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El discurso actual, armado de ideales que vienen a limitar las posibilidades del ser Yo opino Crédito: Andres Pina/Aton Chile

El discurso actual, armado de ideales que vienen a limitar las posibilidades del ser


El lugar o los lugares que ocupamos las mujeres en la actualidad, han avanzado significativamente en el plano de derechos, así como también, en los espacios laborales y sociales (aunque se mantienen aún desigualdades y violencias históricas, como, por ejemplo, la disparidad salarial, femicidios, agresiones sexuales, etc.). En esta ocasión, nos gustaría reflexionar sobre cómo el discurso actual nos muestra que al mismo tiempo que por un lado avanzamos, por otro hemos ido cayendo en “la trampa” de pensar que “fuimos liberadas” a la posibilidad de elegir, decidir y desear.

Frente a esto, nos preguntamos por los nuevos imperativos existentes en el discurso actual y cómo podemos pensar el exceso de violencia que se cuela en dicho argumento y que reedita un atentado contra la subjetividad femenina.

Este discurso actual, esconde ciertos mandatos, que a su vez, intentan camuflar la violencia de clasificarnos como “buena mujer”, “buena hija”, “buena madre”, “profesional exitosa”.

[cita tipo=»destaque»] Como señala Elisabeth Badinter, se nos imponen nuevos estándares de cómo ser una mujer. [/cita]

Entonces, nos preguntamos: ¿Dónde queda el deseo? ¿Dónde queda el inconsciente en el relato disponible? ¿Cómo se es niña/niñe/joven en una sociedad donde hay tantos ideales por cumplir?

¿Existe realmente un lugar para las disidencias femeninas en construcción? ¿Para los cuerpos, psiquismos y afectos de las niñas y adolescentes? Pareciera que el discurso actual no solo sugiere cómo ser mujer, sino que también como discrepar de los estereotipos; ¿“progre” o “facha”?, pero siempre definida desde un otro (hombre por lo general), pensada desde lo binario. ¿Qué nuevos patrones identificatorios podemos habilitar como sociedad para las niñas y adolescentes? ¿Será posible generar para ellas nuevos caminos lúdicos y creativos que efectivamente les permitan transitar su feminidad de una manera mucho más auténtica?

Claro está, que más allá de la mirada adultocéntrica, que nos sitúa a nosotros “los adultos” como los responsables de abrir dichos espacios, las niñas y adolescentes han demostrado que están dispuestas a ir por ellos, recordemos la imagen de la adolescente con uniforme parada firme sobre el torniquete del metro de Santiago. Quizás sean las mismas niñas y jóvenes que nos muestren a las mujeres adultas como habitar una feminidad más libre, placentera y menos superyoica. Nuestro llamado es a abrazar las subjetividades y disidencias femeninas en construcción.

“Ser madre hasta que duela”.

Como señala Elisabeth Badinter, se nos imponen nuevos estándares de cómo ser una mujer. Por ejemplo, “lo natural” como nuevo valor, frente a lo que podría ser ¿cultural?, donde el “instinto materno” ocupa el primer plano, y la imagen de la mujer que sostiene un bebé cada vez más grande, se vuelve casi un dogma.

La idea de un parto natural, donde los medicamentos podrían interferir con el despliegue del propio cuerpo de la mujer y la conexión afectiva con su bebé al momento del nacimiento, las nuevas prácticas sobre el maternaje nos señalan que lo mejor para el maternar y el desarrollo de los niños/as viene ligado a lo corporal.

Desde allí, al primer contacto piel con piel, se le suman recomendaciones que el bebé duerma junto -o en- la cama de sus padres durante los primeros años de vida, es decir, realizar colecho; portear al bebé la mayor cantidad de tiempo posible durante el día, y llevar a cabo una lactancia indefinida en lo posible, para que exista esa “conexión única” entre madre e hije durante más tiempo: El apego, palabra que ya a estas alturas dice poco y nada, pues de tanto usarla en distintos contextos y aludiendo a diversas instancias ya ha perdido sentido. Apego seguro, inseguro, ambivalente, etc. que finalmente terminan cumpliendo una función de categorización de la relación entre madre e hije, con los respectivos componentes ansiógenos y culpógenos asociados.

Las clínicas, los especialistas y los médicos que ofrecen “partos con apego”, o incluso algunos dicen “hacer el apego”, como si fuese algo que se decide y se prepara, un acto único, mágico y no un proceso psíquico que tiene que ver con dos psiquismos; uno estructurado y otro en proceso de constitución. Procesos y transmisiones inconscientes.

En este sentido, lo que la madre entrega o dona al bebé, “la oferta de sentido” de la que habla Aulagnier, nos menciona que la madre ofrece mucho más que leche, así como el niño absorbe elementos que no tienen que ver con la lactancia en términos biológicos. Sino, por medio de este acto se transmitirá cuestiones que tienen que ver con el inconsciente materno inserto en un determinado contexto social y cultural. Se trata de una construcción de sentido entre dos seres particulares, situados en un contexto determinado, que ponen a circular una subjetividad intrínsecamente ligada a sus procesos inconscientes.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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