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Maternidad: “Siempre hay una carga contra de la mamá, es como si nadie más pudiese cuidar a esta niña o niño si no es la madre” BRAGA Créditos: Foto de Tatiana Syrikova en Pexels

Maternidad: “Siempre hay una carga contra de la mamá, es como si nadie más pudiese cuidar a esta niña o niño si no es la madre”

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Existen parámetros rígidos de cómo debe ser y comportarse una madre. Por esta razón, cuando una mujer vive su maternidad de forma distinta es enfrentada a fuertes cuestionamientos sociales, llegando incluso a cuestionar sus capacidades como madre.


En el año 2008, Romina Muni dejó a sus hijas de 4 y 10 años con su padre. Por problemas económicos, Romina sabía que sus hijas estarían mejor con él. El día en que las entregó, se sentó por horas en una banca en el terminal de buses San Borja en el centro de Santiago. Sentada ahí, repetía una y otra vez en su cabeza el mismo pensamiento: “Les fallé. Fallé como madre”.

Pero, no sólo era el dolor de dejar a sus hijas y con ello, dejar de verlas diariamente para pasar a verlas cada 15 días, sino que también la madre debió enfrentarse a cuestionamientos sociales sobre su decisión.

En más de una ocasión, en plena entrevista de trabajo, a Romina se le cuestionó el por qué no vivía con sus hijas. “¿Por qué te la quitaron?”, recuerda que le preguntaron en una oportunidad. Eso dolió. Dolía tener que explicar que ella sólo buscó el bienestar de ellas.

Para la académica de la Universidad de Chile y experta en género, Carolina Muñoz, la maternidad está anclada socialmente a parámetros muy estrictos. “Una tiene que estar presente físicamente, emocionalmente, pero sobre todo presente en el hogar y esta presencia debe traducirse en una serie de cuidados”.

Es por eso, que frases como se nota que ahí no hay una madre cuando la niña o niño, por ejemplo, anda con los zapatos cochinos, no tardan en llegar. “Siempre hay una carga contra de la mamá, es como si nadie más pudiese cuidar a esta niña o niño si no es la madre”, enfatiza Muñoz a El Mostrador Braga.

Por tanto, en el caso de las mujeres que “deciden no vivir con sus hijas e hijos o se ven obligadas por otras razones a no vivir con ellas y ellos, están poco menos que en la clandestinidad porque el castigo social es muy grande”.

“Así como nos ha costado entender que existen otros modelos de familia más allá del patrón heteronormado, no hemos sido capaces de aprender que existen otros modelos de maternidad o de mujeres que no tengan que ver con la maternidad”, explica Muñoz.

Hay más modelos de maternidad

El ideal de madre construido socialmente es reforzado desde la industria cultural y, sobre todo, desde la publicidad, la cual refuerza permanentemente la idea de que la maternidad es un hecho importante y cúlmine en el proyecto de vida de las mujeres, transversalmente.

Ante esto, se refuerza el modelo de atención y cuidados de niñas y niños. “Entonces, vemos la imagen de la mamá que prepara la mochila, plancha la ropa, que va a buscar a los niños al colegio, pero además debe ser una mamá que cumpla con estereotipos de belleza, físicos, de vestimenta y de comportamientos muy marcados”, señala la experta en género.

Pese a que socialmente existen y se viven otras maneras de maternar, no existe un correlato a nivel medial y específicamente, en la publicidad. “Existe un desfase muy grande entre los movimientos de cambio y lo que muestran los medios y la industria”, explica Muñoz.

Por lo que, enfatiza la académica, no sólo basta con que en las revistas destinadas a las mujeres se hable sobre estos temas, “sino también estos modelos deben incorporarse a otros espacios”.

Es por eso, que nombrar, mostrar y representar otras formas de maternar es de suma relevancia, pues así se vuelven visibles, se hacen reales. “Es super importante para no sentirte como una excepción, sino para darte cuenta de que es un camino tan legítimo como natural”.

Pero también, hay un cuestionamiento válido y necesario: la corresponsabilidad. En este sentido, se debe preguntar sobre la existencia de un padre, el cual debería tener las mismas responsabilidades que la madre.

El problema, puntualiza Carolina Muñoz, es que “en Chile no hay padres y esa es una realidad. Eso te habla de la cantidad de jefas de hogar, sobre todo en los sectores más populares, donde hay mujeres solas con sus hijas e hijos”. Muchas veces son generaciones tras generaciones de madres solteras.

“Mientras no cuestionemos esta paternidad ausente, vamos a seguir poniéndole todo el peso a una maternidad presente”, concluye la académica.

La culpa

El modelo maternal es tan rígido que, explica la académica, las mujeres que trabajan, tanto dentro como fuera de la casa, cargan con una culpa permanente y gigantesca en relación con las hijas e hijos. Los cuestionamientos personales van desde ¿por qué trabajo tanto? hasta ¿por qué no tengo la capacidad de entregar tiempo de calidad? Esta situación se traduce en una sensación de culpabilidad por no poder estar presente como ellas quisieran, pero también como se les impone que deben estarlo.

La experta señala que muchas mujeres no resisten la culpa y que deciden dejar de trabajar para poder atender las necesidades. Es como “si pensar en el propio desarrollo y la realización estuviera prohibido”.

En tanto, para las mujeres que viven fuera de la casa de sus hijas e hijos, “la sanción es mucho más grande”. Esta situación lleva a muchas mujeres ocultar que viven en otra casa. Aquellas mujeres, explica la docente, se autocuestionan sobre si son capaces de pensarse fuera del rol habitual de madre, increpándose fuertemente sobre “¿cómo soy capaz de pensarme como una madre si no vivo con mis hijas e hijos y no sé de su cotidiano?”. Ante esto, las mujeres se autoincrepan por qué no estuvieron cuando sus hijas e hijos las necesitaron y afirma la docente “esa culpa es muy grande”.

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