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La sororidad como pacto: “El valor de la empatía ante el abuso patriarcal debería estar en el ADN de todas las mujeres” BRAGA créditos foto: Pexels

La sororidad como pacto: “El valor de la empatía ante el abuso patriarcal debería estar en el ADN de todas las mujeres”

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Javiera Bruna
Por : Javiera Bruna Fonoaudióloga y Comunicadora
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El Mostrador Braga, conversó con las activistas feministas Paz Tondró y Lula Almeyda, sobre la sororidad, una de las máximas del feminismo. “Yo me atrevería a decir que es una práctica política que tiene en su base una disposición empática hacia otras mujeres y disidencias a partir de razones históricas de violencia”, comenta la guionista Lula Almeyda en esta entrevista.


En un proceso de cambio social y avance de los feminismos e inclusión de las diversidades, las conversaciones y prácticas cotidianas de mujeres y disidencias se han nutrido de nuevas formas de comprender la convivencia en sociedad y por lo tanto de enfrentar los espacios públicos y privados en cooperación con otras mujeres para hacer frente a las desigualdades de género.

En este contexto, múltiples han sido las prácticas culturales y emblemas que el feminismo ha alzado para lograr instaurar una cultura que disminuya las injusticias en esta materia, pero que por sobre todo promueva la empatía con quienes sufren más a menudo discriminaciones por el solo hecho de ser mujer o disidencia sexual.

La sororidad ha sido uno de los principales términos que han fomentado el actuar empático y cooperativo entre mujeres. No obstante, la ola avanzó con fuerza y abrió el abanico de discusiones al interior de lo que venimos construyendo como feminismo en nuestra cultura. ¿Qué es la sororidad?, ¿es un pacto de apoyo entre todas las mujeres o un pacto entre mujeres que comparten una visión común en torno al feminismo?, ¿la sororidad permite criticar a otras mujeres cuando hay un claro accionar con el que no estamos de acuerdo?

Para resolver estas preguntas, El Mostrador Braga conversó con dos mujeres y activistas feministas, Paz Tondró (@pazfemininja) y la guionista Lula Almeyda (@lulaladelbarrio), quienes, a través de sus vivencias personales y análisis crítico, comentaron casos en que las posturas ideológicas dificultan la vivencia plena de la sororidad. Conversamos sobre mujeres que ejercen políticas patriarcales y antagónicas a la lucha feminista, sobre feministas radicales trans excluyentes (TERF) y sobre lo que necesitamos todas y todes para practicar plenamente la sororidad.

¿Es posible practicar la sororidad con mujeres con las que discrepo?

“La sororidad tiene límites, por ejemplo, yo no puedo ser sorora con Marcela Cubillos, ella es una mujer -efectivamente- que está en contra de todos los derechos sociales y de las cosas que podrían ser buenas para Chile…  en política pasa mucho que no puedes criticar a alguien sólo porque es mujer, es una actitud muy paternalista”, dice Paz Tondró.

La sororidad se establece como un pacto político entre mujeres para defenderse de las injusticias del patriarcado, pero ¿qué pasa cuando las formas políticas son discordantes entre las mujeres?

“Es un poco extremo”, dice Paz para introducir su ejemplo, “pero si a Marcela Cubillos le llegara a pasar algo relacionado con una injustica de género, por supuesto que no lo voy a celebrar porque a las mujeres nos matan por ser mujeres y eso es un hecho, pero que la critiquen porque tiene pensamientos antifeministas y que yo la critique por eso, no me vuelve menos sorora, me vuelve una persona con capacidad crítica”, establece la activista feminista, echando por tierra la discordancia política en casos de injusticias de género.

Algo similar comparte Lula Almeyda, quien en total acuerdo con Paz dice, “tiene que ver con cómo hacemos frente a la discriminación de género (…) cuesta ser sorora con una persona que no está practicando la sororidad o que no es buena persona y en ese tipo de situaciones yo voy a ir de frente con mi criterio personal”.

A lo que agrega, “por supuesto si nosotras viéramos que es un caso de violencia de género, una salta igual porque sabemos que sigue siendo femicidio, que sigue siendo abuso o una situación de discriminación de género, de violencia en la pareja, ese es un cuento que nosotras ya conocemos muy bien. El problema es cuando instrumentalizan el feminismo para decir ‘oye, pero y la Cubillos’ y obviamente todas las situaciones que se dan son multifactoriales, probablemente el odio hacia ella también tenga un poco de misoginia, no me cabe duda, nos cuesta mucho menos ver a una mujer siendo mala persona que a un hombre siendo malo a veces”.

Para finalizar este punto, Lula expresa,  “yo creo que más que decidir si es una cosa u otra, lo interesante está en esa contradicción porque es en ese punto, en donde a veces sí y a veces no, es donde hay que poner el lente magnificador y entrar a ver qué es ese molido”.

Entonces, la sororidad ¿Es efectivamente un pacto político entre mujeres?

