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Más allá del test de Bechdel Yo opino

Más allá del test de Bechdel

Su Opazo
Por : Su Opazo Socióloga, standupera lesbofeminista
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¿Podemos nosotras, las otras, esas de las que se ríen, volvernos humoristas? Nosotras que como decía Lemebel, tenemos cicatrices de risas en la espalda, nosotras que somos tan serias, tan rabiosas, ¿tenemos de qué reír?, ¿no nos subimos al escenario para que sigan riéndose de nosotras o sí?


De nosotres las gordas, las lesbianas, las de pobla, las sin influencias, se ha reído siempre el status quo, la comedia se ha servido de nosotres para expiar su propio miedo a la mariconidad, mucho Kike Morandé ha pululado por el mundo del espectáculo para exhibirnos y reírse.

Hoy parece que van cambiando las cosas, si antes las mujeres barbudas rondábamos por el mundo en los circos, ahora somos parte de las llamadas multitud queer, las king kong citando a Despentes, somos las últimas chupadas del mate, ahora nos pusimos de moda y todes cis progre quiere tenernos en su grupo de amigos, en su line up personal.

Si una se guía por las redes sociales, parece como si las cosas fueran cambiando según nuestros logaritmos, parece que estamos todos bastante de acuerdo porque además, si no estamos de acuerdo, eliminamos, fin. Así, mi mamá vive en un mundo lleno de cadenas de oraciones, mientras en el mío estamos todas escandalizadas por la arremetida ultra conservadora en los gobiernos locales.

Y ahora que nosotras podemos hablar por las redes, ahora que la chusma a puro twetazo se molesta con el sexismo, racismo, clasismo, etc. Lágrimas privilegiadas inundan la ciudad porque ya no pueden reírse de nada, y ahora tienen que hacerse los políticamente correctos, pero, ¿desde cuándo reírse del débil es lo políticamente incorrecto? si eres de derecha es super correcto, hasta gracioso, incluso se te va a alentar a que lo hagas.

¿Podemos nosotras, las otras, esas de las que se ríen, volvernos humoristas? Nosotras que como decía Lemebel, tenemos cicatrices de risas en la espalda, nosotras que somos tan serias, tan rabiosas, ¿tenemos de qué reír?, ¿no nos subimos al escenario para que sigan riéndose de nosotras o sí?

Desde que me volví comediante, intento construir un material que no hable de los hombres cis heterosexuales, porque ellos son el sujeto de enunciación de toda la cultura. Son El emisor, el receptor y el mensaje hace como 4 mil años. Así es que lo primero que intento es hablarle a les otres, a las mujeres, a los no hombres y que por último mi trabajo pase el test de Bechdel, que es la popularización de un cómic hecho por una lesbiana el año 1985, llamado “Unas lesbianas de cuidado”, de Alison Bechdel.

Pregunta clave:
1. ¿Hay una mujer hablando?
2. ¿Esta mujer le habla a otras mujeres?
3. ¿Y esto que habla es sobre otra cosa que no sean los hombres?

Sin embargo, el chiste de Alison no me alcanza mucho para evaluar el sexismo que hay en las obras, además, en el cómic el personaje dice que la última película que vio que pasaba el test era, Alien, y Alien, siendo un ser que violaba a diestra y siniestra para poner sus huevos en los cuerpos de los tripulantes de las naves espaciales, no puede ser no sexista.

No obstante, dos mujeres podrían estar hablando de otra cosa que no sea un hombre, pero, ¿se están burlando del sujeto del poder?¿Hacen aparecer lo ridículo?, ¿exponen su debilidad, su estupidez? Esos son los momentos que a mí me interesan, como cuando Piñera se saca la chucha en Puente Alto. Ahí se devela sobre todo su ficción, se despoja de la metafísica y aparece en una verdad miserable hermosa y desnuda como es caer de bruces frente a las cámaras.

En esa caída el poder se diluye como una entidad separada y trascendente más allá de su persona, y nos levanta a nosotras como sujetas dueñas de un micropoder que ejercemos en el aquí y el ahora a punta de memes, gif y twitazos, que si bien no desestabilizan casi nunca la estructura, ayudan a soportar la absurda realidad que habitamos en nuestras pequeñas parcelas de posverdad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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