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Equipos de salud en emergencia: la visión de dos mujeres que son parte de la primera línea sanitaria en esta pandemia BRAGA créditos: EVG photos / Pexels

Equipos de salud en emergencia: la visión de dos mujeres que son parte de la primera línea sanitaria en esta pandemia

Javiera Bruna
Por : Javiera Bruna Fonoaudióloga y Comunicadora
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Un virus, amenaza invisible que ataca a nivel mundial y pone en paréntesis los diferentes tipos de vida en cada lugar del mundo. Los escenarios son múltiples tanto como las experiencias que se dan al afrontar esta pandemia, es por ello que en este reportaje de El Mostrador Braga, entregamos dos visiones contrastadas en la realidad de la salud pública chilena, relatada por mujeres y madres que conforman distintos equipos hospitalarios del país.


“Las mujeres son mayoría en los equipos de salud que enfrentan la pandemia del covid-19 en Chile”. Esta declaración constituye una realidad ya conocida por la opinión pública. Y lo son desde antes; gremios como enfermeras, matronas y paramédicos, han sido históricamente conformados por mujeres, salvo la masculinizada medicina que hoy parece  abandonar comunicacionalmente esta tradición con el liderazgo de Izkia Siches.

No parece suficiente que las mujeres sean reconocidas mediáticamente como mayoría en este terreno público, sin considerar el riesgo al que se encuentran sometidas, factor común en las realidades de los equipos de salud a lo largo del país. Hoy lo confirman con sus testimonios, Francisca, anestesista de un Hospital público en la Región Metropolitana y  Camila, Kinesióloga de la unidad de cuidados respiratorios del Hospital de Iquique, ambas mujeres de distintas realidades hospitalarias que quisieron contar su experiencia a El Mostrador Braga, donde dan cuenta de los desafíos diarios de ser mujer en medio de esta pandemia.

“Ocupamos diferentes cargos en la atención directa a pacientes, como médicas, enfermeras, matronas, técnicas en enfermería y auxiliares, en servicios de apoyo como laboratorios, farmacias, insumos, aseo, alimentación, entre otras funciones” abre diálogo la anestesista, Francisca, a lo que agrega, “el cuidado y manejo de pacientes depende de muchas personas, el éxito de los procedimientos son el resultado del trabajo conjunto”. Estas declaraciones manifiestan la realidad que se vive diariamente en los hospitales, sin embargo esto parece agudizarse con la llegada del covid-19 a Chile.

“En la unidad somos 95% mujeres y en su gran mayoría madres. Muchas de las que hoy conforman la unidad se encontraban en otras áreas antes, como cirugía plástica, neurocirugía, traumatología, en donde el ambiente se vivía de forma diferente y menos invasivo. Hoy todo ha cambiado y la carga emocional que eso trae ha sido, yo creo que flagelante para todas, porque mucho depende de nosotras desde el trabajo, hasta la casa donde te están esperando tus hijos. El temor a contagiarlos, es una responsabilidad y un miedo que todos vivimos en el hospital” explica la Kinesióloga, Camila.

Los escenarios son diferentes, la población de la región metropolitana supera a la población de esta ciudad ubicada al norte del país, las condiciones climáticas y de ventilación de ambas ciudades son indudablemente contrastantes, por tanto las probabilidades de proliferación del virus en ambos lugares son diferentes, sin embargo las emociones y percepciones que a partir de ello se despiertan son iguales, puesto que la emergencia acentúa el grado de responsabilidad con que sus trabajadoras se enfrentan al cotidiano.

«La responsabilidad siempre ha sido alta, exigiendo cumplir con normas técnicas, con recursos escasos y alta demanda asistencial, situación que hoy se profundiza ante la incertidumbre de enfermar y de correr el riesgo incluso de morir, con las consecuencias que eso traería para sus familias. La pandemia por tanto, pone a prueba el  temor a enfermar a quienes aman». Explica la médica anestesista,  sentimiento que es compartido por la kinesióloga.

La responsabilidad por el trabajo y la crianza son acuerdos que a pesar de la distancia y de no conocerse comparten absolutamente las entrevistadas.  Pero hay matices y contrastes también en sus historias personales, cómo enfrentan la perspectiva de salud en sus equipos, la experiencia de madre y sus conclusiones respecto de ser mujer en esta situación las definen y distinguen.

