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¿Ayuda el feminismo a construir una sociedad «humanocéntrica»? Yo opino Crédito: Agencia Uno.

¿Ayuda el feminismo a construir una sociedad «humanocéntrica»?

Laura Albornoz
Por : Laura Albornoz Ex ministra y militante DC
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Esta es la revolución del milenio, que hará distintas a las nuevas generaciones, que hará diferentes a las instituciones y que nos refrescará los valores. Es decir, tendremos que quemar nuestros prejuicios y el miedo a perder hegemonía y privilegios, para jugarnos por la igualdad de derechos y dignidad de todas las personas.  Pongamos a mujeres, hombres, jóvenes, niñas y niños, en el centro de nuestro pensamiento y praxis.


“El feminismo es hoy el movimiento más poblado, con más densidad y con más manifestaciones”, declaró la socióloga argentina que visitó Chile hace un tiempo, Dora Barrancos. Esta idea es actual y creíble.

Podemos ver lo políticamente correcto que ha llegado a ser el apoyar la igualdad de género: respaldar a la selección de fútbol de mujeres, la paridad en las elecciones de los gremios, el aumento de mujeres en altísimos cargos en Chile y el mundo.

Los antisociales misóginos que cultivan sus desajustes del pensamiento, hoy deben esconder su ideología machista y su resentimiento, con algunas impúdicas excepciones.

Es verdad que mucha gente se siente escandalizada al ver sostenes volar por los aires. Pero también es cierto –y quienes actuamos en política lo sabemos–, que hay que provocar para obtener atención y posicionar el nuevo discurso masivamente. Por lo demás, hay allí un mensaje de “me visto con las prendas que yo mujer elijo usar”, y “mi desnudez te ofende aquí, pero no en la pornografía”.

[cita tipo=»destaque»]El movimiento feminista es parte de los movimientos sociales que están por cambiar todo esto. Como hemos visto, han sido las mujeres y el feminismo, lo que mueve y dinamiza, lo que moderniza y democratiza. Hoy, nada ni nadie políticamente responsable, ignora sus demandas sin arriesgar ser borrado del mapa de los liderazgos. Esto lo han entendido incluso quienes renegaban del ideario feminista y sus propuestas. [/cita]

La palabra separatismo ha tenido mala prensa. Pero sintonizando con las jóvenes que han sido objeto de discriminación y abusos –allí a donde han ido en busca de formación y camaradería– un escenario de solo mujeres las hace sentirse más seguras y lejos del maltrato, menosprecio y utilización que han experimentado en espacios mixtos.

Nuestro rol como partidos políticos no es escandalizarnos junto con la masa renuente a los cambios, sino apuntar al meollo del reclamo, lo que nos llevaría a entender qué ha estado fallando sin que hayamos puesto ahí la mirada, insensibles a ello.

Esta es la revolución del milenio, que hará distintas a las nuevas generaciones, que hará diferentes a las instituciones y que nos refrescará los valores. Es decir, tendremos que quemar nuestros prejuicios y el miedo a perder hegemonía y privilegios, para jugarnos por la igualdad de derechos y dignidad de todas las personas.  Pongamos a mujeres, hombres, jóvenes, niñas y niños, en el centro de nuestro pensamiento y praxis.

El humanismo guardaba una deuda con la igualdad entre mujeres y hombres. Es nuestro deber completar lo pendiente de acuerdo al avance de los siglos. Lo socialmente justo no es lo mismo ayer que hoy. El humanismo no nos sirve si no integramos a mujeres y hombres a los mismos mundos, en igualdad de condiciones.

Como partido político somos pensamiento, doctrina y acción; mujeres, hombres, orgánica y voz. Y podemos decir sin exagerar, que los partidos son parte de la institucionalidad civil que permanece como una especie de reserva patriarcal… unos más que otros. Incluso los más nuevos conservan uno que otro vestigio.

Este patriarcado lleno ya de arrugas y con algo de artrosis ideológica no solo se expresa en las maneras de relacionarse al interior del partido las directivas con las bases, las bases entre ellas y los miembros de las dirigencias entre ellos; no solo se manifiesta en los modos de relacionarse los géneros del binomio hombre-mujer.

Tampoco hablamos sólo de la exclusión, más ancha o más angosta según la necesidad del momento. Esto está también expresado en el menor apoyo a las candidaturas de mujeres, en la asignación de zonas “menos probables” de éxito electoral, en la liviandad con que se negocian los cupos cuando se trata de mujeres, en que prevalecen las formas de participación que convienen a los hábitos masculinos, etc.

