BRAGA
En el planeta tierra, a pesar de toda el agua que dispone, sólo el 2% de ella es dulce, por lo tanto, bebestible. Razón por la cual, dos chilenas motivadas decidieron atacar el problema de la contaminación de las aguas dulces desde las casas, creando una forma fácil y sencilla para que las personas puedan reducir su impacto medioambiental.
Un lujo que una gran cantidad de personas poseen en la actualidad, es tener lavadora, sin embargo, para que los jabones hagan más espuma y limpien más rápido, se le suman a su composición tres elementos altamente contaminantes: fosfatos, nitraros y tensioactivos.
Las consecuencias las puedes ver fácilmente, ya que ambos compuestos son los responsables del tono verdoso del agua de los ríos, además, estimulan el crecimiento de algas, por lo que agotan el oxígeno del agua provocando la muerte de peces y otros organismos acuáticos.
Es ante esta realidad que dos mujeres chilenas decidieron hacer algo al respecto: Andrea Moraga y Carolina Urrutia, dos jóvenes comprometidas con detener el cambio climático, quienes, en siete años de trabajo, lograron reducir 10.000 kilos de plástico y ahorrado 21 millones de litros de agua, lo cual equivale a 44.000 horas de riego. Además, Carolina fue elegida dos años consecutivos (2018 y 2019), como una de las 100 mujeres líderes de Chile.
Por esta razón es que, en un nuevo Mujeres Inolvidables, el especial semanal en donde destacamos las importantes hazañas de mujeres de la historia y el presente, visibilizamos el impacto de ambas emprendedoras.
Andrea y Carolina son oriundas de la Región del Bío Bío, sin embargo, por esas cosas de la vida, se conocieron en Santiago el año 2013. Andrea es kinesióloga y MBA; Carolina, Bióloga Marina con Magíster en Ciencias.
Su amistad, gustos y preocupaciones en común, rápidamente las motivó a emprender y postular a un Corfo que salió finalmente positivo el 2014. Andrea es del área de negocios y Carolina de Investigación aplicada, ambas sin conocerse mucho, formaron una gran y sorora alianza, porque “creímos en nosotras y nuestras capacidades”, cuentan.
Su bandera de lucha fue salvar el agua y la vida dentro de ella, razón por la cual crearon FreeMet, un emprendimiento que consta de una línea de productos sustentables de cuidado del hogar y personal que se preocupa de no contaminar el medio ambiente y de proteger la salud de las personas.
En base a la investigación se dedicaron a crear fórmulas con ingredientes de origen botánico y mineral 100% biodegradables, validados con estudios científicos y no poseen agentes eutroficantes (aquellos que fomentan las algas), y que dañan los lagos y lagunas de Chile cómo los fosfatos y nitratos.
Sabiendo que sólo el 2% del agua dulce del mundo es bebestible, Carolina obtuvo un golpe de inspiración cuando, durante sus estudios en la carrera para convertirse en Bióloga Marina, investigó el efecto de agentes contaminantes derivados de productos de limpieza que llegan al mar a dañar la vida acuática.
Tras siete años de trabajo, en donde partieron siendo sólo dos mujeres, ahora han llegado al punto de ser un equipo de 16 personas, “eso es maravilloso, y lo encontramos muy valioso, ya que estamos potenciando la economía verde del país y creando consciencia ambiental en nuestro equipo, proveedores y clientes, ya que la sustentabilidad es contagiosa”, cuentan.
Su sueño es lograr generar consciencia ambiental a través del uso de productos de uso cotidiano en más chilenas y chilenos, pero también, poder contagiar este espíritu por toda Latinoamérica. Además, que este sueño no sea sólo para las élites económicas, sino que para todas y todos los habitantes del país.
