desde su punto de vista lo que era para ella la virginidad.
La feminista expone que la virginidad es una construcción social y cultural, cosa que ha sido alimentada por narrativas religiosas, asentada a la idea de que la calidad moral de una mujer depende directamente de su comportamiento sexual. “y que un hombre tiene el poder de definir quién es una mujer y cuánto vale a partir de su vinculación sexual con ella”, expuso.
Lo calificó de una noción machista respecto a lo femenino, además de ser un discurso social doble estándar, donde se espera que el hombre acumule una gran cantidad de experiencias sexuales, mientras que la mujer debe resguardarse puramente hasta el matrimonio “porque el mayor regalo que le pudo dar fue su virginidad, es decir, todo su valor como persona depende de ello”.

Relató que “en el Islam el placer sexual no es pecado ni algo sucio, sino un derecho de las y los musulmanes por igual, en el marco de una relación comprometida y formal”. Agregando que “El Corán reconoce a las mujeres y los hombres iguales en derecho y responsabilidades con respecto el sexo”.

Pero asume que una cosa es la letra y otra es la práctica, donde el reconocimiento musulmán de los aspectos positivos de la sexualidad femenina ha coexistido históricamente con la percepción de que es algo “peligrosa”, con efectos potencialmente perturbadores y caóticos. Esto es potenciado con los procesos coloniales del cristianismo puritano y la hegemonía patriarcal imperante.

“En las sociedades musulmanas, la virginidad de la mujer es un haber en relación al contrato matrimonial y no ser virgen puede acarrear problemas de distintos tipos, que van desde disputas familiares hasta crímenes de honor”, relató Vanessa.

De la niñez a la adultez

Karen Uribarri, Terapeuta sexual y escritora de los libros “Manual de Sexo a la Chilena” y de “Inteligencia Sexual”, comparte que “para mí está relacionado a la niñez, a la preservación del himen, al antes y después de pasar al mundo adulto”. Pero además decidió puntualizar en que “más allá de lo que representa, yo me quedaría con el hecho de que la perdida de la virginidad puede marcar positiva o negativamente tu relación con la sexualidad en la vida adulta”.
Desde su experiencia con pacientes, la profesional asegura que “para muchos de ellos sigue siendo un trámite, para otros un triunfo y algunos lo relaciona a encuentros amorosos y afectivos. Y para ellas, la virginidad sigue teniendo la carga valórica y religiosa de siempre, pero sólo relacionado a la rotura del himen”.

¿Cómo afecta eso a la persona?

La afectación más bien irá ligado a la persona y su entorno. La pérdida de la virginidad puede provocar tanto como una reacción positiva, como una negativa. Esta disyuntiva frente a la virginidad ha abierto varios debates en el mundo actual, donde la revolución femenina ha puesto sobre la mesa cómo esto afecta en el despertar sexual de las mujeres y del miedo que siento por traspasar esa moral antes del matrimonio. Provocando de alguna manera temor a vivir su sexualidad libremente.
Por lo que claramente, esta limitación sexual que se inculca muchas veces desde la niñez afecta mayoritariamente a mujeres, mientras que a los hombres se les suele celebrar su iniciación sexual.
“La concepción tradicional de la sexualidad femenina en general y la virginidad en particular, me parece una narrativa retrógrada que concibe a la mujer como objeto y no le reconoce agencia, ni autonomía sexual”, expuso Vanessa Rivera de la Fuente.

“No obstante, esto ya ha cambiado mucho con el advenimiento de los Derechos Sexuales y Reproductivos y la educación sexual con una perspectiva de igualdad de género”, comentó la feminista musulmana.
Pero esto traspasa pantallas, tan solo el año pasado se destapó el caso de una madre que vendió la virginidad de su hija por un millón y medio, cuando ésta tan solo poseía 12 años. Situación que había realizado con anterioridad con su otra hija.
Además, en el último tiempo han salido a la luz casos de mujeres que venden su virginidad voluntariamente, los motivos son varios. Incluso en Chile esto ha causado polémicas, cuando en la última presentación del cantante canadiense, Justin Bieber, una joven público anunció que vendía su virginidad para conseguir una entrada.
Otro hecho de gran relevancia en el que cocuerdan María Emilia Tijoux y Vanessa Rivera de la Fuente es en cómo el Estado ejerce un control sobre los cuerpos y sexualidad de las personas.

“En mis conferencias sobre Islam, Género y Feminismos, hablo del concepto de “Biopolítica de la Fe”, con el cual identifico el conjunto de discursos social con raigambres religiosas, de todos los sistemas de creencias, a través de los cuáles se controla y castiga la sexualidad de las mujeres”, plantea Vanessa.

Desde su punto de vista, la socióloga expresó que “El Estado, de todas maneras, sigue controlando al cuerpo. Lo sigue controlando por todos lados. Con el modo de parir, lo sigue controlando por el modo en que se construye la maternidad, lo sigue controlando en la ginecología”.

A lo que además agregó “el cuerpo de la mujer, aquello que atañe la sexualidad, su sexualidad, también es controlado, por una parte por la medicina, por la cultura y por otra parte por los mitos que la colocan en cierta parte”.
“Es difícil hablar de pura genitalidad cuando hay un goce también. El conocimiento propio del cuerpo, el tocarse, el reconocer el cuerpo como un cuerpo propio, que me pertenece, que puedo tomar decisiones. Es todavía grande el control que el estado ejerce desde las familias, las escuelas, las instituciones en general”, puntualizó María Emilia Tijoux.

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