Publicidad
Otra mirada a la  maternidad: ¿una libre decisión o una imperceptible imposición social? BRAGA Créditos: Foto de Kamaji Ogino en Pexels

Otra mirada a la  maternidad: ¿una libre decisión o una imperceptible imposición social?

A días de celebrar el día de la madre, diversas especialistas feministas, en conversación con El Mostrador Braga, analizan los factores que siguen perpetuando lo que se entiende como “maternidad”. Según ellas, aspectos religiosos, políticos y económicos, han intervenido históricamente en asimilar un destino obligatorio de las mujeres: ser madres. ¿Todas las mujeres quieren ser madres o es que el mundo espera que lo sean?, esta es una de las preguntas que una ginecóloga, una trabajadora social, una psicóloga y una socióloga respondieron en el proceso.


El concepto de “maternidad” es un tema controversial en el debate feminista, pues cada año ha ido transformándose a medida que la cultura y la posición de las mujeres evoluciona. Sin embargo, la idea de ser madre como mandato y predestino femenino ha ido permaneciendo en la sociedad y las mujeres. Así lo afirma la trabajadora social y feminista Ximena Briceño, quién a través de un taller que reunió a diferentes mujeres que han decidido no ser madres, se evidenció, en primer lugar, que cuando ellas tenían una relación duradera o formal se les preguntaba recurrentemente cuándo tendrían hijos, o  incluso ellas mismas creían que en algún momento querrían tenerlos al casarse. Sin embargo,  muchas veces eso no fue así. Todas coincidían en tener que enfrentar un sinfín de situaciones donde se les ha recriminado su decisión de no ser madres. 

Comentarios como, “cuándo madures vas a cambiar de opinión” o enfrentarse a que la gente las catalogue de egoístas,  y ser objeto de sentir lástima por decidir tener otro tipo de vida que no incluya  un hijo, fue otra de las cosas que se repetían en sus testimonios.

 “La sociedad las ve, como cuerpos incompletos, o que no han cumplido su función, su rol de mujer, que se van a quedar solas, que no tendrán quien las cuide. Estos pensamientos reproducen la idea de que la mujer es incompleta sin hijos/as y sin pareja. Y además la idea de que necesitamos que nos cuiden o nos protejan”, señala Briceño.

Al respecto, la psicóloga Angela Chacón, señala que nos hemos habituado como sociedad a enfatizar y a validar dichos roles como una verdad absoluta, “tachando a las mujeres que no desean ser madres como inmaduras, cobardes o egoístas, pero lo verdaderamente egoísta es obligarnos a tomar decisiones por mandatos sociales y validar los espacios donde violentan nuestra toma de decisiones, como por ejemplo, al no respetar el hecho de que no tenemos porqué dar explicaciones de nuestras elecciones”, señala.

La maternidad mirada desde el feminismo de Abya Yala

La  maternidad,  a  lo  largo  de  la  historia  occidental,  ha  sido  abordada  desde  diversas perspectivas:  místico-religiosas,  biológicas,  jurídicas,  políticas  y  antropológicas,  entre muchas otras. 

La filósofa Elizabeth Badinter,  con su libro “¿Existe el instinto maternal?: Historia del amor maternal en los Siglos XVII al XX” (1991), enfatiza que el amor maternal, tal como se entiende en la actualidad, es heredero de una serie de convulsiones de índole político impulsado en las principales potencias europeas, cuyo efecto ideológico, ha acaparado grandes latitudes.

Asimismo, se encuentra la investigación de la mexicana Martha Acevedo, con su libro “El 10 de mayo”, donde relata a través de archivos de prensa del siglo XX, que las mujeres mexicanas comenzaron a reclamar  derechos sobre sus cuerpos cuando el gobierno mexicano comenzó a distribuir un discurso que las proclamaba como “clave” para la creación de un México moderno, es decir, protagonistas en el crecimiento multisectorial del país. En este contexto, el gobierno mexicano proclamó el día de las madres el mismo mes que la Virgen de Guadalupe fue consagrada la madre de México, delegándoles indirectamente la responsabilidad de “criar buenos ciudadanos”, y además asignándoles un rol “sagrado”. 

