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El rostro oculto de la cuarentena: exceso de teletrabajo, desigualdad en las tareas domésticas y falta de comunicación BRAGA Créditos: Juan Pablo Serrano en Pexels

El rostro oculto de la cuarentena: exceso de teletrabajo, desigualdad en las tareas domésticas y falta de comunicación

Natalia Espinoza C
Por : Natalia Espinoza C Periodista - Contacto: braga@elmostrador.cl / (sólo wsp) Fono sección: +569 99182473
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Con el fin de evitar que la mujer siga siendo la encargada de la coordinación y gestión doméstica, la psicóloga familiar especialista en infancia, Marcia Stuardo, recomienda que hay que “conversar que la contraparte para que entienda que hacer las cosas de la casa no es ‘ayudar’ porque me lo piden (…) si se le olvida a la pareja o familiar hacer lo que le correspondía, y lo hace la contraparte, se está reforzando el hábito de que él no haga las cosas, porque ‘si yo no lo hago al final otro lo hará, así que da igual’ entonces ahí lo importante es no reforzar la conducta”, explica Stuardo.


“Vivo en un departamento interior en la casa de mi mamá, pero lavo, cocino, hago aseo y pongo harta plata para la casa igual, mi hermano es súper piola, pero no lava una taza, mi mamá está histérica y no hace nada, mi mino con todas las ganas de ayudar, pero no sabe hacer nada, entonces estorba, así que un asco la cuarentena, el único que me ayuda es mi hijo”, cuenta Melissa.

Sea en mayor o menor medida, la cuarentena nos ha afectado a todos, independiente de nuestro género, situación socioeconómica, comuna de residencia, etc. En este sentido, durante las últimas semanas, varios estudios han dejado al descubierto el exceso de carga laboral y la desigualdad en las responsabilidades que se dan dentro de hogar.

La última encuesta nacional sobre el uso del tiempo (ENUT), realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas, antes de la cuarentena, determinó que las mujeres en Chile pasan al menos 7 horas al día en tareas domésticas no remuneradas, prácticamente una segunda jornada laboral, versus las aproximadamente 3 horas que les dedican los hombres a estas mismas tareas.

En este sentido, la brecha se ha ido acortando, pero sigue habiendo un largo camino por recorrer. Esta semana además, se revelaron los resultados de la radiografía al teletrabajo realizada por Cadem, en conjunto con la Mutual de Seguridad, según su estudio, las mujeres son las más afectadas con la sobrecarga laboral a la hora de teletrabajar, eso no quiere decir que para los hombres no se haya vuelto más complicado, sin embargo, a causa de que aún en este siglo, las tareas del hogar continúen recayendo en su mayoría sobre las mujeres, provoca que la carga mental sea aún más pesada en estas.

“Mi hermano va del pc al comedor a comer y así… Mi mamá va con su discurso: ustedes por ser mujeres deben de ser más limpias y ayudar más, que es nuestro deber… Mi hermano no trabaja desde hace 2 años…”, cuenta Andrea.

Respecto de lo anterior, entre los elementos que causaba mayor angustia se encuentra “tener que compatibilizar el tiempo con las tareas del hogar”, en el caso de las mujeres el porcentaje llegó al 47% y en hombres al 28%. Un 92% de las mujeres afirmó desarrollar en horario de teletrabajo, labores domésticas como “hacer el aseo y preparar el almuerzo”, lo que llegó al 74% en hombres.

La carga invisible

En el constructo social en el que estamos sumergidos, la crianza de las mujeres se enfoca en “estar atenta” a las necesidades de todos menos de las propias, esto a la larga trae consecuencias en la salud mental, porque culturalmente las mujeres entienden que son quienes deben hacerse cargo de todo lo doméstico, dejando pocos espacios para el ocio y el autocuidado.

“Pídeme y yo te ayudo”

“Si mi mamá no manda a mi hermano o papá, no hacen nada. Yo ando ordenando y limpiando, aparte esta semana me toca lavar la loza, pero ellos no pasan ni un trapo y después se queja mi mamá conmigo”, cuenta Paola.

Es muy común que una mujer cuando reclama que está a cargo de todo, su pareja, padre, abuelo, hijo, etc. le responda que, si “tú me pides que haga algo, yo voy y lo hago”. El problema en esto es para dar esa indicación, primero hay que tener esa acción la “lista de tareas mentales”. Eso significa que la coordinación y gestión doméstica, sigue siendo responsabilidad la mujer, ya que, si ella no da la orden, entonces las cosas no se hacen.

