Publicidad
Nerea de Ugarte sobre su libro Querida Violeta: “Me doy cuenta de que construimos en conjunto un lugar de pertenencia, un lugar de habitar como mujeres” BRAGA

Nerea de Ugarte sobre su libro Querida Violeta: “Me doy cuenta de que construimos en conjunto un lugar de pertenencia, un lugar de habitar como mujeres”

La autora de “Querida Violeta” comenta en conversación con El Mostrador Braga, que este libro es “un lugar donde decir que a través de unas páginas me doy cuenta de que somos muchas, de que nos tenemos, de que nos tenemos que dar la mano en esta lucha, de que tenemos que avanzar juntas y de que esto no es personal, sino es colectivo”.


“Querida Violeta,
Esta carta es para ti. No nos conocemos en persona, pero estoy segura de que habitas en cada niña, adolescenta y mujer que he conocido durante estos últimos trece años. No nos conocemos en persona, pero algo me pasa contigo; algo de ti me remueve, me emociona y me pone la garganta como un nudo. Desde que me senté a pensar y a escribir esto que quiero decirte, no he hecho más que llorar. Llorar de pena y de emoción, de rabia y de inspiración, de lucha y de pasión, porque me di cuenta de que también eres parte de mí”.

Así comienza el segundo libro de Nerea de Ugarte “Querida Violeta”, el cual se presenta como un espacio común y de contención.

Escribir en formato carta no fue la primera opción de Nerea, sino, en palabras de la autora, fue bastante improvisado. Hace mucho tiempo, leyó una carta que se viralizó en un blog español. Si bien, le gustó mucho la forma de narración, nunca lo pensó para un libro de ella. “Mientras estaba escribiendo me di cuenta de que todo lo que quería decir era algo que yo había recopilado de todas las mujeres con las que trabajaba desde mi consulta, talleres, las charlas. En ese momento dije: «A ver, si le quiero escribir a esa parte que todas las mujeres tenemos en común, a propósito de construirnos mujeres en esta cultura, en esta sociedad, voy a escribirle una carta a esa parte de todas nosotras»”, cuenta la autora al El Mostrador Braga.

Durante los últimos trece años, la vida de la autora ha estado vinculada fuertemente a vivencias de mujeres. Su trabajo de psicóloga, presidenta de la fundación Niñas valientes y fundadora del colectivo La Rebelión del cuerpo, le ha permitido conocer a cientos de mujeres, sus vidas y experiencias.

Unos de los temas eje del libro es la violencia simbólica. “Es una violencia invisible que perpetúa, naturaliza y normaliza los roles y estereotipos de género. Eso hace que la violencia de género encuentre un sustento estructural, que permita que se vaya desarrollando a formas más violentas y peligrosas para habitar como mujeres en la cultura”, señala la autora.

Para Nerea, poder hablar de violencia simbólica en el libro permite “evidenciar a la mayor cantidad de mujeres que lean que la violencia de género se sostiene en una estructura basal”. Además, explica que “es esa estructura basal que permite normalizar los micromachismos, la publicidad sexista, el humor sexista, la invisibilización de las mujeres en los medios masivos de comunicación, en los cargos, en los accesos, todo eso se llama violencia simbólica”.

Desde las primeras páginas del libro es un transitar de emociones. El nudo en la garganta no se acaba hasta la última página. Llegar al final no sólo significa terminar la carta, sino la invitación a reflexionar y cuestionarse todo.

-En las primeras páginas se habla sobre tus emociones al pararte frente a la elaboración de esta carta. Ante esto, ¿cuáles son las emociones por las que atravesaste mientras escribías?

-Uf, yo creo que pasé por todas las emociones. Fue una montaña rusa. Desde pena, incertidumbre, rabia, mucha rabia, mucha indignación, mucha pena, mucha desesperanza, pero a la vez, mucha garra, mucha energía, mucha fortaleza. Empoderamiento, como decir: “Ok esta es la realidad. Me indigna, me enfurece, pero a través de esa rabia, me lleno de fuerza para seguir luchando por las vienen y por las que no están, por justicia”. También alegría de las partes que yo siento que son como tiernas, que son como cariñosas, de contención, mucho amor, mucha sororidad. De querer dar un espacio para las lectoras sintieran que no estaban solas, que nos teníamos, que estábamos juntas y que, si estábamos juntas, las cosas pueden cambiar para todas.