En nuestras vidas personales, el abuso sexual, el dominio arbitrario y violento de lo masculino por sobre lo femenino, están emparentados con organizaciones jerárquicas y autoritarias, con mandos abusivos y dados al secretismo, que construyen alianzas encubridoras del desprecio, maltrato y discriminación hacia los niveles inferiores, dando cuerpo a una especie de omertá. Esto se ve en lugares de trabajo, académicos, partidarios, religiosos y otros. Son actitudes que llevan a naturalizar las jerarquías injustas, la guerra, la destrucción del medio ambiente y cualquier tipo de atropello a la dignidad humana.

El movimiento feminista es parte de los movimientos sociales que están por cambiar todo esto. Como hemos visto, han sido las mujeres y el feminismo, lo que mueve y dinamiza, lo que moderniza y democratiza. Hoy, nada ni nadie políticamente responsable, ignora sus demandas sin arriesgar ser borrado del mapa de los liderazgos. Esto lo han entendido incluso quienes renegaban del ideario feminista y sus propuestas.

Todos los partidos progresistas, especialmente los que se reconocen humanistas, harían bien en declarar e internalizar su afinidad feminista, permitiendo todos los cambios que nos devuelvan el oxígeno para seguir nuestra marcha en pro de más democracia y más desarrollo. Hoy, debemos mirar nuestras doctrinas desde el feminismo, parámetro universal, propuesta de espectro amplio e inclusivo, frenada por siglos, aprovechando que hoy nadie teme escuchar su voz igualitaria y democrática. Más bien, el que no engancha, va quedando atrás.

Y no es que queramos ser oportunistas, sino que no debemos ignorar los pasos que va dando la historia. La creación del Sernam y los cambios conseguidos, tener una presidenta –luego con carrera internacional–; Hillary candidata a la presidencia en los EE.UU., el mayo feminista de 2018, son hitos que han ido dejando a muchos partidos con problemas en su columna vertebral, sin más que observando… sin saber qué acciones emprender.

No debemos quedarnos inmovilizados en la perplejidad, pero tampoco creer que del feminismo nos imbuimos en una noche de lectura y ya podemos improvisar algo “como para salir del paso”. Nuestro futuro es asunto serio.

Déjenme darles a conocer parte de la narración de la feminista española Beatriz Gimeno, pues hay para todos. Dice ella: “… Nos tratan en los partidos como si fuéramos niñas pequeñas y pesadas. Tú protestas… y ellos te miran sonrientes, te dan la razón, te citan en reuniones inútiles que ellos saben que son inútiles… te prometen cosas, te hablan bajito y muy lento, como si no entendieras bien…  Te hablan como armándose de una paciencia comprensiva…Te ponen la mano encima del hombro y te dicen que hay mucho machismo, que hace falta tiempo. Como ya no se puede no-tener-mujeres, porque está mal visto… lo que hacen es promocionar a unas cuantas mujeres cuya característica es que no son feministas, que incluso pueden ser antifeministas…”

Los partidos feministas de mujeres 

En más de un país, las feministas han tomado el asunto en sus manos, abandonaron partidos que no se agiornaron y permanecieron congelados, y formaron sus propios partidos… Algunos se aliaron con partidos de centro-izquierda, para terminar absorbidos por estos, pero en los últimos tiempos, la suerte ha cambiado.

Los partidos feministas no solo se limitan a luchar por los derechos de las mujeres, puesto que el feminismo es una propuesta universal para el funcionamiento de una sociedad. Los partidos feministas sueco y noruego, privilegian combatir el racismo y proponen enfrentarlo con más feminismo.

El partido Gabriela, de Filipinas, fundado en 1984, enfrentó la dictadura de la familia Marcos, luchó contra la tortura de mujeres y hombres detenidos políticos, abogando por los derechos de mujeres, niñas y niños. Redactaron la llamada Carta Magna de la Mujeres.

El  partido Paz y Libertad de los Estados Unidos, fundado en 1967 durante la guerra de Viet Nam, se declaró feminista en 1974.  Son antibelicistas, están  contra la basura nuclear y por la protección del medioambiente; luchan contra la violencia doméstica y por la igualdad salarial de género. Piden la liberación de presos políticos, están contra Monsanto y sus acciones contra los campesinos de México, y por un sistema tributario justo, entre otras demandas.

Con optimismo, creo que podemos hacer todo lo dicho sobre lo que nos exigen los nuevos tiempos. Lo de hoy está obsoleto, su tiempo está vencido. Con ello no se atraen nuevos miembros a las congregaciones, nuevos socios a los clubes, nuevas militancias a los movimientos políticos… con ello no se construye partido. Con ello tendemos a desaparecer.

Preparémonos para dar nuestros pasos en la ruta al futuro. Chilenas y chilenos nos necesitan en estos momentos de cambio. Si no estamos para ellos ahora, irán a golpear a otras puertas, acudirán a otros líderes.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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