Esto explica por qué el 59,4% de mujeres afirma que no existe igualdad en la distribución de las tareas domésticas, y es que según el sondeo realizado por la Asociación de Municipalidades de Chile (Amuch), realizado entre el 03 y el 08 de abril.

¿Cómo repartir las tareas del hogar entre adultos, adolescentes y menores?

Para responder esa pregunta, la psicóloga familiar especialista en infancia, Marcia Stuardo, considera que primero hay que tener en consideración que los hábitos y responsabilidades previamente establecidos, son fundamentales, “en general en las familias las funciones domésticas las relegan a las mujeres porque así se hace y es la costumbre. Además, que eso se tiende a reforzar también por las conductas que constituyen micromachismos dentro de la familia”.

Para poder luchar contra ello, la psicóloga recomienda integrar a toda la familia en la formación de nuevos hábitos, por lo que así, es menos probable que la carga vaya casi por completo a la mujer, porque “hay un sentido de responsabilidad compartida y de que todos podemos involucrarnos en las labore”.

Tips y estrategias

De forma concreta, la experta recomienda que los cuidadores se pongan de acuerdo en las normas para evitar la desautorización entre ellos y calendarizar las tareas. Además, con el fin de evitar que la mujer siga siendo la encargada de la coordinación y gestión doméstica, hay que “conversar que la contraparte para que entienda que no es ‘ayudar’ porque me lo piden”.

“Hay que considerar algo importante, si se le olvida a la pareja o familiar o simplemente no hace lo que le correspondía y lo hace la contraparte, se está reforzando el hábito de él no haga las cosas, porque ‘si yo no lo hago al final otro lo hará, así que da igual’ entonces ahí lo importante es no reforzar la conducta”, explica Stuardo.

Además, agrega que, “por ejemplo con mis pacientes adolescentes y el tema del aseo de las piezas, yo les digo a las mamás que no estresen tanto y pongan reglas claras, porque si le dicen, ‘la ropa sucia va acá’ y los niños no la dejan donde corresponde y ellas les sacan la ropa sucia, al final fomentan el hábito de no hacer lo que se les pide”.

En torno a lo anterior, recomienda que “ahí se les deja no más y se les puede avisar: hijo hoy lavo ropa, déjame la ropa aquí. Si está se lava y si no está, no se lava. Lo mismo pasa con hacer la cama, la responsabilidad es del adolescente”, dictamina la psicóloga.

Lo otro importante es hacer un calendario de labores, con nombres y actividades que sea visible para todos y todas, “por ejemplo, el lunes las camas la hace Juanito hijo, el martes el papá y el miércoles la mamá y así cambiando las actividades para que a todos les toque colaborar en algo”,

En el caso de los más pequeños, “hacerlo como un juego para que les sea más entrete. Si es ordenar la pieza, pueden imaginar que son el capitán aseo y ordena, hacer aseo con música, a la hora de acostarse, el monstruo de las cosquillas. Incluso pueden hacer una búsqueda del tesoro, se puede esconder algo pequeño y ordenar para encontrarlo”, recomienda.

“Lo importante es que se entiendan como normas de convivencia y del hogar”

Finalmente, los padres tienen que poner el ejemplo también, “porque si ven los niños que sólo uno hace todo o que sólo uno les da tareas, al final terminan siendo como el bueno y el malo, y es más fácil que de rehúsen a hacer labores. A los más pequeños les encanta que niños incluyan y sentirse útiles”.

La igualdad trae una mejor convivencia y, por ende, mejor relación de pareja

Así lo constatan algunos testimonios dados por lectoras a El Mostrador Braga. “Mi pareja hace de todo, cocina, limpia, ordena, yo lavo la loza, saco la basura. Como que no tenemos niun atao nunca, miramos qué falta y lo vamos haciendo”, cuenta Dolly.

“Mi pololo trabaja y es el sustento económico de la mayoría, así que claro que yo hago gran parte de la pega del hogar, pero los fines de semana hacemos aseo general juntos y ahí él hace piso (que es barrer, esparcir con limpiador, trapear, secar, aplicar abrillantador, etc.) y hace el baño. Yo me encargo de cocina, superficies, despensa y piezas. El resto de la semana yo cocino, lavo, hago camas y toda la vaina. Al supermercado también vamos juntos cuando hay que ir, yo escojo lo que se compra según lo que me dé la gana cocinar, él escoge las cochinadas que comerá entre comidas (cereales, helado, galletas, cervezas, lo que quiera)”, cuenta María Paz.

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