“La que nos amó antes de conocernos”/ Monumento a la madre, iniciativa del presidente  Manuel Ávila Camacho en 1944.

 

La influencia del modelo económico que observa Martha en sus investigaciones, se condice con las conclusiones que Briceño ha obtenido en años de investigación al respecto de la maternidad. 

“Se percibe a la mujer como la que debe gestar para asegurar la prole, tiene harto que ver con el sistema capitalista. Las mujeres producen mano de obra, y con el patriarcado, gestan hijos para el padre. La maternidad desde el feminismo se propone verlo como una decisión y posteriormente como una vivencia plena, especialmente desde los feminismos de la diferencia y ecológicos más contemporáneamente», afirma.

Por otro lado, para la socióloga especializada en estudios de género, Valeska Morales Urbina, la maternidad en el sur, no solo conlleva la intervención del modelo económico, sino que también, es un concepto político que se cruza con lo religioso, coincidiendo con lo que ocurre en México.

«Desde mi perspectiva como socióloga, no sólo influye el sistema capitalista, también es el modelo patriarcal, que antecede al capitalismo como sistema económico, y se nutre de un ethos religioso, cultural y social que consagra a las mujeres a la maternidad obligatoria», señala.

Ella explica que durante la colonización se produce una repatriarcalización de los territorios, y también una violación sistemática de las mujeres originarias del continente, imponiendo este sistema con el fin de difundir la imagen de la “buena mujer” asociada a la virgen María, y la del “buen hombre” a la del Dios ausente, pero onmipotente.

El sistema médico y la domesticación de los cuerpos

Un hecho que ha prevalecido en el imaginario del ser mujer como sinónimo de madre, es lo que  Ximena Briceño denomina “domesticación” de los cuerpos, y que se expresa notoriamente en el trato del sistema médico con las mujeres, que se preocupa principalmente de observar los genitales, los senos y el útero, derivando en que las mujeres sean valoradas por su capacidad reproductiva y colateralmente, sean vulneradas en otros áreas de su salud.

Lo mismo piensa Valeska Morales Urbina , quién afirma que aún prevalecen las resistencias de un mundo conservador que sigue concibiendo los cuerpos de las mujeres como incubadoras, destacando lo que dijo la ex senadora Ena Von Baer cuando se debatía sobre el aborto en 2012: 

Una mujer no tiene derecho a interrumpir el embarazo porque sólo presta el cuerpo”.

Con respecto al descuido en otro ámbitos de la salud de las mujeres, esto se puede observar en el síndrome de Yentl, que alude al fenómeno que afecta a las mujeres cuando no reciben tratamiento adecuado para un  problema cardiovascular u otro simplemente porque los sujetos de estudios han sido históricamente  hombres. 

Por otra parte, este disciplinamiento de los cuerpos también lo puede observar en su labor la ginecóloga y feminista, Libertad Méndez, quien además asegura que esto se expresa en todo lo relacionado a los derechos sexuales y reproductivos.

“El parto ha sido tremendamente intervenido y no respetado, existe un disciplinamiento de los cuerpos cuando se ejercen prácticas arcaicas, numerosos tactos, no dar intimidad o proceder sin consentimiento de la madre. También se observa en esta restricción cuando las mujeres quieren ser esterilizadas, o en el cómo se nos enseña que el método anticonceptivo es nuestra responsabilidad”. 

Al respecto de esto, según la socióloga Daniela Villanueva, la excesiva  medicalización  del  parto  a  través  de  la cesárea,  por  ejemplo,  ha sido considerada por las mujeres como “desposeimiento” de sus cuerpos, tanto así que “cada vez un mayor número de mujeres decide dar luz de manera natural, muchas veces   en   casa,   sin   médicos,   pero   siempre   en   compañía   de   una   partera   o   doula, denominación que cada vez se hace más conocida en nuestro país”, señala.

Méndez, por su parte, también afirma que este adoctrinamiento se muestra en la defendida posibilidad de que los médicos no realicen un aborto por la “objeción de conciencia”. Ella explica que esto se debe a que el cuerpo femenino históricamente se ha concebido como un territorio de conquista, una visión que viene desde la medicina occidental, patriarcal y tradicional. 

