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Una nueva Constitución y la oportunidad de equiparar la cancha BRAGA Créditos: Sebastian Cisternas/ Aton Chile.

Una nueva Constitución y la oportunidad de equiparar la cancha


En momentos en que nuestro país vive un proceso constituyente que busca redactar una nueva constitución adaptada a las necesidades actuales de la población, más justa, equitativa y solidaria, la que además será la única en el mundo que cuente con paridad de género entre sus constituyentes, es una tremenda oportunidad para escribir una nueva Carta Magna con enfoque de género que busque acortar las brechas, equiparar la cancha entre hombres y mujeres, y dar de paso una mano a miles de emprendedoras.

Ser emprendedores por necesidad u oportunidad significa una exigente carga de actividad física y emocional, enfrentar permanentes trabas y nunca darse por vencidos, pero si nos enfocamos específicamente en emprendimientos femeninos, segmento que alcanzó un 32,5% en 2018 según cifras de la Asech, los obstáculos y dificultades que se presentan permanentemente son aún mayores debido a una serie de comportamientos y trabas culturales que conllevan los diversos roles de las mujeres en nuestra sociedad, como el cuidado de los niños y las labores domésticas.

[cita tipo=»destaque»] Esta situación podría cambiar gracias a este proceso constituyente, el que además de traer consigo una nueva una nueva Constitución, debe vislumbrar y catalizar una nueva mentalidad que permita contemplar equidad paritaria en las empresas, igualdad de salarios y trato igualitario en el mundo financiero o crediticio, por ejemplo.[/cita]

Por ejemplo, una mujer puede dedicar en promedio solamente entre una y cuatro horas diarias a sus negocios, mientras que los hombres pueden dedicarle entre 5 y 8, ya que no deben compatibilizar sus actividades con las labores domésticas y el cuidado de la familia. Hoy en nuestro país existen diversas las políticas públicas y apoyo estatal para fomentar el emprendimiento en general, pero no se está potenciando el segmento específico de las mujeres, donde la mayoría son dueñas de casa, dependientes o madres solteras, quienes ven muy difícil la posibilidad de emprender, pues no existen medidas focalizadas como una sala cuna para mujeres emprendedoras para que puedan dejar a sus hijos, entre muchas otras necesidades.

En el mismo sentido, otro de los principales obstáculos que enfrentan las emprendedoras es el sexismo, consecuencia directa de las desiguales relaciones de poder entre mujeres y hombres, generadas por el sistema patriarcal que rige en la sociedad chilena y que perpetúa la desconfianza hacia las iniciativas de las mujeres, situaciones que causan un bajo nivel de autoconfianza y un mayor miedo al fracaso, elementos que frenan las iniciativas emprendedoras. Esta situación podría cambiar gracias a este proceso constituyente, el que además de traer consigo una nueva una nueva Constitución, debe vislumbrar y catalizar una nueva mentalidad que permita contemplar equidad paritaria en las empresas, igualdad de salarios y trato igualitario en el mundo financiero o crediticio, por ejemplo.

Igualmente, es necesario trabajar por la visibilización de las alternativas empresariales exitosas planteadas por mujeres, con la finalidad de generar cambios en relación con los imaginarios sociales que limitan el desarrollo empresarial de éstas. Aunque cada día es mayor la incorporación de las mujeres en el ámbito empresarial y al mercado laboral GEM (2016), esto no ha contribuido a la transformación de los roles de género al interior de las familias, donde la realización de trabajos productivos no exime a las mujeres de sus labores reproductivas, contrariamente a lo que sucede con los hombres, quienes socialmente se ven exentos de éstas. No en vano, es un hecho que la falta de apoyo familiar y de tiempo son dos de las principales dificultades por las mujeres a la hora de emprender.

Debemos tener claro que el emprendimiento tiene potencial no solo para mejorar la vida de las mujeres, sino que también contribuir a una disminución de la pobreza, como generador de empleo y reactivación económica. Además, ofrece la posibilidad de incorporar un enfoque social que proporcione soluciones viables y concretas a los problemas resultantes de dicha pobreza, transformando los enfoques asistencialistas, hacia otros que involucren la innovación social y el aumento de la productividad. El no tener en cuenta la diferenciación social en los roles de género dificulta el aprovechamiento del potencial de las mujeres como emprendedoras para la economía nacional, por lo que es imperioso  cambiar la idea de que los emprendimientos de las mujeres fracasan más frecuentemente y que la causa pueda ser una incapacidad para la gestión.

Está claro que cada vez son más las mujeres que toman la decisión de emprender, sin embargo, estructuralmente tienen mayores dificultades para acceder a recursos económicos y para invertir el tiempo necesario que estas iniciativas demandan, especialmente por la necesidad de compaginarlo con el tiempo que la atención de sus familias requiere. En general, las cifras en materia de investigación en emprendimiento muestran que la proporción de mujeres que emprende en Chile es de tres por cada siete hombres, y también se advierte que sus emprendimientos están más en el sector de servicios y en una proporción poco significativa en el sector tecnológico. Del mismo modo, la auto percepción de éxito y la propensión a correr riesgos es mucho más baja que la que tiene los hombres, y en general, los emprendimientos de las mujeres presentan un alto grado de vulnerabilidad que dificulta su consolidación a largo plazo.

Entonces, esta es nuestra oportunidad, no debemos desaprovechar esta coyuntura labrada en las calles por millones de chilenos y chilenas, que se manifestaron por demandas justas en pro de un mejor país, de crear una mejor sociedad, más justa, equitativa e igualitaria entre hombres y mujeres.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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