Paz Tondró se aventura por una definición, “Puede ser un pacto político”, dice e inmediatamente cuestiona, “¿sabes el problema con la palabra político? que todavía no está muy internalizado que todo lo que hacemos es político, entonces claro yo estoy de acuerdo con que todo lo que hacemos es político, la sororidad es un pacto político entre mujeres, pero tal vez sería mejor decir que la sororidad, podría ser un pacto recíproco de apoyo mutuo en casos de violencia patriarcal. Siempre en casos de violencia patriarcal, distinto es ayudarse con las amigas, la sororidad es política”.

En línea con lo que Paz propone, es lógico pensar que para ser sororas es necesario tener desarrollado un sentido de la empatía frente a los abusos y discriminaciones de género, a lo que Lula Almeyda responde, “creo que hay una disposición empática frente a otras mujeres y tiene que ver con el despertar que hemos tenido la mayoría al momento en que nos enteramos del feminismo”.

Para la guionista, independiente del momento en que nos encontramos con el feminismo, tiene que ver  con las lecturas críticas que podamos realizar en torno a esta situación de desventaja histórica, “independiente de la forma en que haya sido -hay gente que a lo mejor recibió esta visión crítica de ver la vida o esta postura o praxis política desde la infancia o fue algo que ya manejaban o hay gente que llegó más tarde- pero cualquiera sea el momento en que uno empieza a cuestionar el sistema en el que vivimos y nos hacemos conscientes de la opresión de las que somos sujeto nosotras y nuestras pares y aquellas que también se ven en mayor desventaja, debe existir esta predisposición hacia esta empatía a comprender las desventajas en las que se ven posicionadas otras mujeres y disidencias”, destaca.

En este sentido, Paz reflexiona “Yo creo que el valor de la empatía ante el abuso patriarcal está en el ADN de todas las mujeres, es decir mucho eso, creo que debiese estar en el ADN impregnado en todas nosotras porque la violencia patriarcal es algo que sufrimos todas”.

El otro extremo de la situación ¿existe sororidad en las TERF?

Hasta este punto hemos analizado casos en que la sororidad puede ser practicada entre mujeres independiente de su posición política y el requisito clave para practicar en el cotidiano esta relación de apoyo y cooperación ante las injusticias de género. Sin embargo, hay un caso que queda pendiente cuando de diferencias ideológicas estamos hablando, este es el caso de las feministas radicales trans excluyentes popularmente conocidas como TERF ¿Es posible experimentar la sororidad con el sector de feministas más teóricamente convencidas?

En este aspecto, Lula es categórica “no, yo creo que ahí no hay sororidad por ningún lado. Ahí creo que pasan dos cosas, en TERF y no TERF hay gente que es tremendamente terca, todas en algún momento del feminismo nos hemos topado con alguna cabra que es como ‘¡uf oye, pero está difícil conversar contigo!’. Las TERF tratan de justificar desde la teoría no ser sororas”, apunta.

“Justifican la falta de empatía que tienen para entender otras realidades y siento que no lo intentan. Yo debo reconocer que para entender a las identidades trans también tuve que pasar por diferentes lugares, en un principio entendía la versión anticuada de creer que es sólo una persona que nació en el cuerpo equivocado, pero con el tiempo he ido comprendiendo con más profundidad y me empecé a dar cuenta que hay un lugar medio gris que es más complejo que eso y para echar fuera todo tipo de discriminación, a veces se quita la posibilidad del diálogo y en ese lugar, donde podría haber diálogo, podrían aclararse algunas dudas”, expone.

Sobre las posiciones más duras del feminismo, paz comenta: “critico abiertamente a las feministas radicales trans excluyentes, pero por supuesto que no dejaría de luchar por sus derechos, por supuesto que no me parece bien que les llegue a pasar algo a partir de su género. Estoy cero de acuerdo con sus ideas trans excluyentes, sin embargo, no creo que eso sea una falta de sororidad como tal, sino que es un disenso”.

“Creo que el feminismo radical sienta bases muy importantes dentro del movimiento feminista como tal, pero creo que en la lectura actual se ha vuelto trans excluyente y biologicista y creo que la vida no es así, no es todo blanco o negro y tampoco puedes simplemente negarles el acceso a otras personas porque tu pdf te lo dice, la calle tiene mucho más que entregar que el pdf”, señala Paz.

Finalmente, Lula reflexiona sobre los procesos de aprendizaje en torno a lo identitario a la diversidad y a los feminismos, “me atrevería a decir que hay gente que tiene muchas dudas, como yo las tuve en su momento, yo también pasé por estar muy equivocada en entender esas realidades  y digo esto en particular porque he leído muchas veces en redes sociales ‘no se puede dialogar sobre las identidades trans, eso prácticamente es ser TERF, hay que asumirlo y ya, pero hay casos en que la gente tiene dudas y así como estamos viviendo una realidad que no entiende la identidad como algo permanente, hay que lograr moverse un poco en ese aprendizaje y para eso es necesario tener contacto con esas realidades a través del diálogo”.

La sororidad se comprendería como un pacto de comprensión mutua que nace desde la empatía. En un tiempo en que la cultura de un país completo comienza a cambiar a pasos muy fuertes, sería necesario retomar todos esos espacios de discrepancia para construir conexiones más fuertes que hagan posible y estable la unión frente a las brechas e injusticias que ha dejado el patriarcado y que estimulen prácticas feministas conscientes de cara a este proceso de transformación social.

 

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