“Ellos piensan que pueden decidir sobre ellas, como si necesitáramos que, además de encontrarnos gestando sin querer hacerlo, que un médico nos indique si está mal o no”. 

A pesar de que hoy exista la ley que garantiza el aborto en tres causales, Méndez asegura que los médicos siguen interfiriendo en las decisiones del cuerpo de las mujeres. 

“Hay mujeres que terminan en la clandestinidad, porque no les creen sus relatos o no les toman los exámenes a tiempo, y de nuevo, terminamos siendo seres de segunda categoría”.

La socióloga Morales Urbina, coincide con estas declaraciones, adhiriéndose a la Huelga de Vientre teorizada por Emma Goleman.

“A las mujeres no se les debe medir si son “buenas” o “malas” por su libre decisión de parir o no. Porque el hecho de parir no te hace madre ni padre, es la decisión de criar conscientemente la que te otorga ese título ¿Cuántos padres que abortan a NNA ya nacidos existen en Chile y América Latina?”, interpela.

Lo cierto es que la maternidad y la familia siguen siendo las grandes fuentes de la identidad femenina, mientras que el padre sigue destacando por su  ausencia  en  el  plano afectivo  y  familiar. Esto se pudo observar reciénteme cuando se visibilizó  la gran cantidad de deudores de pensiones y la gran cantidad de madres solteras, situaciones que actualmente quedan impunes, y son naturalizadas en beneficio de los hombres.

Hacia un giro emancipatorio de la maternidad

A lo largo de los años, la historiografía feminista ha destacado a numerosas madres que han reivindicado el ser madre de una forma revolucionaria. Entre los años 70 y 80 por ejemplo, resalta el movimiento argentino de Las Madres de Plaza de Mayo, y en Chile, la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, donde destaca la figura de Ana Gónzalez, a quien la DINA le arrebató a su esposo e hijos. En consecuencia, se convirtió en una de las mujeres más importantes en la defensa de los derechos humanos en Chile.

Ana Gonzalez Recabarren en una manifestación por los detenidos desaparecidos en la dictadura de Augusto Pinochet

Según señala la socióloga Villanueva en su investigación sobre la maternidad, las formas revolucionarias de la maternidad se han vinculado en este continente a su relación con la ciudadanía. 

“Las mujeres resignificaron su maternidad y, a partir de ello, emprendieron sus luchas: ya no era suficiente quedarse en casa y atender a la familia, era necesario salir a la calle e interactuar con el Estado. Cambiaron, así, su estatus “natural” de mujeres-madres por un estatus político. La maternidad se re-conceptualizó como forma de participación social, lo que la hizo política. En otras palabras, estas mujeres politizaron la maternidad”, cita en su informe.

No obstante, al resignificar la maternidad transformando las perspectivas tradicionales del concepto, se ha construido una maternidad paradójica: hoy existen  muchas  mujeres  que  ensalzan la maternidad como una manera de generar cambios en las sociedades, apoyadas en discursos medioambientalistas y  biológicos, por ejemplo. 

Sin embargo la investigadora Andrea Villanueva, que analiza el discurso de madres que conciben  la maternidad desde estas nuevas proposiciones, señala que “estos grupos otorgan  un  significado  político  a  lo  que  hasta  ahora  era  considerado  dentro del  ámbito  de  lo  privado,  asumiendo  la  premisa  «lo  personal  es  político»  como  una verdadera bandera  de  lucha”, lo que según ella, incluye un potente sentido emancipatorio, ya que “valorar  el  papel  subyugado  de  las mujeres madres  y  visibilizar  a  niños  y  niñas  constituyen actos  efectivamente  feministas,  en  tanto las   mujeres   y los/as niños/as han sido   reducidos  a lo doméstico”, destaca.

Por otro lado, la psicóloga Angela Chacón, destaca que lo importante en el debate es no validar una única forma de «ser o construirse mujer», mientras se pueda libremente decidir ser madre o no, “es ahí donde existe la validación de mi criterio, mi opinión y mi vida. Es decir, es exactamente igual de válido que una compañera quiera y desee ser madre como una compañera que no quiera ni desee serlo”, enfatizó.

Publicidad

Tendencias