Perspectiva de género, un desafío para los equipos de salud

“Personalmente creo que en el trabajo no hay un desafío de género, donde hay un desafío es cuando se acaba el trabajo y tienes que sanitizarte lo más posible para volver a tu casa, ahí hay una diferencia”, relata Camila respecto de cómo se enfrentan a diario las diferencias de género en los equipos de salud. La kinesióloga cree que no hay diferencias sustantivas entre un hombre y una mujer al momento de realizar un procedimiento que implica salvar una vida.

Sin embargo, Francisca expone que las relaciones de género nunca fueron justas para los equipos de salud, incluso desde antes de la pandemia. En el momento actual se añaden los efectos devastadores de la transmisión del virus, lo que sin duda pone en desventaja a los equipos de salud, esto genera que disminuya el número de funcionarios, aumenta la carga laboral y las exigencias técnicas derivadas, más la ya mencionada presión por las tareas domésticas y cuidados de hijos/as.

Los costos emocionales son sin lugar a dudas la carga más pesada con las que las mujeres de la salud deben lidiar a diario, situación que evidencia uno de los principales desafíos del sector una vez acabada la pandemia: sanar a quienes tomaron la responsabilidad de detener el avance de un virus bajo un cuestionado escenario en tanto tomas de decisiones oportunas e inversión en seguridad básica para sus trabajadoras.

“La experiencia de ser médica en un Hospital de la red pública, ahora en el marco de una primera línea, me hace reflexionar. Primero: la mala noticia es que no seremos relevantes en los  resultados finales de esta pandemia, es nuestro sistema de salud el que nos dará el resultado. Lo segundo, estamos pendientes de fortalecer un sistema de salud fuerte, universal y de calidad”, piensa Francisca respecto las evaluaciones con perspectiva de género que tendrá el eje central una vez finalizada la crisis.

Experiencia de madre

La jamás cuestionada experiencia de madre, está también presente en esta crisis, ambas entrevistadas han tenido que lidiar con las complejidades de esta nueva forma de vivir para todos los chilenos. Ninguna ha estado a salvo de lidiar con el cierre de colegios, los intentos por continuar con el aprendizaje y los desafíos que desde ahí se desprenden.

“En mi caso, me apropio de las palabras de una amiga: todavía no vi ninguna película de pandemias, virus, catástrofes naturales donde los hijos estudien o hagan tareas a distancia en el hogar. Como madre funciono sin presiones, o eso intento, con rutinas, espacios, contenciones cuando son necesarias”, así enfrenta Francisca la rutina con su hijo.

En el otro extremo del país se encuentra Camila. “La peor experiencia que tengo como madre hasta el momento es que mi hija se enfermó, 24 horas con fiebre, con sintomatología de virus por donde se mire… afortunadamente fue un rotavirus, pero no se descarta que en algún momento pudo ser algo más grave y me hace cuestionar si es que fui yo quien la contagió, me hace pensar también si vale la pena sacrificarlo todo, todo mi entorno está en juego, no voy sola a trabajar”.

A la justicia de ser mujer

En el desarrollo de esta emergencia sanitaria mundial, ni la vida, ni la preparación en materia de salud pública, ni el destino de mercados en crisis, ni la salud mental de quienes sobrepasamos esta pandemia, son temas que se encuentran ajenos a evaluación por las sociedades afectadas en este periodo. Mirado desde una perspectiva de género, queda de manifiesto –no solo en la salud- que las mujeres han estado fuertemente expuestas a las consecuencias que va dejando el virus.

El punto de inflexión, donde la generalidad termina y la visión de mujer se vuelve relevante para Francisca es justamente que “la mayoría de las veces, somos todas mujeres (en estas disciplinas). Mujeres con sueldos más bajos que los hombres, encargadas de las tareas del hogar, el cuidado de hijos, la atención de familiares”. Tarea a la que sin duda están dispuestas a dedicar su tiempo, sin paso atrás, con todo lo adverso que pueda llegar a ser.

“Vale la pena estar ahí, lo vale por completo. Vale la pena cuando llega un paciente con sospecha, cuando sale positivo, lo vale aún más cuando se está descompensando y luego sale adelante. Vale la pena cuando ves que tu trabajo está ayudando, porque no queremos más muertos, aunque no tenemos insumos, los reutilizamos lo más que se pueda. Quiero salvar al mundo cuando estoy ahí. Yo creo que esa es una visión de mujer, querer salvar al mundo en la adversidad”, finaliza Camila.

Y es que mirado desde ese lugar, no quedará más que imprimir en la memoria que el año 2020 las mujeres llenaron las calles en la antesala de esta crisis y lo siguieron haciendo desde sus puestos de trabajo en un silencioso pero potente llamado a la equidad.

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