-¿Cuál fue el desafío más grande a la hora de dar forma a “Querida Violeta”?

-Creo que el desafío más grande en el que pudiese tener un tinte político y cuando hablo de político no tiene que ver con partidos ni instituciones políticas, sino con visibilizar a través de todas las páginas cómo el tema del poder está inmiscuido en todas nuestras formas de vincularnos y cómo la historia se cuenta desde quién lo tiene y quién no. Además, cómo el proceso de empoderarse tiene que ver con la recuperación de ese poder. Ejercerlo y dejar de otorgarlo, inconscientemente a propósito de cómo hemos sido educadas para silenciarnos.

-¿Qué significa para ti el libro “Querida Violeta”?

-“Querida Violeta” para mí es un lugar de encuentro. Siento que fue un proceso tan de poner lo personal en lo político. Me cuesta incluso pensar qué es para mí porque siento, a propósito de todo lo que ha pasado con el libro, que he recibido una cantidad de testimonios gigante de todo lo que les ha pasado emocionalmente leerlo, me doy cuenta de que construimos en conjunto un lugar de pertenencia, un lugar de habitar como mujeres. Un lugar donde decir que, a través de unas páginas, me doy cuenta de que somos muchas, de que nos tenemos, de que nos tenemos que dar la mano en esta lucha, de que tenemos que avanzar juntas y de que esto no es personal, sino es colectivo. Tenemos que entender eso para poder efectivamente construir una alianza de existencia y política que nos permita cambiar la subjetividad de cómo las mujeres nos hemos construido en esta cultura.

-El libro habla de interseccionalidad, estereotipos, manipulación de los discursos e imaginarios por parte del poder, amor romántico, redes sociales, autoestima, violencia simbólica, entre otros temas. ¿Por qué crees que es importante reunir todos estos puntos en este libro?

-La necesidad de pasar por todos esos puntos tiene que ver con la necesidad de entregar una radiografía de lo que pasa, de lo que nos pasa, de lo que les pasa a muchas, a las cientas de mujeres que veo permanentemente. Poder mostrar que, en el fondo, por mucho de que seamos mujeres, también todas vivimos realidades diferentes. Necesitamos entender esas diferencias, esas injusticias, siendo mujeres. No tenemos los mismos accesos y que, a propósito de eso, necesitamos luchar por y para todas. No solamente para los beneficios personales, que es un poco lo que pasa con el feminismo liberal (…). Esta lucha tiene que ver con la justicia social. Tiene que ver con que todas tengamos acceso a una vida digna y libre de opresión. Esas opresiones son muy distintas para una mujer blanca hétero y de altos recursos a una mujer afro chilena o mapuche o de cualquier pueblo originario chileno, donde efectivamente el acceso y las oportunidades, y el acceso al poder también, son completamente distintos.

-¿Cuál es la importancia de desprivatizar las experiencias de las mujeres?

-La importancia de desprivatizar las experiencias es enorme. El momento en que una mujer cuenta su historia está contando la historia de muchas. La posibilidad de poner eso que es íntimo y que está dentro del plano íntimo, a propósito de nuestra educación, porque nos dijeron que eso pertenecía a algo que nos tenía que avergonzar. Básicamente, salir del estereotipo de ser mujer, del estereotipo perfecto de mujer conlleva a que todas estas experiencias las silenciemos por culpa o por vergüenza.

(…) En el momento en que una cuenta esa historia, cuenta la historia de cuando salió del estereotipo, por querer o por no querer, por consentimiento o sin consentimiento, pero pone esa historia fuera de su vida personal y la pone en una esfera pública, permite que otra mujer, en cualquier parte del mundo, diga: “a mí me pasó lo mismo”.

 

Publicidad

Tendencias